Las redes sociales y sitios web como YouTube están cambiando la manera de comunicarnos entre nosotros y se puede decir que están moviendo el mundo, interconectándolo a su manera.
Más allá de los ídolos televisivos, en la actualidad los jóvenes encuentran sus referentes en los llamados ‘influencers’ o en los ‘youtubers’. Se fijan en ellos, aprenden de ellos, quieren ser como ellos y podrían en el futuro incluso convertirse en titulaciones universitarias.
La fiebre de los ‘youtubers’ ha llegado también a Ontinyent. Sebastián Ortiz García (19), Jorge Silva Gómez (19) y Pau Ferrero Pla (22) están detrás del canal de GeekNook, traducido del inglés ‘rincón del friki’. Buscaron un nombre único, que nadie más en el mundo lo tuviera.

A base de pràctica
Jorge y Sebastián, que son amigos de la infancia, estudian Bachillerato y Pau está trabajando. Empezaron sin a penas nociones, de manera autodidacta. “No sabíamos dónde nos movíamos. Hemos aprendido a base de la práctica y descubrimos el Copyright a base de reclamaciones”, explican los jóvenes.
Este proyecto lleva en marcha casi tres años y en estos momentos cuentan ya con más de 82.000 suscriptores y han llegado a superar los 34 millones de visualizaciones con un vídeo sobre actores que empezaron su carrera en el cine “no convencional”, un contenido que YouTube borró por no adecuarse a las normas de la comunidad. La guerra, la política o cualquier tipo de polémica es censurada por el sitio web. Otro aspecto de YouTube que aprendieron a base de práctica. Otros de sus vídeos más vistos es el de los ‘7 mejores imitadores de cantantes’, que cuenta con más de 5 millones de visitas, o los ’20 errores que no habías notado en los Simpson’, con más de 3 millones.

En YouTube no vale todo

Su contenido es variado, comentan por ejemplo series, videojuegos, películas, curiosidades o mensajes ocultos sobre temas de actualidad, y también han introducido miniseries y sketches.
Cuando se les pregunta si se puede vivir de esto comentan que “si tienes suerte, y te mueves, sí se puede”. En la actualidad explican el canal les genera ingresos pero que no pueden vivir ello. Detallan que hay unos mínimos para empezar a rentabilizarlo, ya que es necesario contar con al menos 1.000 suscriptores y 4.000 horas de visualizaciones en los últimos 365 días. Los anuncios saltan aleatoriamente. A partir de ahí YouTube, en rasgos generales, paga en relación a cuántas personas vieron el vídeo y al porcentaje que vieron. No obstante YouTube se queda la mayor parte de los beneficios. “Claro, es el jefe”, justifican. Reconocen que “los grandes youtubers no viven de YouTube sino de las marcas, que les pagan grandes cantidades de dinero por sacar su refresco, camiseta, etc., en el vídeo”, detallan.

Un trabajo que quieren que se valore
Detrás del canal no es todo color de rosa. Hay muchas horas de trabajo, de investigación y de edición. “La gente piensa que los vídeos se montan enseguida, pero no es así”. Les gustaría que se reconociera el trabajo que realizan.
Tras el aumento de su popularidad se sienten cada vez más responsabilidad. “Una vez superas los 10.000 suscriptores ya no lo ves tanto como un hobby, sino como un trabajo un compromiso con los seguidores”, destacan.
La ansiedad o la depresión por la sobreexposición a las redes son problemas que se han aparejado en ocasiones a los ‘youtubers’, algo que afectó por ejemplo al 'Rubius'. Son conscientes de ello y han aprendido a lidiar con los malos comentarios y a saber diferenciar entre los que son constructivos de los que no. Para ellos la clave está “en saberlo llevar, en no agobiarse”.
Estos chicos se unen a la fiebre 'youtuber' ontinyentina, en la que también está inmerso el ontinyentí Javi Javaloyes con el canal ‘Yosoyjavi’, que cuenta con más de 73.000 seguidores.
El sueño de Jorge, Sebastián y Pau sería poder llegar a vivir de su canal, por ello están poniendo toda su ilusión y esfuerzo, y su meta más a corto plazo es llegar a los 100.000 suscriptores.