El mal llamado funeral de Estado que organizó el equipo de Pedro Sánchez, dicen que para recordar y homenajear a las víctimas de la gota fría que afectó a ochenta pueblos de Valencia, al cumplirse un año de aquel fatídico 29 de octubre, fue en realidad el funeral del presidente del Consell, Carlos Mazón. El enrarecido clima político que envolvía a la Presidencia de la Generalitat en los doce meses siguientes a las inundaciones, con repetidas manifestaciones y concentraciones, tanto en la calle como en los medios de comunicación, había llegado a tal punto de crispación que si Carlos Mazón, blanco de todos los dardos, acudía al monclovita homenaje a las víctimas, como era su obligación por ser la máxima autoridad de la Comunidad Valenciana, mal. Pero, si cediendo a las presiones y exigencias de asociaciones de víctimas, así como a las declaraciones de cargos socialistas y compromiseros -- tanto daba que lo dijese una ministra como cualquier otro dirigente de un grupo de la oposición, el presidente Mazón decidía no acudir al acto, peor.
GRITOS DE ASESINO
El acto de homenaje, que se dijo era para recordar a las víctimas y así fue dado anunciado, escondía subrepticiamente una maquiavélica encerrona que allí se escenificó. Bastó que algunos familiares se desahogasen lanzando a voz en grito insultos como “asesino, cobarde, cabrón, rata, hijo de puta…”, para que el objetivo del acto se viese cumplido para quien lo organizó: Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, estaba asistiendo a su propio funeral. Si todavía albergaba alguna duda la dirección nacional del Partido Popular sobre si era posible o conveniente la continuidad de Mazón en la Presidencia del Consell, tras haber depositado en él la dirección de planes y esfuerzos para hacer posible la recuperación de los daños, los insultos que se lanzaron en su contra sonaron en Génova como un golpe letal. A partir de ese escrache, televisado en directo por TVE, Alberto Núñez Feijóo se debatía entre continuar dándole apoyo o pedirle que dimitiera. Los gritos que tuvo que escuchar Carlos Mazón, sentado en tercera fila, terminaron por hacerle comprender, estando todavía bajo las altas bóvedas del edificio calatraveño, que se tomaba un tiempo de reflexión.
EL ERROR DE LA COMIDA
Los errores cometidos en la tarde del 29 de octubre y los gritos e insultos, escuchados y repetidos en estereofonía en la Ciutat de les Arts, no le dejaron maniobrar que no fuese arrojar la toalla. Los esfuerzos de todo el Consell, además del fichaje del teniente general Gan Pampols, tratando de paliar los daños, ayudando a los damnificados y reparando infraestructuras, nunca fueron considerados suficientes por las víctimas ni paliativos de su dolor insuperable. Se denunciaron como faltos de empatía y no valoraron los intentos, por tímidos e insuficientes, de tender puentes con las asociaciones de víctimas. Además, oposición y víctimas consiguieron que gran parte de la opinión pública aceptase como única verdad que la causa de la tragedia, más allá de la furia desatada por lluvias que superaron los 700 l/m2, fuera el que no se había lanzado en tiempo y forma la alerta.
INCORRECTA PREDICCIÓN
Un año después, sigue resultando incomprensible a los ojos de todo aquel que no los cubra partidistamente con un antifaz para no querer ver la realidad, que el mayor error de Carlos Mazón fue no alterar su agenda y mantener un almuerzo con la periodista Maribel Vilaplana para ofrecerle la dirección de À Punt. Una caso de extrema torpeza. Pudo justificarse el presidente en un primer momento, diciendo que se le informó que las lluvias se desplazaban hacia Cuenca y remitía el peligro, pero una vez constatada la intensidad de los aguaceros y los desbordamientos en Utiel, tal como ya estaba informando en aquellos mismos momentos la radiotelevisión valenciana, el presidente del Consell debió regresar a su despacho y ponerse al mando. Al error de mantener la comida se sumó la falta de apoyo de su más directo equipo de colaboradores y asesores, de no avisarle con la urgencia y gravedad que el asunto requería. Y si por vía telefónica se produjo el aviso y no vieron que el presidente entendiese el alcance de los desbordamientos, tenían que haberse presentado en el restaurante sacándolo de allí aunque fuese a empellones.
MORANT PROMETIÓ APOYAR LOS PRESUPUESTOS
Pero nada de eso ocurrió. Y si grave fue seguir en la comida, a pesar de la que ya estaba cayendo, más lo fueron las versiones que el propio Mazón fue dando en sucesivos días, cada una de ellas distinta a la anterior e introduciendo dudas sobre cuando decía la verdad o cuando trataba de camuflarla. Y, además, sintiéndose agobiado y confundido a medida que crecía el número de víctimas. A partir de ahí, la desconfianza y el desánimo a las que se unió la labor de zapa de los grupos de la oposición ofreciéndose como cirineos a las víctimas, fue en aumento. Resulta llamativo, y conviene recodarlo a los oportunos efectos de los cambios de opinión que se produjeron. Una semana después de las inundaciones la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, y secretaria general del PSPV-PSOE, Diana Morant, anunció su apoyo a los Presupuestos de la Generalitat Valenciana para 2025. En la Cadena Ser lo afirmó de modo taxativo: “No le quepa ninguna duda. En la emergencia no se entendería otra cosa que la unidad”. Es más, dijo estar a disposición del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón: “Puede contar conmigo”.
LAS OBRAS PENDIENTES
Unas palabras, las de Diana Morant, que se torcieron y dieron la vuelta completa una vez que su partido vio la rentabilidad política que podía conseguir no sólo abandonando a Mazón sino tratándole de hacerlo único responsable de las muertes. Con Mazón en el blanco de la diana, las otras responsabilidades de la tragedia, imputables a los gobernantes que decidieron no hacer las obras e infraestructuras que habrían evitado los últimos desbordamientos, fueron quedándose solapadas. Sin embargo, nada de cuanto se debió hacer y no se hizo, sobre todo las obras de infraestructuras, proyectadas y hasta presupuestadas en diversos momentos y por los gobiernos socialista y popular para quitarle al barranco de Poyo su vocación asesina, así como a otras ramblas y cauces tanto del Xùquer como del Magro, ha sido deliberadamente omitido y los culpables de tanta inacción no han sido objeto, al menos hasta el momento, de reproche político ni investigación judicial alguna.
FALLARON OTROS AVISOS
Tampoco se ha querido hurgar por ahora, en los errores de predicción de la Agencia de Meteorología, ni en la falta de vigilancia de las cuencas desbordadas. Portada de ABC del 20 de septiembre de 2025: “La Confederación del Júcar confiesa que nunca alertó sobre el peligro del barranco del Poyo”. La jueza Nuria Ruiz Torroba que instruye la causa de la dana en el Juzgado número 3 de Catarroja, no ha tenido a bien dirigir la investigación sobre esas obras e infraestructuras que no por no haberse hecho en su momento, alguna responsabilidad debiera establecerse sobre quienes decidieron no hacerlas, alegando torpemente los pocos beneficios que iban a suponer unas inversiones millonarias, cuando no apelando a razones ecológicas. Si de la tragedia del 29 de octubre de 2024 no se obtienen las convenientes lecciones y no se acometen los proyectos anti-riadas, éstas pueden volver a producirse en cualquier momento y en ese momento ya no estará Mazón al que culpar de todos los daños.