El próximo día 29 de junio Alimentación Fuset cerrará de manera definitiva sus puertas. Esta tienda tradicional, situada en la calle Sant Antoni de Ontinyent, es una de las pocas que quedan dedicadas a la alimentación tal y como se conocían antes de la llegada de los grandes supermercados.
Su responsable, Vicent Fuset, se jubila tras cuatro décadas al servicio del barrio de Poble Nou desde su pequeña tienda. Recuerda Vicent cómo cuándo tomó el relevo de su padre una de las primeras cosas que hizo, junto a su mujer, fue cambiar las puertas de la tienda por unas que en aquel entonces parecían muy modernas.
La vinculación de los Fuset al sector de la alimentación tradicional se remonta a tres generaciones, ya que su abuelo ya regentaba una tienda en la plaza de Baix, por aquel entonces, centro comercial más importantes de la ciudad, pero al ver la expansión de la ciudad, decidió trasladar la tienda a la calle Sant Antoni y así prestar servicio al nuevo barrio que estaba naciendo. Para ello compró la vivienda del nº3 de la calle Sant Antoni, muy cerca de la plaza de la Coronació, derribó la vivienda y la construyó de nuevo. La tienda en la calle Sant Antoni ya la abrió su hijo Pepe, tío de Vicent, que posteriormente tendría la tienda en San José. Continuó en la tienda el padre de Vicent, que cuando se jubiló dio relevo a su hijo en los años en 1984. Tenía por aquel entonces treinta y pocos años y desde entonces, Vicent ha tenido cada año más competencia de grandes superficies comerciales, por lo que decidió reformar toda la tienda y darle un nuevo enfoque para asegurar el futuro. "Y eso pasaba por diferenciarme de los grandes supermercados, traer productos de toda la vida, mantener las marcas clásicas. En cierta manera, intentar que la gente viniera por esas pocas especialidades que teníamos, por ejemplo, la venta a granel, que he mantenido. También he sido muy fiel a las marcas de toda la vida y me he esforzado siempre por intentar tener aquello que la gente busca y que no va a encontrar en otros sitios. Creo que hasta hoy lo he conseguido", explica.
Vicent Fuset reconoce que, por un lado, es "una lástima" cerrar, pero lo hace por jubilación, no porque no funcionara a tienda. Su preocupación es que el cierre incrementa un problema de la calle Sant Antoni, explica: la falta de negocios. "Se ha quedado una calle muy bonita, pero la calle no tiene comercios y eso es una lástima, porque tener comercios da vida a una calle, pero ese es otro tema".
Fuset, que se define como un "botiguer", explica que para un autónomo tener éxito "tiene que tener una dedicación total a su negocio" y ahí cree que radica el problema de por qué las tiendas cierran pero nadie las reabre. "Tienes que estar todos los días evolucionando, analizando qué pide la clientela, etc...", explica.
Fuset lanza una idea: motivar a la juventud a que se arriesgue a montar un negocio. "Yo he disfrutado de mi negocio, que como todos, tiene momentos mejores y peores, pero si crees en el proyecto, funciona".
Una merecida jubilación
Vicent Fuset reconoce que aunque ha disfrutado de su trabajo y del contacto con los clientes durante estas cuatro décadas, llega el merecido momento de la jubilación, que tiene claro que aprovechará para pasar más tiempo con su familia, especialmente sus nietos, que viven fuera de Ontinyent; su afición, que es la dolçaina y otras actividades a las que no les ha podido dedicar el tiempo que le hubiera gustado.
Una clientela agradecida
Vicent Fuset recibe, durante la entrevista, la visita de varias clientas que pasan a saludar y despedirse. "Estoy muy contento del barrio y del pueblo en general, porque se acuerdan de mí. Estas semanas vienen incluso clientes que no son tan asiduos, pero que han querido pasar a despedirse", explica emocionado. Muchos de ellos le hacen una pregunta: "Y esto que solo traes tú, ¿ahora dónde lo compro?". Precisamente para dar respuesta a esta pregunta, Vicent Fuset ha mantenido contacto con algún comercio de la ciudad para aconsejarles sobre algunos productos que cree que su clientela irá a buscar si otra tienda se anima a tenerlo en sus estanterías. Este "botiguer" reconoce y agradece la confianza depositada a lo largo de estos años también por entidades como el Ayuntamiento de Ontinyent, Cruz Roja y otras asociaciones que han confiado en un comercio como el suyo hasta el último momento.
Vicente destaca que las pequeñas tiendas de barrio se adaptan más a las necesidades de sus clientes y esa proximidad y trato humano es lo que las diferencia respecto a las grandes superficies. Por ello, lanza un llamamiento a la sociedad civil para que apoye y no abandone el comercio tradicional, del sector que sea, porque "lo echarán a falta cuando no esté".
El cierre de la tienda, además, supondrá también la demolición del edificio que ha albergado la tienda y el de la casa adyacente para la construcción, posiblemente, de viviendas.