- ¿Cómo vives el traslado a la parroquia de San Rafael?
- Yo llevo en Ontinyent 4 años y unos meses. Estaba de vicario adscrito en la parroquia de San José de Ontinyent, luego también con el cargo de capellán de las monjas carmelitas. Cuando el arzobispo me llamó y me notificó que me quería enviar aquí a la parroquia, la noticia la verdad que la acogí con mucho gozo y con mucha alegría porque ya conocía el caminar de esta parroquia, el renacer de esta parroquia. Me siento muy afortunado porque sigo y continúo aquí en Ontinyent. Cuando me lo notificaron, le daba gracias a Dios porque, con tantos cambios que ha habido, me siento afortunado en el sentido de que continúo aquí, el tiempo que Dios quiera. 

- ¿Cuál es tu relación con el anterior párroco don Pablo Beltrán?
- Mi relación con él era muy cercana, cuando yo ya estaba aquí en Ontinyent como capellán y como adscrito en San José, posteriormente llegó como párroco de San Rafael y poco a poco nos fuimos conociendo. Muchas veces, él me compartía el caminar de esta parroquia precisamente  y lo difícil que fue el inicio para él. Cuando hablábamos, yo le animaba, le decía que sí, que se miraban frutos, que tuviese esperanza, y la verdad que hizo una gran labor. Después del tiempo que él estuvo aquí, hemos visto cómo la iglesia ha empezado a renacer y ese es el cometido nuestro también, el de continuar el proceso de crecimiento de la parroquia. 

- Una persona muy querida en el barrio también, ¿no?
- Sí, don Pablo Beltrán se supo ganar el cariño de la gente, supo entregar su don, su carisma, su forma de ser y su cercanía. Eso creo que marcó también el corazón de las personas. Creo que esos nuevos paradigmas de ser sacerdote ayudan mucho a que la gente no vea al cura como algo allá elevado, sino que lo puedan ver como un ser humano cercano. 

- ¿Cómo viviste el aniversario de las carmelitas?
- Estas hermanas son una bendición para la iglesia universal pero de manera particular para Ontinyent porque soy testigo como capellán de cuántas personas llegan a pedirles oraciones, a buscar un consejo o simplemente para encontrar un lugar de paz. 

- Hablabas de Pablo como un sacerdote muy cercano, ¿Es esta la línea que quieres seguir? 
-Mi carisma es ser cercano a la gente, estar con la gente, escucharlas, hacer historias juntos, atenderles, dedicarles tiempo y he venido con mucha ilusión de querer darme, de querer entregarme. En los diez años que llevo de sacerdote, me he dado cuenta de que mi vida no es para mi, mi vida es para darla a los demás. Cuando vives tu tiempo dedicándolo a la gente eso es lo que me da felicidad. 

- Eres originario de Nicaragua, ¿Cuál es la situación de la religión católica en el país y cómo llegas a Valencia? 
- En 2021, el arzobispo de aquí de Valencia, don Enrique Cañizares en el momento, se comunica con mi obispo, monseñor Rolando Álvarez, que es el obispo de Matagalpa (Nicaragua) y le ofrece una licenciatura para estudiar licenciatura en Teología Bíblica. Mi obispo de Nicaragua me llama y me dice que quería que fuera a estudiar una licenciatura, que nos habían dado una beca y que había pensado en mi. Es un convenio, vienes con una beca y luego tú ejerces la labor pastoral en una parroquia de Valencia y, entonces, en este caso, fue carmelitas y luego San José. Al acabar la licenciatura, en Nicaragua se desató una persecución religiosa y entonces, por ejemplo, en mi diócesis, hay muchos curas, religiosas, laicos,  que están exiliados. Dentro de los exiliados pues también está mi obispo, que está en Roma. Por ese motivo continuamos aquí, ejerciendo nuestra labor pastoral, pero yo creo que todo es providencial. Dios sabe por qué hace las cosas. El Señor nos ha protegido y nos ha cuidado y, como te digo, viendo la acción de Dios en todo esto pues estar en esta parroquia creo que es el Señor el que ha puesto todo en el camino. 

- Acerca de las fiestas del barrio, ¿Qué esperas de ellas?
-Llevo prácticamente dos semanas aquí en la parroquia, pero de lo que hemos podido vivir de la fiesta, es palpable la familiaridad de la gente del barrio. Todos nos conocemos y ellos me van conociendo también poco a poco. Ver esa familiaridad yo creo que es una de las cosas que le da realce a la fiesta y que la fiesta a la misma vez se convierta en eso, en un lugar, primero de encuentro, luego de crecimiento en la fe y luego es la identidad del barrio también. Me he encontrado con mucha gente dispuesta a trabajar, gente muy cercana y, de verdad, con ganas de vivir cada momento. Es verdad que, para mi, supone un reto, pero que ha sido providencial. Un reto porque entras y de lleno teníamos la fiesta del Cami dels Carros, luego la romería a Agres, luego la fiesta en honor a San Rafael y también las múltiples reuniones con todos los movimientos de la parroquia para conocerlos y ver el plan de trabajo. La parroquia esta renaciendo. Durante el tiempo que ha estado don Pablo Beltrán se ha convertido en una parroquia que va cogiendo vida cada vez mas. El cometido es  seguir dándole vida, seguir renaciendo, seguir potenciando y seguir trabajando para el crecimiento de esta parroquia.