Aquella cruz de término es un referente que merece ser recuperada en el concreto lugar del que hablamos. Insistir en mantener en ese punto los contenedores de basura y ahora, además, ampliándolo, siendo tantos los terrenos próximos –algunos de ellos puestos a la venta -- que podrían alojarlos sin menoscabo de la historia y el paisaje de este cruce de caminos, merece una reflexión
Hace cinco años mi hermano Miguel entregó al alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez Gramage, una carta que no obtuvo respuesta, en la que daba cuenta del acuerdo alcanzado por el alcalde Vicente Gironés Mora con nuestros padres, Joaquín Torró y Carmen Micó, para que cedieran los metros cuadrados suficientes del bancal de la Creu, perteneciente a la finca conocida como La Serafina, con el fin de ampliar el camí de la Costa y proceder a su primer asfaltado sobre el firme de tierra y piedra caliza. A cambio de esa cesión, el Ayuntamiento aceptaba --como única contrapartida planteada por la propiedad-- levantar una cruz en aquel mismo lugar, donde se bifurcan los caminos y el terreno que queda entre ambos era y es conocido como “bancal de la Creu”, explícita referencia a la cruz de término que allí existió y que fue destruida en 1936. (1)
A finales del pasado mes de octubre, la regidora de Medi Ambient, Sayo Gandía, se puso en contacto con mi hermano Miguel – propietario de La Serafina -- planteándole la cesión de los metros suficientes en el mismo punto en donde en su día ya se donaron y que, contraviniendo el pacto, se destinaron a colocar contenedores de basura y reciclaje, con todo lo que ello supuso de agresión medioambiental y estética al paisaje. Afeado, además, por culpa de los desperdicios depositados, cuando no arrojados de cualquier modo, como los lanzados desde un coche en marcha por incívicos elementos (1). Ahora, en el espacio que se pretende ganar, se quiere ampliar y vallar el espacio-basurero para adecuarlo a nuevas disposiciones sobre contenedores de basuras. Comentó la regidora de Medi Ambient, a modo de sutil advertencia, que en caso de no llegarse a un acuerdo el ayuntamiento podría recurrir a la expropiación de cuantos metros los técnicos considerasen necesarios para ese basurero.
Yo no tengo más arte ni parte en ese bancal, ni en La Serafina, que no sea el dictado por el afecto que le tengo a aquellas tierras. Afecto nacido del recuerdo que, gracias a Dios, no ha olvidado los tiempos de una infancia allí disfrutada junto con los muchos hermanos que éramos, siete varones, y que hoy día sólo lamentamos la muerte del muy querido Alfredo. No soy propietario, pero no puedo por menos que ponerme ante el teclado para escribir estas reflexiones. Para denunciar y lamentar el incumplimiento por parte de un ayuntamiento franquista, que olvidó el compromiso verbal de su alcalde con nuestros padres. Incumplimiento también por parte de quienes estando ya en democracia --quiero pensar que por no tener conocimiento del mismo-- tampoco hicieron realidad. Que ahora, después de saberse lo que en su día se acordó, y de conocerse la historia del propio bancal con nombre propio como “de la Creu”, se pretenda hacer un basurero de mayores dimensiones, se me antoja un error que podría ser fácilmente evitable.
En un documento finales del siglo XIX, “Itinerario de los caminos vecinales existentes en el término municipal de Onteniente” se pormenorizan sus denominaciones, características y distancias. Vale la pena reproducir algunos párrafos que aportan cuiriosa información: “1ª) Empieza en la esquina del Este del molino del Carril y continua paralelo al río Clariano hasta los setecientos metros hasta llegar al puente de la Costa donde cruza el río. 2ª) Otra sección de 76 metros en la cuesta. 3ª) Continua ascendiendo hasta llegar a Mirambé con una longitud de… (en blanco). 4ª) A los 90 metros del anterior punto se encuentra la entrada del tejar de la Cruz. 5ª) Partiendo de este punto a los 160 metros se encuentra la Cruz donde se queda a la izquierda el camino de la Escaralola (sic) y cueva de la Sotamaña, 160 metros. 6ª) Otra sección de 244 metros hasta llegar a la casita de Esparza del tejar de Vicente Mollá….”
Vista tan curiosas anotaciones, así como lo que retiene la memoria de los vecinos de la Costa, aquella cruz de término es un referente que merece ser recuperada en el concreto lugar del que hablamos. Insistir en mantener en ese punto los contenedores de basura y ahora, además, ampliándolo, siendo tantos los terrenos próximos –algunos de ellos puestos a la venta -- que podrían alojarlos sin menoscabo de la historia y el paisaje de este cruce de caminos, merece una reflexión y un más que oportuno cambio de criterio. ¿O no, señor Alcalde?
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(1) El historiador ontinyentí Josep Gandia tiene estudiado que en la noche del 19 al 20 de febrero de 1936, después de una concentración republicana en Sant Domingo (en aquel momento plaza del Cardenal Benlloch) para celebrar el triunfo del Frente Popular y la formación del gobierno de Azaña, “hubo individuos que se dirigieron a distintos puntos de la ciudad, cometiendo desperfectos en diferentes cruces e imágenes situadas en las fachadas de algunos edificios y en los puntos denominados Capuchinos y Tejar del Mozo, distantes a próximamente de un kilómetro de la población…” También resultó destruida la cruz que existía “en el ornamento central de la plaza” que era un monumento al cardenal Benlloch. La concentración –anota Josep Gandia -- seguramente estuvo convocada por IR (Izquierda Republicana) con el apoyo de la UGT, las dos únicas organizaciones del Frente Popular que había en Ontinyent. El PC y el PSOE no existían todavía en nuestra ciudad y la CNT estaba clausurada. Eso no quiere decir que en la concentración no participasen todos los simpatizantes del Frente Popular. Los hechos ocurrieron después de una campaña electoral muy radicalizada y con fuertes connotaciones clericales y anticlericales. En nuestra ciudad ganó con claridad la candidatura de la Derecha Regional Valenciana (DRV). En la denuncia que la guardia municipal traslada al alcalde sobre estos hechos, que éste a su vez hace llegar al juez de 1ª Instancia el mismo día 20, se dice que los hechos eran fruto de la ‘exaltación política’ de aquellos momentos”.
(2) No deja de ser llamativo que sea un ciudadano del Reino Unido, afincado desde hace años en la zona, al que se le ha visto en diversas ocasiones retirar basuras, trastos y desperdicios arrojados por desaprensivos fuera de los contenedores. En los bancales más cercanos al “bancal de la Creu” se pueden ver restos de plásticos y papeles que no fueron a parar a los contenedores, o por dejar éstos sin cerrarlos con su tapa han sido esparcidos por el viento.