Amparo Eulalia García es una ontinyentina que el próximo 12 de diciembre, Dios mediante, cumplirá 104 años. Nació al comienzo de los "felices años veinte", y vivió también las tristes guerras, tanto la Española como la II Guerra Mundial

Hija de Amparo García Casanova y Gonzalo Eulalia Barrachina, de profesión ebanista, se crio en la calle Trinitat de Ontinyent. Con muy buena memoria recuerda haber visto de pequeña al músico Rafael Martínez Valls y a su madre, "que era muy guapa", pasear por las calles. Amparo tenía tres hermanos: Gonzalo, Carlos y Cipriano, y tuvo tres hermanos más que fallecieron cuando eran niños: Emilio, Vicenta y Maruja. 

Su época de estudiante fue breve, tal y como explica, como la de todos los niños de aquella época. "Con 11 ó 12 años acabábamos el colegio e íbamos a trabajar", explica. Amparo estudió en San Carlos, donde aprendía a leer, a coser, historia, geografía... Prueba de su buena memoria es que, a sus 103 años y rozando los 104, cita todas las provincias de Andalucía sin ninguna dificultad. 

Camisas para las familias Simó y Jordá
Cuando todavía era una niña empezó a trabajar como costurera en la fábrica de El Punt. Aprendió a coser de una manera tan delicada que familias conocidas de la época, como la familia Jordá o la familia Simó, encargaban a Amparo las camisas.  

Cuando tenía 13 años conoció a su marido, que era cuatro años mayor que ella, en la plaza de Santo Domingo. Ella y una amiga estaban disfrutando de una atracción que Amparo llamaba "les barquetes voladores". El 'chavo' de la 'rodaeta' se terminó, pero en lugar de bajar de la atracción, se quedaron a disfrutar de otras tandas más, ya que dos chavales se las habían pagado. Los generosos muchachos eran Paco Martínez, conocido por regentar el bar Jauja, y Vicente Salvador, quien se convertiría en el marido de Amparo. A partir de ahí empezó el festejo y, aunque quisieron casarse, la guerra "lo rompió todo", comenta la ontinyentina. 

Una guerra de por medio
Vicente se apuntó como voluntario y se desplazó a Murcia y después, a Alcalá de Henares, al campo de aviación. No estuvo en primera fila y regresó a casa sano y salvo, pero la guerra truncó los planes de vida de la pareja. 

De la postguerra la ontinyentina recuerda las cartillas de racionamiento, el estraperlo y cómo se las ingeniaba su familia para traer comida a casa. Su hermano Gonzalo, explica Amparo, era "espabilado" y trabajaba como carpintero "a cambio de harina y de lo que fuera. No pasamos hambre por eso", asegura Amparo. 

No fue hasta 1946 cuando Amparo y Vicente se casaron, en la iglesia de Santa María. Fruto del matrimonio nacieron Vicente (1947) y Amparo (1949). Criaron a sus hijos en una vivienda de la plaza Santo Domingo, al lado del teatro Echegaray, donde eran vecinos del médico Rafael Rovira y su familia, con quien tuvieron una relación muy estrecha. Algunos de los momentos más felices que Amparo recuerda de aquella época es cuando sus hijos estaban jugando en la plaza. "Yo les llamaba para que subieran a cenar, pero ellos se escapaban al cine, al Echegaray", recuerda Amparo entre risas. (En la imagen, en la actualidad, con sus hijos, su nuera y su yerno).

Ganas de vivir
La ontinyentina hace balance de su vida. A sus 103 años, no puede evitar los achaques propios de la edad, pero conserva una buena memoria, un buen sentido del humor y las ganas de sentirse guapa. Se considera afortunada por haber tenido un buen compañero de vida, su marido Vicente, también ebanista de profesión y un hombre "muy inteligente", afirma Amparo. La vida se lo llevó pronto, a los 61 años, debido a un accidente, pero la ontinyentina no perdió la sonrisa ni las ganas de vivir.

Tras esta circunstancia empezó a viajar de camping con su hijo Vicente por Europa y conocer mundo se convirtió en su mayor hobby. Ha estado en países como Alemania, Italia, Austria, Holanda, Portugal..., e incluso viajó a China con su prima. A pesar de haber estado en tantas partes del mundo, uno de sus lugares favoritos no deja de ser Benidorm, destino al que iba pasados ya los 80 años. "Si me pierdo, que me encuentren en Benidorm", bromea Amparo. 

Asegura que está "muy bien cuidada, como una princesa". Sus nietos y biznietos la quieren mucho y Amparo afirma ser feliz. Sus nietos son: Nuria, Nacho, Natalia, Marta y Paula; la mayor tiene 53 años y la pequeña 45. Sus biznietos son: Guille, Andrés, Mateo, Olivia, Ana, Eva, Mauro, Jana, Marc, Alba, Paula, el más mayor de 22 años y la más pequeña, de 6.

En su comedor se pueden ver fotografías por todos los rincones. Su casa está llena de recuerdos, lo que da cuenta de que la suya ha sido una vida plena, disfrutada y que ha tenido y tiene a muchas personas que la han querido y a las que ella quiere con locura. (Abajo, con sus nietos y biznietos).