El viaje del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a China, ha puesto en el primer plano de la actualidad la llamada Ruta de la Seda, reconvertida en reclamo comercial entre grandes potencias y a la que con toda razón y derecho se suma España. La Ruta de la Seda ha sido en los últimos años objeto de estudio por parte de quienes consideraban que su importancia histórica, comercial, etnográfica, geográfica y cultural merecía una renovada atención e interés después de siglos de despiste histórico y aletargado silencio.
Al primero que le escuché hablar de la Ruta de la Seda fue al amigo y ontinyentí José Manuel Gironés, un periodista de vastos y enciclopédicos conocimientos que tiene, además, la virtud de conocer la rosa de los vientos y ser capaz de conocer por donde soplarán en los años siguientes. Con el entusiasmo y empecinamiento con que él suele abordar cada una de sus iniciativas y descubrimientos, Gironés se convirtió en el mejor propagandista de la Ruta de la Seda. Involucró a la Generalitat Valenciana, a la Universitat de València, al Colegio del Arte Mayor de la Seda, a embajadas de países sederos y  como no, a la propia Unesco Valencia que él preside.
Fruto de su constancia hubo seminarios, simposios y conferencias en la capital valenciana, que pusieron de manifiesto la importancia de Valencia en la Ruta de la Seda y la conveniencia de revitalizarla tanto en sus aspectos históricos como comerciales. La petición  de que la fiesta de las Fallas fuese declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad tuvo en la industria de la seda y todo lo que ella representa y acompaña –modistas de los trajes de valenciana, obradores en donde artesanalmente todavía se hace el espolín, talleres y manufacturas, artesanos de complementos, zapateros—un importante respaldo. El 30 de  noviembre de 2016, la undécima asamblea de la Unesco,  reunida en Addis Abeba, capital de Etiopía, acordaba por unanimidad atender la tantas veces reclamada declaración a favor de las fallas.
Me ha parecido de justicia hacer este recordatorio de la decisiva aportación de Gironés a favor de la Ruta de la Seda porque la memoria suele ser infiel cuando no ingrata. José Manuel Gironés ha sido, y es, uno de nuestros más brillantes periodistas. Lo demostró durante sus estudios en la Universidad de Navarra, en donde se licenció como numero uno de su promoción. Y así lo fue ratificando en todas y cada una de las responsabilidades que asumió al frente de publicaciones como  Cambio16; Meridiano 2000; Opinión y la dirección del diario Levante, entre otras responsabilidades. Convendrá añadir alguna cosa respecto a su paso por la dirección de Levante, en enero de 1981 y de la que dimitió seis meses después en un acto de dignidad profesional y humana, frente las zancadillas y contubernios que le plantearon quienes se oponían a los aires renovadores que pretendía insuflar a este periódico.
Gironés, que también fue asesor del ministro de UCD José Pedro Pérez Llorca, conoció de primera mano la transición y elaboración de la Constitución Española de 1978. Años después, el primer presidente socialista de la Generalitat Valenciana, Joan Lerma, lo fichó como asesor. Tanto en su papel de asesor de un partido de centro, como lo fue la UCD de Adolfo Suárez, como del Partido Socialista, José Manuel Gironés mantuvo siempre su independencia de criterio, actitud  que siempre fue motivo de recelo para las camarillas que consideran que la mejor manera de servir a un jefe es halagándole el oído y dándole la razón a todo cuanto dicen, hacen o proponen. 
Sabio, altruista, impaciente, generoso, locuaz, políglota, imaginativo, internauta desde el amanecer de la informática, lector voraz, bibliófilo, coleccionista de pergaminos y facsímiles, izquierdoso para la derecha que no le conoce y derechoso para la izquierda que desprecia cuanto ignora, promotor cultural, alérgico a la superficialidad, promotor  y presidente de Avadolci, Asociación de Doctores y Licenciados, tenía por objeto conseguir la creación en Valencia del tantas veces reclamado Colegio de Periodistas de la Comunidad Valenciana. Hermano de sus hermanos y amigo de sus amigos y, por lo que tengo dicho, descubridor de la Ruta de la Seda cuando no pocos de los que ahora se cuelgan medallas estaban en Babia, que es provincia de Lugo.