- ¿Cómo afronta esta nueva cita con las urnas?
- Con absoluta serenidad. Tras ochos años de gobierno, todos los indicadores sociales y económicos han mejorado. Tenemos aún problemas y cuestiones pendientes, evidentemente, pero cuando hacemos balance podemos observar que todos los indicadores han mejorado y no hay ninguno que haya empeorado. En el plano económico, 400.000 personas más trabajando, tras situaciones tan complicadas como las de la pandemia y la guerra. Somos líderes en exportaciones; en la llegada de empresas extranjeras somos la segunda comunidad. En indicadores sociales, hemos reducido el fracaso escolar y hemos conseguido bajar el índice de desigualdad, y hemos multiplicado por 3 las ayudas a la dependencia.
Creo que la sociedad está más cohesionada. Vamos a elecciones y a la ciudadanía le podemos decir: este es el camino de la prosperidad para todos, mientras hay otros que proponen volver atrás. Hay que recordar que en 2015 la Comunidad Valenciana era el paradigma de la corrupción y el paro. En estos momentos la nuestra es una comunidad que muchos ven como un espejo en el que reflejarse. Hay un informe europeo que refleja que, cuando se pregunta a los ciudadanos españoles, dónde vivirían si no pudieran hacerlo en su comunidad, la mayoría elige la Comunidad Valenciana. Somos una comunidad amable, con un potencial extraordinario y por tanto, vamos a las elecciones convencidos de que hay que seguir en ese camino de prosperidad.

- ¿Cómo es posible que con esos indicadores de los que habla o con proyectos como los de la gigafactoría de Sagunto las encuestas les den un empate o apunten posible cambio?
- Las derechas españolas están obsesionadas en intentar trasladar a la opinión pública que esto tiene que ver con las elecciones generales, que es un menosprecio absoluto a la realidad de nuestra comunidad. De hecho, hay uno de los dos partidos de derecha que está en contra de las autonomías, quiere eliminarlas. Quieren trasladar el debate nacional a las elecciones autonómicas, cuando nos jugamos mucho en los Ayuntamientos y en la Generalitat, porque es donde se gestiona realmente la vida de las personas. Asuntos como sanidad, dependencia, educación... forma parte del ámbito autonómico, conjuntamente con los Ayuntamiento. Para mí, lo importante es que las elecciones se decidan en función del criterio de los valencianos y valencianas, para el desarrollo de su autogobierno.
- ¿Continuará siendo reivindicativo para conseguir una mejor financiación?
- Por supuesto, la financiación no es un problema solo de la reivindicación valenciana, es una cuestión que afecta a la propia estructura del Estado y a la igualdad entre españoles. En estos momentos, el problema es la falta de suficiencia financiera para el desarrollo del estado autonómico. Si tenemos la sanidad, educación y servicios sociales, tenemos que aumentar la parte global del pastel para así que la parte autonómica tenga más recursos y también lo que hay que hacer es esos recursos, repartirlos bien. Al menos, estos años hemos conseguido que haya una cierta unanimidad en reconocer que la Comunidad Valenciana es la peor financiada junto a Murcia. Ahora de lo que se trata es que sobre ese diagnóstico, se le ponga remedio.
Aunque en estos años no se ha cambiado el sistema de financiación, hemos conseguido tener más recursos por parte del Gobierno de España, concretamente, un 40% más, lo cual nos ha permitido ir convergiendo con el gasto medio de España. Ahora mismo, gastamos más en sanidad que la media española y también más en educación.
La mejora de la financiación es irrenunciable si queremos una España bien articulada y en la que no haya españoles de primera, segunda, tercera y cuarta.
- Respecto a la línea de tren Alcoi-Ontinyent-Xàtiva, se anunció una inversión de 150 millones, pero sin electrificar la línea y sin que esa pueda permitir un incremento significativo de frecuencias de trenes. ¿Por dónde pasa el futuro de esta línea que languidece década tras década? ¿Sería viable que la Generalitat asumiera la gestión?
- Lo primero es que esa inversión de 150 millones del Ministerio se ejecute. En segundo lugar, a corto plazo, presentamos una primera propuesta para la transferencia de Cercanías, porque pensamos que es lo razonable. Con Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana, hemos demostrado que es más fácil, más operativo y más eficaz gestionar desde la proximidad.
- ¿Estaría la línea Alcoi-Ontinyent-Xàtiva en ese acuerdo de cesión?
- Sí. Aunque ADIF mantuviera la gestión de la vía, nosotros, incluso sin tener la transferencia, podríamos operar a través de Ferrocarrils de la Generalitat.
- Recientemente, anunciaron la licitación de la redacción del proyecto de la CV60, que tendrá un plazo de 36 meses. ¿Cree viable iniciar las obras en la próxima legislatura?
- Sí, la primera fase, que es la que abarca la Vall d’Albaida, esperamos que sí. La segunda, que afecta a la Safor, está pendiente de la Declaración de Impacto Ambiental. La intención es agilizarla al máximo. Tenemos en la Comunitat empresas muy potentes en cuanto a la construcción de carreteras y que están cumpliendo y avanzando los plazos.
- ¿Cómo evolucionan las obras del Corredor Mediterráneo?
- El Corredor es una infraestructura española y europea, por lo tanto, es una vía fundamental que vertebra Europa. En el caso español, no se ha desarrollado como se debía. En estos momentos, están todas las obras en marcha. En el 2025 esperamos que esté resuelto el tramo Valencia-Alicante y posteriormente la conexión Alicante-Barcelona. Actualmente, el estrangulamiento está en la conexión con Cataluña; de hecho, el Euromed va peor que iba. Es decir, hay que agilizar al máximo posible las obras. Ha habido retrasos que son difíciles de entender. Por ejemplo, en el 2011, la doble plataforma Valencia-Castellón estaba adjudicada, pero cuando llegó Rajoy la paró y hubo que pagar una indemnización a la empresa. Ahora, cuando se ha retomado el proyecto, ha sido necesario volver la Declaración de Impacto Ambiental, que ahora es más difícil, porque hay más gente que se opone. Por otra parte, la finalización de la conexión en la Encina será muy importante.
- En caso de continuar una legislatura más, ¿cuál cree que debe ser la relación de la Generalitat Valenciana respecto a los medios de comunicación comarcales, que ayudan a vertebrar el territorio?
- Es fundamental la comunicación de proximidad. Creo que nuestro territorio, además, lo necesita. Hemos hecho avances, y vamos a dar más pasos adelante, porque estamos absolutamente convencidos de que es necesario fortalecer la comunicación para tener una sociedad formada e informada, en todos los ámbitos, no solo en las grandes ciudades.
Tenemos que hacer un esfuerzo para solidificar todo el tejido comunicativo valenciano, que es débil, y conseguir que los medios de comunicación comarcales tengan más potencia.
- ¿Qué se puede hacer para evitar la despoblación?
- Respecto a este asunto, ahora hay una política, cosa que antes no había. Para mucha gente, la Comunidad Valenciana no tiene un problema de despoblación, pero lo cierto es que sí que lo hay. Hemos querido poner en la agenda el problema, con la Ley anti-despoblación y con muchas acciones coyunturales, por ejemplo, hemos instalado 144 cajeros en otras tantas localidades que no tenían acceso a este servicio. Hemos aplicado una serie de programas para acercar determinados servicios públicos a localidades que no disponen de ellos, unos servicios que se prestan de carácter itinerante.
También hemos conseguido que no se cierren más escuelas. Además, también hemos acercado al máximo los servicios sanitarios y sociales, porque eso da garantía de mayor estabilidad a la población. Esto lo tenemos que complementar con otros programas, por ejemplo, con el programa de lucha contra los incendios, para que sean los agricultores los que puedan revalorizar los terrenos abandonados y que sean los agricultores los que se beneficien de ello, al mismo tiempo que hacen una función de prevención, que es mucho mejor que invertir en la extinción. Es un programa del que vamos a poner un plan piloto y que queremos extender a todo el territorio, e incluir también la ganadería.
En definitiva, hay que cambiar la mentalidad en muchos aspectos, especialmente, en materia de normativa urbanística y funcionamiento de la administración. Hay que desburocratizar el funcionamiento de la administración, porque no es lo mismo un plan general de ordenación para un ayuntamiento pequeño que para uno grande.
- En las comarcas del interior, hay una gran preocupación por los macroproyectos de plantas solares. Desde la Generalitat ¿qué limitaciones va a haber a la hora de instalar estas macroplantas?
- Nuestra respuesta no es un sí a todas, pero tampoco un no a que puedan existir. Hay sitios donde podrán ubicadas sin perjuicio medioambiental y otros en los que sí que lo causarían, por tanto, hasta ahora, de las solicitudes, se han autorizado la mitad. No se puede tomar una decisión generalizada, sino que hay que ver cuándo se cumplen los requisitos y cuándo no. La nuestra es una política de conciliación de intereses entre el punto de vista del medioambiente y el de la necesidad de estas energías. Hay que recordar que hay un acuerdo para cerrar la central de Cofrentes... Tenemos que ser conscientes todos. Hay muchas vías, no solo las grandes macroplantas, por ejemplo, el autoconsumo se ha disparado. Aún así, necesitamos mayor capacidad de generación energética, pero eso no quieren decir que se puedan instalar macroplantas en todos los sitios. Además, debe haber un retorno para el territorio.
- Un asunto que ha generado mucho debate es el de la instalación de las macroplantas solares. ¿Cuál es el criterio de la Generalitat? ¿Sería posible que en las localidades que tienen estas plantas se aplicaran beneficios en las tarifas de la luz?
- Las energías renovables son absolutamente necesarias para la descarbonización y para tener soberanía energética. El futuro y el mantenimiento del estado de bienestar pasa por no ser tan dependientes de la energía como lo hemos sido hasta ahora. No obstante, esto se tiene que hacer de manera adecuada, no se puede poner placas fotovoltaicas en cualquier sitio, pero no tenemos otra alternativa. Si no queremos renovables, solo quedan los combustibles fósiles. La descarbonización ya es imparable, necesitamos descarbonizar. Generaciones anteriores quizá pudieron tener excusa, pero la nuestra no la tenemos, sabemos perfectamente que el cambio climático está aquí y tenemos que hacer todo lo humanamente posible para pararlo en la medida de nuestras posibilidades y, al menos, que no avance. Eso significa que necesitamos más renovables, cuantas más fotovoltaicas, más soberanía energética y más capacidad para políticas sociales y mayor estado de bienestar. Por tanto, no solo es una cuestión energética, que lo es, pero también de soberanía económica.
Con esta premisa inicial, tiene que haber una correspondencia en cuanto a la ubicación de estas placas. He propuesto que en aquellas poblaciones que tengan un superávit de energía renovable sus vecinos y empresas tengan una rebaja automática en la factura de la luz.