- ¿Cómo ha sido elegido presidente?
- Era la hora de cambiar la Junta, puesto que los estatutos así lo indican. Alguien tenía que hacerse cargo y me propusieron hacerme cargo de la presidencia, y después de 30 años de profesión y de ver cosas que se pueden mejorar, pensé en ser protagonista y tomar esa responsabilidad de mejorar lo que pueda. Los compañeros me mostraron el apoyo y acepté.
- ¿Se lo tuvo que pensar mucho?
- Esto son cosas que siempre se tienen que pensar porque necesita una dedicación y tienes que tener unos objetivos que, a pesar de que hayas estado preparándote toda la vida, al final tienes que poner negro sobre blanco y tratar que tus compañeros los compartan y hacerlos realidad.
- ¿Pasaba por su cabeza presentarse al cargo o fue simplemente porque se lo dijeron?
- Por mi cabeza no pasaba. Pienso que hay momentos en los que la gente más mayor que está desde el inicio tiene que dejar paso, pero como la gente más joven no da ese paso adelante, ya les llegará el momento, por lo que no queda más remedio que aceptar.
- ¿Quién forma parte de la nueva junta del ARQO?
-Los integrantes somos Francisco Galiana como presidente, Alberto Bonastre como secretario, Daniel Sevilla como tesorero y Baldo Molinero como vocal.
- ¿Cuáles son los objetivos que se ha marcado la nueva Junta?
- Los grandes objetivos marcados son tres. El primero lo dije ya en el momento de presentarme a presidente, pienso que después de casi 30 años desde la creación de la junta, hay que dar más protagonismo a la gente joven, que llega con nuevas inquietudes y formas de trabajar, puesto que la nueva carrera de arquitectura se enfoca en varios trabajos. Es por eso que pienso que hay que modernizar y actualizar los estatutos para hacerlo posible. Hay que adaptarlos para mejorar aspectos que hace 30 años no se comentaban, aspectos como la igualdad de género o la sostenibilidad, y todo esto tendríamos que anclarlo a la Asociación para adaptarnos en el momento histórico que estamos viviendo.
El segundo de los objetivos es el de hacer cambiar a la sociedad la percepción del trabajo de arquitecto. Piensan que somos un gasto y no una inversión. Nosotros queremos hacerles saber que no somos solos las cuatro rayas en el papel sino que hacemos mucho más. Necesitamos que sepan que no solo hacemos 4 papeles para que el Ayuntamiento dé la licencia. Queremos llegar a nuestros clientes de forma directa, puesto que muchas veces vienen con trabajos que no son directamente del cliente, son constructores que tienen que pasar igualmente por aquí, por eso pedimos que si necesitan un proyecto o asesoramiento para vender inmuebles, les podemos ayudar, puesto que somos la persona indicada. Muchas veces la gente compra viviendas de segunda mano sin preguntar, y acaban pagándolo. El segundo de los objetivos, por resumir, es el de hacer que la gente sepa que los arquitectos somos gente de confianza.
El tercero de los objetivos es el de hacerse valer y tener voz a las administraciones locales. Pensamos que en todos estos años no hemos sabido hacerlo. En Ontinyent tenemos foros de debate que ya quisieran ciudades mucho más grandes que Ontinyent. Contamos con la ‘mesa’ de territorio, que sería un foro fantástico para proponer cosas sobre el futuro y proponer prioridades de actuación, y el Ayuntamiento está utilizándola más como mesa de información que de debate. La idea es participar desde el inicio en este tipo de cuestiones urbanísticas que transcienden legislaturas, que deberían de requerir un consenso social o político. Queremos también mejorar las relaciones con el Ayuntamiento, claro.
- ¿Qué proyectos cree que necesita Ontinyent?
- Yo pienso que en Ontinyent no es necesario ningún proyecto emblemático. Lo que necesita la ciudad es un buen plan estratégico donde concentrar el dinero. En planes como el ARRUR o el centro histórico está concentrándose mucho dinero, pero lo hace de manera dispersa. Si rehabilitas una casa sí y 50 no el resultado no se ve. La administración tiene que potenciar y sacar adelante un proyecto que dinamice lo que hay, que interese vivir, invertir o tener un negocio en esa zona. También somos conscientes que ni el entorno social, económico ni político ayuden a estas cosas. Conviene tener muy claro dónde colocar el dinero y ser conscientes de cómo funcionar.
- ¿Os sentís apoyados por el Ayuntamiento?
- La realidad es que el Ayuntamiento echa mano de los arquitectos de Ontinyent para hacer algunas cosas, pero no nos deja trabajar en las que considera que está fuera de nuestra capacitación, hecho que nosotros posamos en entredicho. Nos lo pone muy difícil, puesto que los pliegos de condiciones para las contrataciones son inasumibles para los arquitectos locales, que somos los que conocemos la ciudad, la gente y la problemática. Lo que esto provoca es que, por ejemplo, de la junta yo sea el único que tiene el despacho en Ontinyent, los demás lo tienen fuera. Al final cuando alguien necesite un arquitecto deberá de irse fuera, puesto que si aquí no nos dan las oportunidades, las buscaremos en otros lugares. En Ontinyent solo nos dan algunas demoliciones por riesgo o pequeñas rehabilitaciones, pero de los grandes proyectos estamos fuera desde el pliego de condiciones.
- ¿Por dónde pasa el futuro del sector en la ciudad?
- Los indicadores demográficos dicen que Ontinyent está perdiendo población y seguirá perdiéndola, no sé la velocidad, pero lo hará. Con la crisis fueron los inmigrantes los primeros que dejaron la ciudad, pero ahora son los estudiantes los que salen fuera y ya no vuelven, y son más de los que pensamos. Si no vuelven no harán familia en Ontinyent, por lo que la población va a menos y la localidad no necesita tanta vivienda, por lo que el sector pasa para reconvertirse a rehabilitaciones y sobre todo los alquileres, que las promociones futuras tendrán que valorar si ese tiene que ser lo nicho de mercado, puesto que la gente quiere comprar barato, hecho que irá reduciendo los salarios y al final los bancos no darán créditos para comprar viviendas nuevas, por lo que el mercado del alquiler es el que va en alza. Tiene sus complicaciones, pero tenemos que ir adaptándonos.
- Ya que menciona la anterior crisis que tan de mal hizo al sector, ¿hay miedo a una nueva crisis que acabo de tumbar todo el en lo referente a la construcción?
- La anterior crisis nos hizo mucho de daño. Cayeron los precios de los honorarios de los arquitectos y ya no los hemos podido recuperar. Hay muchos arquitectos y muy poco trabajo y encima ahora ha parado la producción china y el turismo está frenándose. Esa cadena irá frenando también al sector inmobiliario y de la construcción. No sabemos la gravedad que tendrá, pero somos conscientes que todo está cambiando, incluido nuestro trabajo. Yo pienso que los que más lo notarán serán los que están en un momento de cambio, puesto que aquellos que ya se han adaptado no lo vivirán tan duramente. Los más mayores somos los que lo tenemos más complicado, puesto que no hemos parado de reconvertirnos, del papel hemos pasado al primer ordenador, después al de ahora. También las normativas han ido cambiando y ya no valen para nada, se han multiplicado. Todo va tan rápido que no nos da tiempos a actualizarnos.