El pasado fin de semana y el martes, 8 de diciembre, tenían que haber sido los días centrales de las Fiestas de la Purísima, pero la pandemia obligó a la suspensión de la mayoría de actos. Entre los pocos que se pudieron mantener, las celebraciones religiosas.
Unas celebraciones en las que el aforo del templo de Santa María quedó completo, incluso tuvieron que pasar algunos fieles a ocupar el de la Capilla. 
El domingo 6 de diciembre, día que en circunstancias normales se hubiera celebrado la ofrenda y el toro con sus correspondientes reuniones, tuvo lugar la celebración de las Bodas de Oro (1970-2020) y las Bodas de Plata (1995-2020) de las correspondientes promociones de Camareras, con el oficio de una solemne misa al filo del mediodía.
Las grandes solemnidades propias de la festividad del 8 de diciembre dieron comienzo, al atardecer del lunes, con las primeras vísperas solemnes y la eucaristía, pero sin la tradicional participación de Gegants i Cabets, que regalan júbilo y diversión a los más pequeños.
El toque de queda obligó a modificar los horarios de las celebraciones. Así, la misa de descubrir se ofició a las 7 de la mañana, y la siguiente a las 9, para ser a las 11 la solemne misa, oficiada por el arzobispo emérito de Zaragoza, monseñor Manuel Ureña Pastor, asistido por el clero local. El Nou Orfeó puso voz a la 2ª Misa de Perosi y a las partituras de compositores locales.
Por la tarde tuvo lugar una nueva eucaristía a la que siguió el rosario de la Aurora, ofrecido a intención de todos los hijos y vecinos de Ontinyent. A su término se ofició la última misa de la gran jornada.
“Debemos destacar la adopción de todas las medidas sanitarias como toma de temperatura y gel hidroalcohólico, para lo que se contó con personal de seguridad y con miembros de la Junta Gestora de Fiestas”, destacan desde la Asociación de la Purísima.
La Misa Mayor fue presidida por el alcalde de la ciudad y los portavoces de los partidos con representación municipal.