El anuncio del conseller de Sanitat, Marciano Gómez, de incentivar a aquellos médicos que decidan venir al nuevo hospital de Ontinyent, es una excelente noticia. Con acertado criterio periodístico LOCLAR le dio el mayor relieve tipográfico en su anterior edición. Si Mahoma no va a la montaña, según un dicho bien conocido, la montaña irá a Mahoma. En este caso, en forma de gratificación pecuniaria para quienes sean capaces de superar manías y clichés, como que Ontinyent está lejos, muy lejos de la capital.
La existencia del serpenteante puerto de l'Olleria, cuyo maldito trazado se veía apenas salías de Canals como una maldición de obligada penitencia, constituyó una barrera de muy penosa superación. Razón y excusa para no venir a Ontinyent. Y más si se trataba de ocupar plaza de juez o médico, dos de las profesiones que mayor número de deserciones y renuncias provocaron, tan pronto conocieron esos profesionales que su destino era la capital de la Vall d’Albaida.
Los 84 kilómetros que separan Ontinyent de Valencia fueron tortuosos por el maldito puerto de l'Olleria. 1992 no sólo fue el año de las Olimpiadas en Barcelona y la Expo en Sevilla. Para los ontinyentins y habitantes de las comarcas centrales, fue un excelente año por la entrada en servicio del túnel de l’Olleria. Han pasado ya 32 años desde que fuese abierto y con él se nos evitaba el suplicio, lo más parecido al de Sísifo, sustituyendo la piedra del castigo por aquellos 600 en que viajábamos cuando éramos jóvenes a indocumentados.
“Venir a” no es lo mismo que “tener que venir a…” Y ese “tener que” ha sido la razón de la brevedad (acompañada de una apática desgana) de su estancia aquí. No sé hasta qué punto es leyenda el que hubo jueces que ni siquiera abrieron la carpeta de un expediente, porque para cuatro días de tener que estar por aquí no era cosa de molestarse en iniciar unas diligencias que él no iba a concluir. Así nos ha ido y nos sigue yendo.
Tener un nuevo hospital, histórica reclamación de los ontinyentins, se une el temor de que una vez inaugurado de verdad no pueda contar con la plantilla suficiente para atender todos los servicios que se nos han anunciado atendiendo históricas reclamaciones y aspiraciones de los más de cien mil usuarios.
Que haya venido el primer día del verano a Ontinyent el conseller Marciano Gómez, para anunciarle al alcalde, Jorge Rodríguez, su propósito de incentivar a los médicos que decidan venir aquí –y también al hospital de Denia -- es una excelente noticia, que por sí misma desmiente ese tontorrón aforismo periodístico de que las buenas noticias no son noticia. Y tanto que lo son. Y como tales merecen aplauso y reconocimiento. Aquí tiene el mío, señor conseller, junto con mi deseo de que su propuesta tenga un amplio eco, como para que vengan aquí todos los profesionales que el hospital necesita para su adecuado funcionamiento.
ADEMÁS, VIVIENDAS MÁS BARATAS. Una de las ventajas de las que nuestra ciudad puede exhibir como reclamo, es el precio de sus viviendas. Seguimos siendo una de las poblaciones españolas que mantienen unos envidiables precios en su oferta de venta de pisos y chalés. Nada que ver con los desorbitados incrementos que se observan en Valencia. Una vivienda en la capital, sea del barrio que se quiera comparar, fácilmente pueden duplicar a otra de las mismas características en Ontinyent.
Es cierto que, pese la diferencia del precio de los alquileres, es escasa la oferta en Ontinyent. La Ley de la Vivienda aprobada por el partido de Pedro Sánchez y los grupos de ultra izquierda que le dan apoyo, ha tenido nefastas consecuencias y ha provocado un alza en el coste de los arrendamientos. Una desastrosa iniciativa gubernamental, con efectos contrarios a los pretendidos. Algo parecido a lo obtenido con la Ley del sí es si, que por mucho que se ufanase Irene Montero de que con ella se defendía a la mujer, lo conseguido ha sido la puesta en libertad de más de mil violadores.
Incentivar la compra de viviendas en nuestra ciudad pudiera ser reclamo añadido no sólo a los médicos que ya la van a tener vía buchaca, sino para todos aquellos que por poder trabajar desde casa no tienen por qué vivir Valencia y menos verse obligados a pagar los especulativos y escandalosos precios a los que se han puesto los pisos en el cap i casal.
El 15 de mayo del pasado año, ya metidos en la campaña de las autonómicas y locales, el entonces president de la Generalitat Ximo Puig anunciaba la puesta en marcha del nuevo hospital de Ontinyent. Inauguración ma non troppo puesto que fue solo la puntita. Han sido necesarias otras inversiones, más de seis millones de euros para quirófanos aportados por el gobierno de Carlos Mazón, para terminar las obras y dotaciones.