El apagón sufrido el lunes 28 de abril ha sido –y todavía es, puesto que seguimos a la espera de saber por qué se produjo—uno de esos sucesos que será difícil olvidar. Es pronto para saber la incidencia que pueda tener en la natalidad española, que será ninguna. Hay quienes siguen dando por bueno el rumor de que el gran apagón del 9 de noviembre de 1965 en Nueva York propició el un notable incremento de la natalidad. No hubo tal, como que tampoco que fuese culpa de un ataque de la Unión Soviética, ni de una invasión alienígena.
El gobierno de Pedro Sánchez ha imputado el apagón a diversas causas, que van de un ciberataque al negligente modo de trabajar de las empresas suministradoras, dejando a salvo a Red Eléctrica, por aquello a estar presidida por una amiga del presidente, una exministra socialista que representa uno más de tantos otros enchufes fruto del nepotismo sanchista. En este caso con un sueldo anual de 546.000 euros. Pese el pastón que gana todavía, no nos ha dicho el porqué del apagón.
Si el lunes 28 fue negro por quedarnos sin luz, el lunes siguiente fue la falta de energía la que dejó parados a los trenes en el que viajaban once mil pasajeros. Tampoco Pedro Sánchez ha sido un galgo a la hora de explicar lo ocurrido, pero su ministro Puente habló de un posible sabotaje y también de una negligente actuación de un tren de Iryo y su enganche a la catenaria. Cualquier excusa y razón que exculpe al gobierno de Sánchez les vale.
RAZONES PARA VIVIR EN ONTINYENT
En nuestra ciudad las consecuencias del apagón fueron mucho más llevaderas que en las grandes ciudades. Incluso para aquellos que aquí se quedaron entrampados en ascensores, porque bien pronto la ayuda vecinal y sobre todo de los bomberos, les libró con cierta prontitud de la pesadilla de verse encerrados en la cabina. Tampoco hubo tapones del tráfico rodado. Además, si algún vecino necesitó hacer alguna compra – incluido el papel higiénico, que parece mercancía muy solicitada ante cualquier contratiempo -- Mercadona demostró una vez más que es una empresa capaz de seguir ofreciendo servicio gracias a disponer de medios propios, sin que le afectase la adversa circunstancia del apagón.
Digamos que ante una adversidad como lo es la de quedarse sin suministro eléctrico, las molestias fueron mucho más llevaderas en una ciudad como la nuestra. Como también lo fue en la época del ilegal confinamiento pandémico, porque la posibilidad de enclaustrarse en les casetes alivió en gran manera el obligado encierro.
UNA JUEZ ATRAPADA EN UN SEMÁFORO
Si algo así, quedarse detenida en un tapón de tráfico, le pudo pasar a una de tantas jueces que, habiendo sido destinada a nuestra ciudad lo primero que hizo tras tomar posesión fue ver cuándo podía salir pitando a otro juzgado, me alegraré. No soy de desear el mal a nadie, pero si una algunas de las señorías que aquí estuvo el tiempo mínimo e indispensable, se vio afectada por una de tantas servidumbres a que obliga vivir en ciudades elefantiásicas, ojalá se lamentase de no haber seguido aquí. Sin apenas semáforos, ni otros agobios que no sean los propios –ciertamente que penosos -- de los cuatro juzgados de nuestra ciudad, en que es tantísimo el trabajo acumulado, el que jueces y juezas, que no llegan ni a calentar el sillón, hace más alta la montaña de diligencias y asuntos pendientes.
SIN TITULAR EN EL JUZGADO TRES
Tenía decidido volver a escribir sobre este asunto, de la calamitosa situación que se repite en los juzgados de Ontinyent, cuando quedamos enteramos de que la jueza sustituta, que debía incorporarse el martes al Juzgado 3, el lunes pidió la baja. No puedo, ni debo, poner en duda las razones por las que la jueza sustituta ha pedido y le han dado la baja médica. Que se mejore pronto y sin secuela alguna, es menester.
Si preguntásemos a todos y cada uno de los jueces que por aquí han pasado sin otro ánimo que el salir como alma que lleva el diablo tan pronto como se lo permitiese el escalafón, algunos de los motivos que esgrimirían para no querer trabajar aquí podrían considerados como eximentes: Penosas condiciones de las sedes judiciales, escasos medios humanos y técnicos, acumulación de casos sin resolver… ¿Les parece poco?
EL PALACIO QUE SIGUE A LA ESPERA
La directora de LOCLAR sabe las veces que ha preguntado en la Consellería de Justicia, interesándose por el estado de las obras que han de hacer posible que nuestra ciudad cuente con una sede judicial como se merece. Que si se está a la espera de la dotación para el borrador del anteproyecto. Que si los planos, que si los planes… Y eso que el Ayuntamiento de Ontinyent adquirió, y puso a disposición del Consell, un magnífico edificio en el Llombo, que fue sede de la empresa de Eduardo Bernabeu, y que por sus características y dimensiones podía convertirse en magnífico palacio de justicia.
Seguimos esperando que se nos haga justicia en todos los sentidos y de una vez por todas. Pero si alguna jueza se quedó atrapada en su semáforo en Madrid o Valencia, culpa suya ha sido y, por raro que parezca, no lo es de Pedro Sánchez, que sigue sin explicarnos porqué el país que nunca sufriría un apagón se quedó a dos velas.