Ontinyent ha vivido viernes 22 de agosto una Entrada de Moros y Cristianos inolvidable, la primera desde que las fiestas han sido reconocidas con la declaración de Interés Turístico Internacional. A pesar de registrarse una inesperada y fuerte tormenta con granizo pocas horas antes de la Entrada, el acto se desarrolló con normalidad, con toda su intensidad y reunió a miles de participantes y espectadores en una de las noches más esperadas del año. Un espectáculo que se alargaba desde las 18:00 horas, hora del inicio del desfile cristiano, hasta pasadas las 3:00 horas a finales de la Entrada Mora.
Miles de personas, entre entre festeros y festeros de las 24 comparsas, bandas de música y músicos, ballets, extras o equipo de asistencia a las carrozas y espectáculos, participaban en un intenso desfile que recorría las avenidas Almaig y Daniel Gil. El alcalde de la ciudad, Jorge Rodríguez, acompañado por la vicepresidenta de la Diputación de València y 1ª teniente de alcalde Natàlia Enguix, y los miembros de la corporación, actuaba como anfitrión en la tribuna de autoridades para las personalidades políticas de las diferentes administraciones que acudían a disfrutar del acto, entre las cuales se encontraban la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant; la vicepresidenta de la Generalitat y Consejera de Servicios Sociales, Susana Camarero; o el presidente de la Diputación de València Vicent Mompó. La entrada estuvo retransmitida en directo por la tv pública valenciana À Punt, y se puede revisualizar a través de su web.
Bucaneros y Fontanos ponen el espectáculo al bando cristiano
La Entrada empezaba con el boato de la comparsa Bucaneros, encargada este año de la capitanía cristiana. La propuesta transportó Ontinyent al siglo XVII, cuando una epidemia de peste afectó la ciudad y una cruz escondida en Panamá sería el elemento redentor. Se escenificaron imágenes de gran impacto visual como las guadañas y los jinetes del Apocalipsis, la travesía marina representada por el ballet Masters, y la selva con sus formas salvajes de la mano del ballet Ópera. Un momento destacado era la recreación de la batalla entre Bucaneros y Berberiscos, con una puesta en escena de coreografías y una carroza en forma de barco. El retorno victorioso quedaba simbolizado en una puerta abierta y una carroza con el campanario de la Vila, paso previo a la aparición del capitán cristiano, Javier Ureña Beneyto, escoltado por su esposa, Loli del Amo, y con la presencia de sus tres hijos, César, Mario y Javier.
En cuanto a la embajada cristiana, la comparsa Fontanos evocaba la historia del nombre de Ontinyent, desde sus primeros vestigios visigóticos hasta la declaración oficial de 1982. A través de un recorrido histórico y simbólico, se mostraron las etapas visigoda, musulmana y cristiana, con espectáculos como la leyenda del gigante de hielo del río Clariano, la fortaleza islámica representada por les covetes dels Moros, y la conquista de la ciudad por Jaime I. Un ballet de Iván Gómez escenificaba la leyenda de San Jorge y el retorno de la corona. La embajada se completaba con la escolta formada por la escuadra Gamba Salá y la entrada del embajador cristiano Enrique Montesinos y el abanderado Ximo Revert.
Berberiscos y Kábilas fascinan con su puesta en escena
La Entrada Mora arrancaba con la capitanía de los Moros Berberiscos, que este año se inspiraba en Barbaria y en el cauri, utilizada como moneda en tiempos ancestrales. El capitán, Sisco Beneyto, en el papel de Hizzir Bin Yakubm, aparecía acompañado por su mano derecha, Sayyida al Hurra, y escoltas con maquillajes de gran espectacularidad. Desde torres de vigilancia hasta escenas de batalla con guardias y guerreras, el desfile combinaba el exotismo con la fuerza escénica de ballets como la “Danza del mar y la tormenta” de Masters o “El poder del cauri” de Ópera. Una cueva dorada simbolizaba el tesoro acumulado en las incursiones, antes de la entrada del capitán y su favorita, rodeados de escoltas y soldados.
El desfile se cerraba con la embajada mora, a cargo este año de la comparsa Kábilas. En ella, los personajes Khaymy al-Tartuši Atarfe y Rubirt ibn Bilda, representados por el embajador Santiago Tortosa y el abanderado Roberto Belda, eran convocados por el rey Abdalá para conquistar nuevos territorios.
La escenografía combinaba la fuerza de las tropas enemigas con el contraste con una laguna donde una niña vestida de blanco mostraba el camino de la paz mediante la palabra. El boato contó con el ballet de Masters “Sara Noor”, con música compuesta por Saül Gómez para la ocasión. Santiago Tortosa y Roberto Belda, que desfilaban por separado, el primero a pie y el segundo a caballo, contaban con la participación de sus hijos, Roberto Belda Reig, Teresa Belda Reig, Blanca Tortosa Valiente y Lola Tortosa Valiente.