Le escuché a mi padre, hará cosa de veinte años, un comentario que era al mismo tiempo sabia reflexión y advertencia. “Son demasiadas las señales que cada día enviamos y recibimos. Y más ahora con internet y los teléfonos móviles. No sé si no acabaremos saturando el espacio con tanta orden y contraorden. Un día puede que se produzca un colapso y si eso llega a ocurrir a ver cómo lo podemos arreglar si es que tiene arreglo”. Traté de evitarle preocupaciones diciéndole que no había motivo y quise razonarlo añadiendo un punto zarzuelero que no dejaba de tener su  ironía, la de don Hilarión dirigiéndose a don Sebastián en la zarzuela La verbena de la Paloma: “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”. 
Debieron pasar dos o tres años desde que mi padre me mostrase su inquietud. Yo estaba a punto de terminar el programa tertulia que presentaba todas las mañanas en Canal 9 cuando un ruido fuerte y seco se escuchó en el estudio. La lámpara de uno de los focos se había fundido con estrépito. El realizador me dio aviso a través del pinganillo que me despidiese “aunque creo, añadió, que ya debemos estar fuera porque se ha caído la señal”. La caída de la señal significaba que el programa no se estaba emitiendo.

EL SISTEMA COLAPSÓ
Luis Sabater era el jefe técnico de Radio Televisión Valenciana, el profesional más competente que he conocido en esta materia, y al que conocía desde los tiempos en que coincidí con él en la delegación de Televisión Española en Valencia. Le pregunté el porqué de lo ocurrido aquella misma mañana y me dijo que lo estaban tratando de averiguar, que había algo raro.  Unos días después el bueno de Luis me comentó lo que creía pudo haber ocurrido: “El sistema colapsó y la única explicación por extraña que pueda parecernos es que se debió saturar con órdenes y contraórdenes. Es muy raro y es la primera vez que ha pasado, pero ha pasado”. 
Me vino a la memoria el comentario de mi padre y se lo trasladé a Luis. “No iba desencaminado lo que te dijo tu padre. Puede que haya ocurrido algo así, como lo que puede pasarle a un crío que tiene fiebre elevada y si no se la bajamos con un baño de agua templada con un antitérmico en algunos casos puede ocurrir que el cuerpo reaccione y provocando una convulsión febril, que es muy aparatosa, pero que no suele tener más consecuencia que el susto de los padres”. 

EL GOBIERNO NO SABE NADA
A las 12:33 del lunes 28 de abril, festividad de san Prudencio –menos mal – se fue la luz aquí, allá y acullá. En cien mil partes. Pronto supimos, pese la progresiva caída de todos los medios que tenemos para comunicarnos, que el apagón afectaba a toda la península, Portugal y sur de Francia, y que sólo las Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla por su autónoma generación de energía, habían quedaba a salvo del colapso. Al mutismo gubernamental de los primeros momentos siguió una intervención de Pedro Sánchez para decirnos que no sabía nada de lo ocurrido, lo que no dejaba de ser una razón añadida a la preocupación por pérdida del suministro eléctrico, que ya comenzaba a ser muy prolongada. 
Si a quienes nos pilló el apagón en casa comenzaba a resultarnos molesta aquella sobrevenida minusvalía energética, pongámonos en la piel de quien se quedó entrampado en un ascensor o dentro de un tren detenido en medio de la nada. De nada servían –o sí, para escarnio de quien las dijo – las hueras y repetidas frases del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hechas tres años atrás y en las que descartaba con el mismo engolamiento que se gasta como énfasis a cuanto dice, que “España no va a sufrir un gran apagón; eso está descartado; España está preparada…”

LA PRESIDENTA DE RED ELÉCTRICA
La distribución de la energía corre a cargo de la empresa Red Eléctrica de España, participada en un veinte por ciento por el Estado y en la que el Gobierno, como socio mayoritario que es, puede mangonear y mangonea, tanto como para decidir quien la preside. Y la que fue ministra de Vivienda con José Luis Rodríguez Zapatero, Beatriz Corredor, es su presidenta. La señora Corredor, salvo que haya hecho algún cursillo acelerado, no debía saber de energía mucho más que el común de los españoles. Lo suyo es el Derecho y es registradora de la propiedad, profesión que suele  proporcionar una buena remuneración, pero que conlleva las obligaciones propias de un Registro público. Como presidenta de Red Eléctrica de España su suelo, ampliamente divulgado estos días, es de 546.000€ anuales.

¿DESCARTADO EL CIBERTERRORISMO?
Los españoles, obligados como estamos estos días a hacer la declaración de la renta, esperamos que la señora Corredor tenga a bien informarnos de lo ocurrido este 28 de abril. Su sueldo le obliga a ello tanto como al presidente del Gobierno. Si ha sido consecuencia de un ataque terrorista, quién lo ha perpetrado; qué medios disponemos para evitar su repetición… Y, sobre todo, qué cambios 
Lo más llamativo de lo ocurrido es que habiéndose detectado «oscilaciones fuertes del flujo de potencia», que todo el mundo sabe qué son, cómo se producen y sus consecuencias, no nos hayamos puesto las pilas y evitado el colapso sufrido.

LA TARDE DE LOS TRANSISTORES.
Sin luz eléctrica ni internet, los teléfonos móviles perdieron la mayor parte de sus prestaciones, entre ellas la de poder escuchar emisoras de todo el mundo. Para saber qué estaba pasando la radio se convirtió en el único medio que siguió informando, pero era imprescindible disponer o recuperar al transistor o sintonizar una emisora en el coche. Localizar el transistor en muchos casos arrumbado y proveerlo de pilas se convirtió en urgencia e imperiosa necesidad. Tiendas de electrodomésticos y bazares chinos vieron llegar decenas de clientes en busca de los aparatos de radio hasta agotar las existencias. Los que en su día se proveyeron del llamado kit de supervivencia tuvieron resulta esas necesidades. 
Fue la tarde de los transistores en la que los informativos de radio ofrecieron la luz que Red Eléctrica Española no supo ofrecer.