La llegada del verano y las altas temperaturas siempre nos traen a la mente los incendios forestales, y en semanas como esta, Ontinyent recuerda el gran incendio de la primera semana de julio de 1994, que arrasó la práctica totalidad del término.
El fuego, el humo y la desesperación gobernaron durante varios días, que se hicieron eternos. El 94% del suelo no urbanizable del término de Ontinyent, es decir, sierras y barrancos, quedó destruido por las llamas, según el balance oficial publicado por la revista Crónica de aquel año. 5.998 hectáreas del término de Ontinyent y 21.800 ha en todo el término de la Vall d’Albaida y el Comtat.
Miles de personas, voluntarios sin experiencia, salieron a la sierra para ayudar a la extinción de un fuego incontrolable, con el consecuente peligro de morir intoxicados por el humo o quemados por las llamas a las cuales ni tan sólo los operarios fueron capaces de hacer frente. Y es que aquella vorágine de llamas coincidió con otros incendios fuertes en la Comunidad Valenciana. Así que los medios estaban desbordados.
“Fue un drama muy grande. Estaban en llamas en Grecia, Italia, el sur de Francia y el Mediterráneo español, y nos decían desde Valencia que no podían enviar los medios que pedíamos”, destaca el por aquel entonces alcalde de Ontinyent, Vicent Requena.
La ciudad quedó noqueada. Se suministraron mascarillas, picos, palas, y otras herramientas en los comercios. El Ayuntamiento quedó paralizado, sólo con el servicio básico de urgencia, ya que se destinó a los trabajadores que voluntariamente quisieran a apagar el fuego, según relata el cronista oficial de la ciudad, Alfred Bernabeu, y algunas fábricas pararon su actividad, o hicieron turnos para ir a ayudar a apagar el incendio. “Sin duda, los auténticos héroes de esta historia dramática fueron los voluntarios”, contaba la citada revista.

FOTO: Josele Castellón