José Luis Torró
Señor Director: La pasada semana, escribía en esta misma columna contra lo que consideré era un insulto a la discapacidad, como lo era la pretensión de que a partir del 30 de junio del próximo año, las personas ciegas o sordas se verían obligadas a ser examinadas por un médico, para que éste certificase su idoneidad para poder casarse. Contra tan gran disparate escribí mi artículo semanal. A la hora de redactarlo recurrí al diccionario de la RAE. Suelo hacerlo con habitualidad. Como cuando quiero cerciorarme del significado académico de alguna palabra. Así fue como busqué “discapacidad”. Y esto es lo que dicen los doctos miembros de la Real Academia: “.1. adj. Dicho de una persona: Que padece una disminución física, sensorial o psíquica que la incapacita total o parcialmente para el trabajo o para otras tareas ordinarias de la vida”.
Créame, señor director, que no salía de mi asombro. Porque, no puede ser más incierta, penosa e injusta tal definición. Déjeme que le haga saber qué es el Projecte Trèvol, para entender en qué me baso para arremeter contra la definición que aparece en el diccionario de la RAE.
Hace ya más de veinte años, dos madres coraje, de esas que no se arredran ante las dificultades y luchan por conseguir lo mejor para sus hijos, se conjuraron para hacer posible que la discapacidad que sufrían sus hijos no fuese obstáculo para desarrollar una actividad laboral en la que poder demostrar su valía.
Así fue como el Projecte Trèvol dio su primer paso. El apoyo que encontraron en la Mancomunidad de Municipios de la Vall d’Albaida hizo posible que la iniciativa fuese a más, año tras año. Y así, en este 2016 que termina, son 187 las personas, con discapacidad física, sensorial o psíquica que hacen justamente lo que la definición de la REA niega. 187 personas que a diario demuestran que sí son capaces “para el trabajo o para otras tareas ordinarias de la vida”. Pregunte a los empresarios de la comarca la Vall d’Albaida sobre el grado de satisfacción con que valoran haber contratado a personas con discapacidad para atender diversos trabajos de todo tipo en sus centros fabriles. Pregunto a los Ayuntamientos de esa comarca que cuentan entre sus empleados a usuarios del Projecte Trèvol.
El equipo del Projecte Trèvol, los padres de los usuarios, los educadores y técnicos que prestan servicio en el mismo y, sobre todo, el ímpetu y ganas de ser y sentirse útiles de los usuarios, hacen posible la integración socio laboral de la inmensa mayoría de personas cuyos familiares han confiado al Trèvol la labor de potenciar al máximo sus capacidades.
Repare, por tanto, señor director de la RAE, que la definición que ustedes dan a la discapacidad la considere tan incierta como injusta, porque expresa exactamente todo lo contrario de lo que pretende, y en buena medida consigue, el Projecte Trèvol.
Desde la Asociación de Amigos del Projecte Trèvol, que me honro en presidir, me permito hacerle llegar esta carta abierta, con el ruego encarecido de que inste la más pronta revisión de una desacertada definición, como es la que aparece en el diccionario de la RAE. Cualquier duda que le pueda surgir sobre cuanto aquí se le pide, quienes formamos parte del Trèvol, estaremos encantados en proporcionarle la información que haga desistir de su error a los señores académicos. Y, si usted mismo, aceptase sepa que para la familia del Trévol sería un motivo de orgullo y satisfacción que usted aceptase la invitación, que formalmente, le hago llegar, para que nos visite y podamos demostrarle que la discapacidad puede ser un merma pero no un impedimento para desarrollar un trabajo.
Quedo a la espera de sus noticias que quiero pensar serán reparadoras de un error y, por lo tanto, satisfactorias para todas las personas con discapacidad. Reciba, señor director, un cordial saludo.