- ¿Qué le llevó a establecerse en Reino Unido?
- Aquí trabajo para Ferrovial, pero antes estuve en Arabia Saudí, con otra empresa española, donde trabajé en un tramo del AVE de Medina a La Meca. Después, gracias a una amiga de Ontinyent que trabajaba en Londres, encontré trabajo en el proyecto de la ampliación de la Northern Line del metro, donde hicimos dos túneles y dos estaciones nuevas. De ahí pasé a otro proyecto con tuneladora, el Tideway, que en su momento era el proyecto con tuneladora más grande. Hemos creado un túnel o canalización a 60 metros bajo del Támesis, para recoger todas las aguas fecales y conducirlas a una depuradora. Ha sido un proyecto importante, porque hasta hace poco, cuando la red no daba para soportar la masificación de la ciudad, vertían las fecales al río. Hay que tener en cuenta que la red era de 1760. Actualmente, la ciudad tiene 14 millones de habitantes, con su área metropolitana y no daba abasto. El túnel transcurre completamente por bajo el río.
El siguiente proyecto ha sido el Silvertown túnel, un túnel urbano de doble tubo (un tubo por sentido) de 1,4 km que cruza el río Támesis, que tiene como objetivo descongestionar el tráfico. 
- ¿Se ha especializado en la creación de túneles?
- Sí, el último proyecto entre enero y marzo lo tendremos terminado. La verdad es que Ferrovial ha tenido muchos proyectos aquí en UK. Queda el proyecto de la Alta Velocidad, pero con el cambio de Gobierno está la cosa más parada... 
- ¿Tiene intención de quedarse si surgen más proyectos?
- Aquí hay mucho trabajo en obra civil y obra pública. Ya con las Olimpiadas empezaron a invertir mucho, pero estas inversiones han continuado para mejorar carreteras, por ejemplo. A la vista está que las constructoras no paran. Puede que Ferrovial diversifique con proyectos en otros países como Canadá y EEUU, pero las constructoras de Reino Unido buscan mucho el perfil de ingeniero español, porque venimos muy curtidos. Los ingenieros españoles estamos muy bien valorados en el extranjero. 
- ¿Qué ventajas tiene el sistema universitario español en cuanto a la especialización de las Ingenierías respecto a otros países en los que la formación es más general?
- En España nos centramos mucho en la teoría, desde la base, lo cual es importante. Aquí nos traen a becarios, a los que ponen como si fueran nuestra sombra y ves que preguntan cosas muy básicas, que por la manera que tienen de planificar los estudios no llegan a abordar esa base. En cambio, su sistema está mucho más adaptado a encontrar trabajo. Ellos tienen 3 años de carrera, pero realmente es año y medio de estudiar, porque el primer año es teórico y el segundo año ya los introducen en empresas, que esponsorizan a los estudiantes: les pagan la carrera y entran a trabajar en esa empresa. Del salario descuentan lo que les ha costado sufragar esa carrera. 
No es que nuestro sistema sea mejor o peor, es diferente, pero lo cierto es que ellos tienen un 3% de paro. Aquí, con una carrera universitaria es imposible que no encuentres trabajo. 
- ¿Es ese uno de los principales motivos por los que está en Reino Unido y no en España?
- Un poco sí. La crisis hizo mucho daño al sector de la construcción, que era un pilar de la economía española. Se cancelaron una gran cantidad de proyectos. Por ejemplo, aquí el proyecto del colector son 11.000 millones de euros. El proyecto del túnel es de 5.000 millones de libras. Es normal, cuando las cosas no van bien que se cancelen proyectos. En mi caso, se juntó que acabé la carrera, no había muchas oportunidades en España, te pedían experiencia... las oportunidades llegaron de fuera.
- ¿Cómo valora la experiencia en Arabia?
- Es complicado. Estuve casi dos años. Ahora estamos viendo que el país se está abriendo un poco, pero cuando llegué en 2015, las mujeres no podían conducir. Recuerdo ir por la autovía para hacer visita a la obra y nos adelantaban coches conducidos por niños de 12 años, que llevaban a su madre a comprar, porque las mujeres no podían conducir. Después en la intimidad todo esto pasa a un segundo plano. Yo fui allí con una mentalidad muy occidentalizada, pero al final te das cuenta de que es su cultura y que no puedes cambiar nada. De hecho, para ellos, el que está equivocado eres tú. El papel de la mujer allí se reduce a acompañar al hombre, no puede hacer nada sola. Eso choca mucho, pero para ellos es lo normal. El choque cultural fue muy fuerte. Estaba todo prohibido: no había conciertos, ni salas de cine, el alcohol estaba penado. Después en sus casas, hacen y deshacen.
- Pasó de un país con tantas restricciones a una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. ¿Cómo asimiló el cambio?
- La primera impronta de Londres era la de mucho agobio, un ritmo de vida muy rápido, olor a comida en todas las calles y durante todo el día... Me costó encontrar piso al principio, porque buscaba algo cerca de la obra. El primer piso parecía Bagdad, una habitación más que reducida, por un dineral de alquiler... pero después las cosas empezaron a rodar. El trabajo me gustaba mucho. Hasta ese momento, no había trabajado con tuneladora, aunque mi trabajo de final de carrera lo había enfocado a los túneles. Al final encontré una casa cerca del trabajo, con otros dos compañeros españoles y uno de la India. Aunque ahora trabajo más lejos, he mantenido la casa. Es verdad que mi jornal me permitiría vivir solo perfectamente, pero estoy aquí para ahorrar. He comprado un piso en Ontinyent y estoy reformándolo. La idea es volver. 
- ¿Tiene fecha?
- De hecho, ya volví una vez. En 2021, empecé un máster en Valencia, que me permitían cursar online, pero a finales de 2021, me recomendaron que intentara pasar más por clase. Así que tuve que pedir permiso en la empresa y me dieron una pequeña excedencia. De hecho, estuve un año trabajando en ATEVAL mientras cursaba el máster. Al acabar el máster me planteé si me quedaba ya en casa, porque tenía trabajo en el pueblo, a un paso de casa... pero desde Londres me llamaron para preguntar cómo lo llevaba. Con el Brexit a las empresas les ha sido muy complicado traer a gente formada y con experiencia. Yo tenía la permanencia y conocía al equipo de túnel, por eso la empresa insistía en que volviera. Cuando yo les decía que estaba a gusto en casa, me preguntaban cuánto quería ganar. Te paras a pensar y piensas en este extra de un año, que al final será algo más de tiempo. Estamos acabando muchas fases de la obra, pero calculan que en marzo del año que viene entregaremos la carretera. Así que voy a acabar el proyecto y ya veremos. La idea sería volver, quiero vivir en Ontinyent, porque mi pueblo me gusta mucho, pero creo que aún estaré fuera unos meses.
- ¿Qué se echa más de menos de Ontinyent y de España?
- Las oportunidades laborales y los salarios es lo mejor que tienen aquí, el reconocimiento del profesional, también, especialmente en mi sector, que en España aún está un poco anclado. Aquí tienen superada esa barrera y buscan perfiles muy especializados. En España tienes que remar mucho para encontrar un bueno puesto de trabajo y salario. Aquí la gente escala rápido en las empresas.
Lo que más echo de menos es la gente, el clima, el día a día, pasear por la calle y que te cruces con algún conocido de la familia y te pregunte cómo estás, o algo tan simple como el trato amable y personal que te dan en un supermercado. Eso aquí no existe, porque la gente vas en el metro y nadie te mira, todos mirando el móvil... Todo el mundo va con prisas. Esa relación interpersonal, aunque seas un desconocido, aquí no la tienen. Es una ciudad tan grande, con tantas nacionalidades que es imposible. Madrid, Barcelona o Valencia son ciudades también grandes, pero entras a una panadería y te saludan. Aquí nadie te da los buenos días. Incluso en el trabajo, el otro día lo comentaba con un compañero español: los de la subcontrata vienen a la oficina y ni saludan... Nosotros, los españoles, llegamos a la oficina y nos saludamos, preguntamos cómo ha ido el fin de semana... 
El clima se echa mucho en falta también. Este año ha sido criminal. Desde el 1 de enero hasta abril, al mes hemos tenido una media de dos días completos de sol. Se ha pasado muchos días lloviendo. Incluso días que parece que marque sol, la lluvia aparece. El mismo día puedes tener sol, lluvia, nubes, etc.
- Como experto, ¿conoce y ha seguido las obras que estos últimos años se han ejecutado en Ontinyent? ¿Alguna que le haya llamado la atención?
- Algo sí que las he seguido. Por ejemplo, el piso que he comprado está en la calle Gomis y da al Museu Textil y al parque inundable de la Cantereria. De todas las obras, de la que me siento más orgulloso, porque veo que se han puesto las pilas, es el de la escollera en Benarrai, para recoger las aguas pluviales y el micro túnel para el colector. La escollera la vi y pensé: qué obra más bien hecha, con sentido y con el dinero bien aprovechado. Y el colector, igual. Esas son las que más destacaría por dificultad y por interés real o utilidad. Es cierto que el Museo Textil es importante, pero la utilidad, ya la veremos. Hubiera sido interesante que la sede de ATEVAL se pudiera trasladar al Museo Textil. Yo soy muy enamorado de Ontinyent, allá donde estoy intento ser embajador de la ciudad. Salgo a Fiestas. Aquí en Londres, todos los compañeros de la oficina han visto vídeos de la Entrada. La Vila y la Calle Mayor me dan mucha pena, porque están cayendo a trozos. También he seguido el problema en las obras del Martínez Valls, que por otra parte, también es comprensible. A nosotros nos ha pasado en algún caso, en el que el proyecto es a precio cerrado, presupuestado en el año 2017. No podemos alegar pandemia ni guerra de Ucrania... Muchas veces entiendo a las constructoras, porque en ocasiones les sale más barato ir a juicio y pagar una indemnización que terminar la obra.