
Las empresas Vaello Campos y Cofrudeca recibían ayer los premios Sergio Pomar en su tercera edición. El acto, organizado por COEVAL, reunía en el Centro Cultural Caixa Ontinyent a una nutrida representación del mundo empresarial y político de la comarca.
El acto contaba con la conferencia de la catedrática Adela Cortina, quien era presentada por Pedro Coca, presidente de Fundación Étnor. Coca destacaba también que en la Vall d’Albaida hay muchas empresas que tienen valores muy arraigados. Por su parte, el presidente de COEVAL, Javier Cabedo, daba la enhorabuena a las dos empresas premiadas, unos premios que reconocían su trabajo.
La ponente, Adela Cortina, expuso su conferencia bajo el título “Ética de la Inteligencia Artificial y la democracia”. Cortina destacaba que cada vez las empresas tienen más en cuenta la Responsabilidad Social y cada vez inspiran más confianza. La gente confía en ellas y les pide que capitaneen proyectos. Junto con los buenos políticos y ciudadanía ilustrada son la solución a muchos problemas, defendía Cortina. Sergio Pomar “fue muy comprometido, era cosmopolita, pero arraigado a su tierra. Son unos premios de mucho significado para las empresas pero también para la sociedad”, destacaba Adela Cortina.
La ponente reconocía que la IA genera posiciones enfrentadas: rechazo o entusiasmo y se preguntaba si en la actual sociedad hemos olvidado algo tan importante como la verdadera comunicación... “no es igual contactarse que comunicarse”, defendía. Ese eclipse impide un entendimiento para organizar la vida en común.
La primera reacción es la aversión a la IA, algo que ella no comparte. La segunda reacción es el entusiasmo, pensar que va a salvarnos la vida, que permitirá acabar con la vejez y la muerte. Una teoría que ella tampoco defiende, sobre todo porque permitiría perpetuarse a determinadas personas.
“Hay gente entusiasmada que con algoritmos se resuelve todo y tomamos las decisiones adecuadas. Es algo que requiere ir con cuidado. Los algoritmo dan distintas respuestas pero las decisiones las deben tomar las personas, que deben decidir. Es peligroso delegar en los algoritmos temas como a quien contratar o cómo hacer una operación quirúrgica, etc”, exponía. La catedrática también advertía del peligro de deshumanización. “Si dejamos en manos de la IA todas las decisiones nos deshumanizamos porque no asumimos responsabilidades. Por eso, es importante la ética de la IA”.
Ante estas dos opciones, Cortina hacía una llamada a la prudencia: la IA puede aportar mucho saber, pero dentro de un marco ético, evitando el mal y empoderando al ser humano.
Cortina también defendía el principio de autonomía y ponía como ejemplo esos coches autónomos que realmente no lo son. “El único ser que tiene autonomía real es el ser humano y la autonomía es la clave de la dignidad humana. Todas las normativas de la UE son humanocéntricas”, recordaba.