Con pasitos de hormiga avanza el Museu Textil de la Comunitat Valenciana, que Eduardo Zaplana siendo presidente de la Generalitat anunció que se haría en Ontinyent. Y aquí está haciéndose realidad sin prisa. Y con más pausas de las que serían convenientes y deseables. Y eso que el contenedor, la que fueron naves de la empresa de Manuel Revert, han recibido espléndida rehabilitación, reforma y adecuación por parte del arquitecto Natxo Torró Micó, con el que no tengo lazos familiares pese la doble coincidencia de apellidos, que compensamos con complicidades rotarias.
Como suele ser uso y costumbre en nuestras comarcas centrales, no todo lo que es bueno para nuestra ciudad es visto de igual modo por los naturales de otros municipios. No me pidan más detalles sobre los celos congénitos que algunos sufren y padecen, ni por el tamaño de la “pala de figuera” que tendría que colgarse en el techo de la principal entrada de algún ayuntamiento aquejado de esa dolencia del alma. Éste era el antídoto que contra las enfermizas envidias nuestros mayores consideraban el remedio más adecuado para combatirlas. Y, según cuentan, solía dar muy buen resultado.
DESDE BENILLOBA A ALCOI
En À Punt Migdia Notícies del 11 de este mes de junio se dio cuenta de la donación hecha por María Catalá Monllor, viuda del historiador de Benilloba, Josep Julia Serra, que a lo largo de más de cuarenta años recogió -- y en muchos casos restauró con sus propias manos-- y almacenó un buen número de telares, máquinas, utensilios y toda clase de artilugios relacionados con la industrial textil desarrollada en esta población que no dista más de 14 kilómetros de Alcoy. Y a Alcoy donde van a ir a parar para ser expuestos en el Museu de Patrimoni Industrial i Història de la UPV, que según declaraba ante las cámaras de la televisión pública valenciana su director, Josep María Gadea, está a la espera de que sea oficializado por la Generalitat Valenciana.
¿DOS MUSEOS TEXTILES?
Lo de menos es la escasa distancia entre Alcoy y Ontinyent, que apenas es de 34 kilómetros. Lo demás es la incongruencia, la que puede ser absurda competencia que no dejará de hacerse realidad con la existencia de dos museos, que uno del todo y el otro gran medida, tienen al textil como leit motiv en nuestras. Más allá de los celos y recelos de quienes los tienen y sufren, hay una administración autonómica que algo tendrá que decir al respecto. Porque no tiene ningún sentido, salvo que se demuestre lo contrario, que al Museu Textil de la Comunitat Valenciana, decidido y aprobado –más que subvencionado – por la Generalitat Valenciana, le salga un competidor.
LOS ERRORES SE PAGAN
Hacer realidad el Museu Tèxtil d’Ontinyent fue un empeño compartido por unos pocos empresarios de nuestra ciudad. Quienes nos hemos interesado por verlo hecho realidad hemos sabido de los esfuerzos y porfías personales de quienes mucho se implicaron tratando de conseguirlo. Como ha sido el caso de Eduardo Bernabeu Galbis, que por su cuenta ya había comenzado a coleccionar maquinaria, cartonajes, diseños de telas y brocados susceptibles de ser expuestos. Y otro tanto me comentó Enrique Terol Penadés. Por anómalas y desgraciadas circunstancias, de las que nadie se hizo ni se hará responsable, parte de la maquinaria donada para el Museo por varios empresarios terminó achatarrándose por la herrumbre producida por las filtraciones de agua en una de las naves en donde había quedado depositada. Los errores y la pachorra traen este tipo de consecuencias que suelen ser irreparables.
AÚN SE ESTÁ A TIEMPO
Desconozco si todavía hay margen, y sobre todo ganas, de reconducir lo que a todas luces resulta un desatino, como lo es tener dos museos textiles no solo en la misma comunidad autónoma sino a menos de cuarenta kilómetros uno de otro, pero algo se debería hacer en ese sentido. Y más si corresponde a la Generalitat otorgar carta de oficialidad al Museu de Patrimoni Industrial i Història que la Universitat Politècnica de València promueve en su Campus de Alcoy, que se ha visto beneficiado de una generosa donación como la efectuada por la familia Serra-Monllor. Complicado problema, pero no irresoluble si se tienen vocación y ganas de que no se perpetúe semejante dislate.