Miguel Benavent Pastor es el fundador de 'El Ray', mítica droguería-bazar-perfumería, que abrió sus puertas en Ontinyent en 1986, por lo que cumple este año 39 años. 

Natural de Quatretonda, Miguel se dedicó de pequeño, junto a su padre, a vender en los mercados de los alrededores productos de plástico y droguería. Cuando tenía 16 años conoció a la que sería su esposa, Isabel, que tenía 13 años y era natural de Cuevas del Almanzora (Almería). Miguel explica que los padres de ésta vinieron a Ontinyent a trabajar por una temporada, y que fue así como la conoció. 

Unos años antes de casarse, Miguel descubrió un local que se vendía en la calle Dos de Mayo de Ontinyent y tuvo la idea de montar una tienda, que regentaría su mujer mientras él seguía dedicándose a la venta ambulante. "Para ir a Almería pasaba por Ontinyent, y un día lo vi, y pensé que sería buena idea montar una tienda", comenta Miguel. "El mercado es muy duro. Te levantas a las 4:00 de la mañana, y regresas a las 16:00 de la tarde", añade. "No quería que mi mujer hiciera eso. Por ello, pensé en montar la tienda". Y así lo hicieron.
(En la imagen, Miguel Benavent, con su hijo Miguel Enrique)

Del mercado a las tiendas
El padre de Miguel iba con un carro vendiendo productos por las localidades de alrededor de Quatretonda. Cuando Miguel cumplió 18 años compró una furgoneta y empezó a hacer mercados más lejos. Empezó con productos de droguería y de plástico, como cubos, jofainas, etc. "Entonces el plástico se vendía mucho más caro", comenta. Iba a localidades como Piles, Benitatxell, Alcántara del Júcar, Cárcer, Aielo de Rugat, Terrateig, Beniatjar y La Granja de la Costera, hasta que llegó un momento en que "no podía con todo", explica. 

Aprovechó la clientela que tenía por aquella zona y abrió una tienda en Cárcer. "Opté por las tiendas, porque es mucho más cómodo", añade. Además, en Ontinyent abrió tres: en la calle Dos de Mayo 54, en Padre Fullana 11 y Músico Casanova 16. Sus hermanos, Carlos e Isaías, también se dedican al negocio, y tienen sus propias tiendas. El primero principalmente en la comarca de La Safor y, el segundo, entre La Costera y la Vall d'Albaida. "Cada uno tiene tiendas en una zona. Nos llevamos muy bien, pero preferimos separar los negocios", señala Miguel. 

Un apodo familiar
Aunque considera que su padre fue el que inició todo, la marca 'El Ray' sí que fue idea de Miguel. Explica que cogió este nombre de un apodo familiar, que, "aunque no lo sabemos cierto, tenemos la teoría de que un tatarabuelo nuestro se llamaba Raimundo. Como este nombre era tan largo, le llamaban 'Ray', al final decían el hijo del Ray, el nieto del Ray... Y de ahí se quedó. Tenemos esta teoría". 

A Miguel le apasiona a el trato con la gente. Comenta que el cambio en los hábitos de consumo y los productos ha sido muy grande en estas casi cuatro décadas. En los comienzos, la droguería era un producto que se vendía mucho. Un "producto estrella" de la época era la laca de la marca Nelly. Poco a poco, la droguería y el plástico no fueron suficientes, y tuvieron que ampliar productos. "Había más competencia, mucho más, y decidimos tener más género". En la actualidad incluyen otros productos como ropa, mantas, sábanas o alimentación.  

La llegada de las multinacionales
Miguel comenta que en los años 90 hubo un gran cambio, con la llegada de las multinacionales y las grandes superficies, "algo que hizo mucho daño al pequeño comercio. Es una lástima que el mercado tradicional se haya perdido, porque el trato de tú a tú lo veo muy frío. Para mí, la mayoría no son clientas, son amigas". 
Cuando se le pregunta sobre cuál es el secreto para mantenerse, Miguel comenta que ha sido "hacer muchas horas" y no decaer. "Si sacas números, hubiera cerrado más de una vez, como hizo la mayoría. Cuando, en lugar de ganar 5, ganas 2, piensas que es una ruina, pero yo nunca he pensado eso. Yo con este disfruto. Soy muy afortunado, he trabajado toda la vida en lo que me gusta, de cara la gente. He visto que he ganado 2, pues 2; he visto que he podido pagar a la gente, entonces, adelante", comenta Miguel.  

Su hijo, Miguel Enrique, de 40 años, trabaja en el negocio familiar, pero su hija Lidia, de 35, es profesora de Educación Especial. Para Miguel, lo mejor que se lleva en todos años al frente del negocio, es lo que disfruta. "Me gusta estar de cara a la gente, hablar y asesorarles, porque cuando los clientes me piden algo, les digo la verdad, tanto para bien como para mal", afirma Miguel. Tal es su pasión por su trabajo, que Miguel, a sus 61 años, no piensa en jubilarse. "Si puedo, seguiré trabajando hasta que falte", concluye.