Ayudar a las personas sin recibir nada a cambio. El voluntariado significa esto mismo. Desde Cruz Roja española y, más concretamente, en Cruz Roja Ontinyent tienen claro que trabajar por esta causa, por ayudar a los demás, conlleva una satisfacción personal “difícil de describir”. Así lo cuentan Paco Francés, voluntario del programa de transporte adaptado; Inma Torró, voluntaria del programa de alimentos, y Yeni Fernández, trabajadora social. 
En el caso de Paco el hecho de adentrarse en Cruz Roja surgió a finales de 2014. El desempleo y la necesidad de conductores para el vehículo adaptado lo motivaron a inscribirse como voluntario. Al poco de registrarse, le ofrecieron poder conocer la ruta que debía realizar, dónde recoger y dejar a los usuarios, etc. “Esto fue un viernes, y el mismo lunes siguiente ya empecé como conductor”, explica Paco. Realizaba el trayecto de la Vall d’Albaida para llevar a los usuarios del Centro de Día de Discapacitados. “Al principio tenía un poco de tensión, pero después me fui adaptando perfectamente, y ahora la verdad, estoy enganchado”, afirma. 
El caso de Yeni es un poco distinto, ya que ella no es voluntaria, sino que es uno de los pocos trabajadores asalariados con que cuenta la institución. Es trabajadora social y empezó en trabajar en Valencia con el servicio de teleasistencia. Desde entonces ha pasado por varios proyectos, y desde este año está destinada en Cruz Roja Ontinyent. Actualmente lleva el programa de extrema vulnerabilidad y personas mayores. 
Inma Torró es una veterana en el voluntariado. Su andadura en la asamblea local empezó en 1990, primero en el programa de emergencia, y unos años más tarde, en el programa de alimentos. En su caso, desde siempre le había llamado la atención Cruz Roja. Se apuntó con la idea de probar sólo un tiempo, pero de eso ya han pasado 27 años. “Aunque es mucho tiempo, creo que no sabría estar sin desempeñar esta labor. Como dice Paco, es algo que engancha”, asegura. La ontinyentina recuerda que en el primer año de implantarse este programa ayudaron a cerca de 25 familias. Una cifra que ha crecido y ha pasado a casi el doble con los años. “Cuando empezó la crisis notamos una fuerte subida”, destaca. El pico más alto que Inma puede constatar durante la recesión rondó las 220 familias. En la actualidad, la cifra se ha estabilizado y en cada reparto dan alimentos a unas 190 familias. El perfil ha cambiado en estos años. Inma destaca sobre todo a las familias jóvenes ontinyentinas con elevadas hipotecas y niños pequeños. “Cuando vienen por primera vez, vienen con reparo, ya que, muchos de ellos con 30 años, nunca han vivido una situación así”, señala Inma.
Para Paco, ser voluntario de Cruz Roja le hace sentirse “útil”. Además, hace un llamamiento porque están “saturados” en lo referido al transporte. “Necesitamos voluntarios, tanto como conductores como auxiliares de movilización”, detalla. Por su parte, Inma añade que ser voluntario “llena mucho”, e invita también a hacerse voluntario, a dedicar “tan sólo unas horas a la semana, porque creo que así el mundo sería diferente”. Por último, Yeni suscribe la opinión de sus compañeros y añade que “aunque no les solucionas todos sus problemas, estás ayudando a que su vida sea un poco mejor”. 
En la actualidad, Cruz Roja Ontinyent, cuenta con cerca de 70 voluntarios, 40 en activo, con una media de 50 años de edad. Aunque Ontinyent está en la media, incluso un poco por encima de localidades como Xàtiva, “nuestro principal problema sigue siendo el recurso humano”, explican. Compaginar el voluntariado con el trabajo o asuntos personales explican que “no es un problema”. Al contrario, están abiertos a adaptarse a su disponibilidad, y a buscar el programa que mejor se adapte. De 10:00 a 13:00, y de 19:00 a 21:00 horas, están disponibles en la asamblea local, sita en la calle de la Morereta. “Animamos también a que se apunte gente joven; sobre todo después de los exámenes, ya que es un buen momento para el acompañamiento de mayores”, comentan, “seguro que no se arrepentirán”, concluyen.