El Ayuntamiento de Ontinyent, a través de la Concejalía de Sostenibilidad, ha puesto en marcha dos actuaciones centradas en la mejora de la salud ambiental en los parques, jardines y zonas verdes de la ciudad. Por un lado, se ha iniciado el “Proyecto de siembra de alcorques para el fomento de la biodiversidad urbana”, una actuación que busca favorecer la presencia de fauna beneficiosa como herramienta natural de control de plagas. Paralelamente, se está reforzando el programa de control integrado de plagas mediante la instalación de trampas para insectos no beneficiosos, como por ejemplo el pulgón, el cotonet o la procesionaria.
La concejal de Sostenibilidad, Sayo Gandia, destacaba que “con estas actuaciones queremos avanzar hacia una gestión más sostenible y equilibrada de nuestro entorno urbano. Apostamos por soluciones que respetan la biodiversidad y que reducen el uso de productos químicos, protegiendo la salud de las personas, la fauna y la flora local”.
El proyecto de biodiversidad urbana consiste en la plantación de plantas aromáticas y florales en los alcorques de los árboles, transformándolos en pequeños refugios verdes para la fauna amiga, es decir, insectos y animales útiles como por ejemplo las mariquitas, depredadores naturales de plagas como los pulgones. Además de contribuir al control natural de plagas, estas siembras mejoran el aspecto estético de la ciudad y favorecen la educación ambiental. Para informar y sensibilizar la ciudadanía, se colocarán carteles explicativos en los espacios donde se lleven a cabo las siembras. “Queremos que la gente conozca el valor y la utilidad de estos pequeños espacios, y su impacto en la calidad de vida de todos y todas”, añadía Sayo Gandia.
Por otro lado, Ontinyent continúa reforzando su programa de control integrado de plagas, que se basa en el uso combinado de varias técnicas para reducir el uso de pesticidas. Este programa contempla la colocación de diferentes tipos de trampas para monitorizar y controlar la presencia de plagas, como por ejemplo trampas con feromonas para controlar el picudo rojo, una plaga que afecta gravemente las palmeras; las estaciones para detectar la presencia de la procesionaria del pino, y así programar tratamientos biológicos mediante endoteràpia; trampas adhesivas cromáticas, que atraen insectos fitófagos y permiten evaluar las poblaciones tanto de plagas como de sus depredadores naturales; o inspecciones visuales por parte del personal técnico y operarios, formados para detectar de forma precoz signos de infestación o enfermedades en el arbolado urbano.
Según explicaba la edil, “nuestro objetivo es avanzar hacia una ciudad más resiliente ante las plagas, apostando por una vigilancia continua y actuaciones sostenibles. El control biológico y la gestión integrada nos permiten actuar solo cuando hace falta, reduciendo así el impacto ambiental”. Estas medidas se integran dentro del plan de mantenimiento y mejora de las zonas verdes de la ciudad, que está en constante revisión para adaptarse a los nuevos retos ambientales y a la aparición de nuevas plagas.