Calificarlas de espectaculares, como hizo LOCLAR en el primer número postvacacional, fue de lo más apropiado. Vistas en vivo y en directo, o a través de la oferta televisiva de À Punt y Comarcal TV, queda de sobra justificado que se encadenasen los aplausos en directo por parte de paisanos y forasteros, al igual que en los mensajes de admiración enviados por whatsapps, correos y redes sociales. Rendido tributo de admiración será conveniente, pero sin caer en el error del elogio excesivo–que puede provocar debilidad— y sí anotar algunos aspectos que considero del todo mejorables.
Del éxito de las Fiestas de Ontinyent son corresponsables desde los miembros de la Junta de Fiestas a la Corporación municipal, sin olvidar el fundamental papel de los cargos, primers trons y directivas de cada comparsa. Trabajo ímprobo el de todos ellos que, en justo reconocimiento debe plasmarse en un acto en el que se les haga entrega de las distinciones en que se plasman sus nombramientos. Si esos reconocimientos se hacen en el Esmorzar de la Llàgrima, no tiene sentido volver a hacerlo doce horas después en el Pregón, con tantos y efusivos abrazos que alargan hasta el nerviosismo prostático un acto al que le sobra una hora como poco, y sobrado como está de la almibarada prosa utilizada a la hora de biografiar con meliflua delectación cada cargo antes de hacerle subir al escenario, por lo demás magnífico, al igual que las tribunas y plantea.
El protagonismo de la noche del Pregón debe corresponder a quien recibe el honroso encargo de hacerlo. En esta ocasión, la científica y paisana Mariola Penadés, que hizo una depurada demostración de sus conocimientos profesionales, depurada oratoria y brillante puesta en escena. Lástima que su discurso se extendiese hasta la hora y media, duración que resultó excesiva.
Llegados al jueves de la Semana Grande, la Entrà de Bandes es el acto en el que se homenajea a quienes contribuyen de modo espectacular a la grandiosidad de las Fiestas, que sólo se alcanza por la calidad de la música y la excelencia de sus intérpretes. Dos comentarios, escuchados a espectadores foráneos que la presenciaban. Reclamaban la identificación, vía banderín, guion o cartel, de cada una de las comparsas y músicas que ante ellos desfilaban, porque el programa de mano que habían recibido momento antes no les sacaba de dudas. Otra crítica, que sólo los cargos de cada comparsa puedan tomar parte en el desfile. Prohibición que, por otra parte, se entiende si se hizo para evitar la okupación de la Plaça Major por parte de los primeros festeros deseosos de escuchar la marcha mora Chimo, convertida a los sesenta años de su estreno en la Pensión Sol por el mestre José María Ferrero, en icono de la música morocristiana.
Con las Entradas tenemos el principal y más espinoso problema hasta ahora irresoluto de nuestras Fiestas. Por mucha que sea la presión para que se desfile rápido, que se desfiló, el número de festeros, músicos, boatos y ballets, hace imposible reducir su duración. Y, de mantenerse al alza la participación de unos y otros, el problema se agravará. Las posibles soluciones que se vienen planteando desde hace años se frenan por pusilanimidad de quienes temen una airada respuesta si no es del agrado de todos de todos los festeros, de modo que prefieren parchear la goma antes que cambiar el neumático.
Una encuesta, como la contestada por más de tres mil lectores de LOCLAR, debería ser tomada en consideración por quien corresponda. Al igual que los aficionados al fútbol llevan un entrenador/seleccionador a la hora de hacer la alineación de su equipo ideal, en el mundo festero ha habido ya diversas propuestas –cierto que alguna con apariencia dipsómana-- que, al final, sólo tienen dos posibles respuestas. O se reduce la participación de festeros y músicos, o se modifica el calendario festero y se le dedican dos días a las Entradas. Como me gustaría hacer mi personal aportación, sin más aval que mi currículo festero que no es poco, la próxima semana trataré de plasmarlo en este mismo espacio.
Desconozco si la espectacularidad de nuestras Entradas, reconocidas incluso por alcoyanos que no se están ciego de chovinismo, ha merecido algún punto más para conseguir la buscada declaración de Fiestas de Interés Internacional, pero algunas cuestiones hay que poner sobre la mesa para su estudio, que me permito formular a modo de pregunta: ¿Es compatible el actual horario de nuestras fiestas –Entradas-- con una adecuada y atrayente oferta gastronómica para esos turistas que nos gustaría ver por aquí? Imposible por ahora, porque no se puede cenar y ver al mismo tiempo. Con el añadido de dónde poder cenar que no sea en una hamburguesería.
No termino estas notas sin mi tributo de admiración por la calidad, participación, poderío y buen gusto de ambas capitanías. Marineros y Taifas, con Lucía Gil y José Manuel Pardo al frente, han demostrado que se puede seguir engrandeciendo la fiesta pese la altura que en años precedentes quedó puesto el listón.
Me he quedado sin espacio, ni quiero abusar de la paciencia de quienes esto leen con la benevolencia que me consta lo hacen. Deo volente, seguiré la próxima semana con más apuntes festeros.