- ¿Qué le ha llevado a tomar la decisión de cambiar de destino?
- Yo soy de Algemesí y desde hace algún tiempo, el ir y venir es algo que cada día me resultaba más pesado. Al principio, es algo que te lo ves hecho, pero poco a poco la carretera se hace más pesada. Cuando la gente me pregunta por qué me voy, lo resumo en pocas palabras: porque yo no soy de aquí. Aquí entra un poco el cansancio, acercarte a casa y a la familia. Además, creo que 20 años es un ciclo, me quedan aproximadamente otros 20 años en la función pública y creo que es momento de plantear otras posibilidades dentro de la administración. La Diputación es un buen destino y, por tanto, se han dado todas las variables para este cambio. 
- ¿Cuál es su nuevo destino?
- El servicio de comarcalización de la Diputación. Es un proyecto para crear las oficinas de proximidad a los municipios, que se ubicarán en las capitales de comarcas. Se pretende asesorar y dar una asistencia y asesoramiento de manera más directa especialmente a los municipios pequeños. Aunque la administración electrónica ha avanzado, los ayuntamientos de pueblos pequeños y más alejados de las capitales necesitan una conexión tanto geográfica como de personal más eficaz. 
Hay que tener en cuenta que más del 80% de los municipios de España tienen menos de 5.000 habitantes, por tanto, la función de asesoramiento jurídico, fiscalización y gestión económica la ejerce un mismo cargo: el secretario-interventor, por tanto, necesita ayuda, y esa función de asistencia por ley le corresponde a las diputaciones. Las oficinas de comarcalización pueden tener un peso para mejorar la gestión de esos municipios.
- ¿Qué asuntos le han supuesto más preocupación y trabajo en estas dos décadas? Vienen a la cabeza asuntos como les casetes, los primeros terrenos del hospital...
- Cualquier expediente, licencia, proyecto de obras... tiene su dificultad, pero sí que es cierto que asuntos como el de les casetes y el hospital han sido los que una mayor repercusión social han tenido, pero no los únicos. En estos años, Ontinyent ha sufrido un cambio en cuanto a infraestructuras, mejora de las zonas urbanas, de las zonas con valor ambiental, renovación del personal del Ayuntamiento... Todo eso jurídicamente comporta trabajo y tiene su relevancia. Dentro de unos años hablaremos de toda la renovación que se está haciendo de los centros educativos, a través del Pla Edificant, que financia la Generalitat pero ha delegado la gestión en los municipios, y que implica a muchos departamentos municipales. En las obras del casco antiguo o zona histórica, el hecho de que sean sobre bienes protegidos también dificulta mucho, porque tienen que pasar por diferentes informes de la Generalitat y diversos trámites que hace que se alargue en el tiempo y requiere expedientes más técnicos que han supuesto más esfuerzos para todos los departamentos. 
La adaptación de las ordenanzas a la legislación también es otro aspecto, por ejemplo, cuando cambió el criterio respecto a las plusvalías supuso un cambio en las ordenanzas fiscales. El proceso de estabilización de personal marcado por la ley también supone un incremento de procesos selectivos, creación de tribunales, etc... 
- ¿Entiende cuando la ciudadanía tiene la sensación de un exceso normativo que ralentiza mucho los trámites?
- Sí, la agilidad administrativa aún es un reto. Es verdad que algunos trámites se pueden hacer desde casa, pero aún hay muchos que son personales. Esto afecta al personal de la administración pero especialmente a los administrados. Es verdad que la ley pretende dar seguridad jurídica y la mayor garantía, pero al mismo tiempo, eso supone cargar los trámites sobre la ciudadanía. Es un reto pendiente en todas las administraciones, pero especialmente en los municipios más pequeños. Por eso, comparto esa visión de una administración que tiende a ser más eficaz pero a la que aún le queda mucho para alcanzar la agilidad deseada.
- ¿Qué se lleva Rafael Hernández de Ontinyent?
- Un bagaje profesional y personal impresionante. En el último pleno me despedí y destaqué varias cosas: el respeto hacia mi función y la buena relación con todas las corporaciones. Eso es muy importante para que un funcionario pueda trabajar con tranquilidad y centrado en sus funciones. Siempre me he sentido muy bien acogido. Además, este bagaje se ve reforzado por la dedicación del personal del Ayuntamiento a la función pública. Sumado todo ha hecho que estos casi 20 años me hayan pasado rápido y cuando ocurre esto es porque lo has disfrutado. Puesto todo en la balanza, el bagaje profesional y personal es muy bueno y dura para toda la vida.