La Entrada de Ontinyent ha empezado con un espectacular boato de la comparsa Bucaneros, a la que este año corresponde la capitanía cristiana. En el primer bloque, Ontinyent se trasladaba a primeros del siglo XVII, cuando una epidemia de peste afectó a la villa. Ante este trágica situación, una cruz, escondida en Panamá, curaría esta terrible enfermedad. Siete guadañas y cuatro jinetes de la Apocalipsis representaban esta situación.


Avanzaba el boato con el bloque en el que los bucaneros recorrían una travesía hacia el infinito. La coreografía "Gaviotas", de Masters, daba vida al mar, junto a tres escuadras.
Los árboles y la vida salvaje de la selva, en el tercer bloque, lo representaban el ballet Ópera, con sus bailarinas y una plataforma con una caldera humeante y una celda oscura. Una carroza con una calavera cerraba este bloque, preludio de la batalla entre los Bucaneros y los Berberiscos. La batalla la representaba el ballet de Iván Gómez y una carroza en forma de barco destrozado. Ahora bien, tras las escuadras, una nueva carroza, en forma de puerta abierta, anuncia el regreso a la tierra prometida, protagonista del quinto bloque del boato, en el que los bucaneros regresan con la cruz en el pecho, tras salir victoriosos contra la peste y contra los Berberiscos. Una espectacular carroza en forma del Campanario de la Vila dejaba testimonio de este regreso y era preludio de la llegada del capitán, Javier Ureña Beneyto, que entraba victorioso precedido de la escolta femenina, en la que desfilaba su esposa, Loli del Amo. Una plataforma, que portaba la Cruz, precedía a la escolta del capitán, con el primero tro, Antonio del Amo, y los tres hijos del capitán: César, Mario y Javier. Tras ellos, emocionado, recibía el calor y los aplausos del público el capitán cristiano, Javier Ureña Beneyto.