Como ocurre con muchos de los peregrinos que deciden tener la experiencia del Camino de Santiago, la vida del ontinyentí Poldo Linares Gómez, también cambió por completo durante el ecuador de su etapa. Una vez llegó a la capital, el ontinyentí conoció a la que hoy en día es su actual mujer. La magia del Camino los unió y, como no podía ser de otra forma, al cabo de poco tiempo, Poldo emprendió otra aventura: la de empezar una relación a distancia entre Ontinyent y República Checa. 

Sin embargo, tras un año de compaginar el amor y la distancia, Linares decidió preparar sus maletas y coger el vuelo que le llevaría a la que es su actual vida desde hace unos cuatro años y medio en el país conocido por su apoyo a los artistas, a los escritores y al estilo de vida bohemio. “Nos conocimos, empezamos a hablar y al día siguiente, continuamos parte del Camino juntos”, recuerda el ontinyentí

Aunque sus destinos iniciales eran diferentes, su corazonada resultó ser tan fuerte que Poldo decidió prolongar su viaje para estar más tiempo con ella, “atrasé mis billetes de tren un par de días y volví a casa más tarde de lo previsto”, un gesto que claramente selló el inicio de su relación.

Después de este encuentro, el ontinyentí no dudó en visitar República Checa un mes después del encuentro. Con ello, la pareja decidió empezar una relación a distancia. “Al principio nos comunicábamos en italiano. Después de cuatro años y medio, hemos pasado al español”, comenta el ontinyentí

La conexión a distancia culminó cuando Poldo decidió mudarse definitivamente a República Checa, donde la pareja se casó en plena pandemia. Desde entonces, Poldo visita su ciudad natal una vez al año.

Antes de mudarse, Poldo trabajaba en un taller metálico en Ontinyent, oficio que ha continuado en la República Checa. Se dedica a montar estructuras para maquinarias y, a día de hoy, colabora con empresas importantes como Volkswagen. Sin embargo, la transición no fue sencilla. "Me daba miedo venirme sin nada de trabajo, pero pronto encontré un amigo checo que me abrió las puertas al mundo laboral" comenta Poldo, Este amigo, también dedicado al sector metálico, fue el que le ayudó a conseguir los permisos necesarios y a validar su carnet de soldador en el país extranjero.

Aunque los inicios en la República Checa fueron complicados, especialmente debido al idioma y las regulaciones laborales, Poldo destaca que la baja tasa de desempleo en el país facilita el cambio radical. "Al principio, los salarios son un poco bajos, pero poco a poco remontas y a día de hoy cobro lo mismo que en Ontinyent," señala. 

Cuando se le pregunta por la calidad de vida, el ontinyentí apunta que la vida en la República Checa ofrece un ritmo diferente al que Poldo estaba acostumbrado en España. "Aquí el horario es intensivo, yo a las 15:00 horas ya he terminado de trabajar y eso para mí es toda una suerte" explica. Con ello, resalta que esto le proporciona más tiempo libre y una mejor calidad de vida. Además, el clima checo, aunque frío en invierno, es más moderado comparado con los intensos veranos españoles. “Las altas temperaturas del verano en República Checa duran unos cuantos días, pero luego se estabilizan. Es decir, no tenemos dos meses enteros de calor intenso como en España, aquí el calor es mucho más moderado, lo cual hace que el verano checo sea muy agradable”, añade. Lo mismo ocurre con el inverno, ya que, según el ontinyentí, el frío más fuerte puede durar unos 15 días. Tras ello, las temperaturas se estabilizan y, aunque sigue siendo inverno, el frío es mucho más llevadero. 

En cuanto a la vivienda, Poldo destaca el alto costo en comparación con España. La pareja vive en Zlín, una ciudad conocida por sus viviendas unifamiliares rojas. "Sin duda, el precio de las casas puede llegar a ser un 20% más caro que en España," afirma, con lo que señala que este es uno de los aspectos más desafiantes de vivir en la República Checa.

Un vistazo hacia el futuro

A pesar de las diferencias culturales y los desafíos, Poldo valora mucho la seguridad y la estabilidad del país. Además de la jornada laboral intensiva, el ontinyentí añade que "una de las cosas que más me gustan de aquí es la calidad de vida y la seguridad de este país. La tasa de delincuencia es muy baja. Lo es tanto que la gente se deja las puertas de casa o de los coches abiertas, sin el seguro puesto". 

En cuanto a la gastronomía, Poldo asegura que en el país checo es muy diferente a lo que él mismo estaba acostumbrado. Sin embargo, el ontinyentí no pierde sus costumbres ni su cultura, pues cuenta que suele preparar paella muy a menudo. “Obviamente, los ingredientes para cocinar una paella en República Checa no son los mismos que en España. La calidad de casa se nota”, lamenta. 

Cuando se le pregunta por sus planes de futuro, Poldo se muestra muy incierto. “Solo sé que hoy estoy aquí, no sé qué será de mí mañana. No niego que me gustaría volver a España. La vida da muchas vueltas y nunca se sabe. Por ahora, tanto mi mujer como yo estamos muy cómodos en República Checa", confiesa. Es así como deja abierta la puerta a lo que pueda deparar el destino.

Con todo ello y, una vez más, este capítulo de “Ontinyentins pel món” es un ejemplo de cómo las decisiones motivadas por el corazón pueden llevar a nuevas oportunidades y desafíos, y cómo la adaptación a una nueva cultura puede resultar en un enriquecimiento personal y profesional.