A propósito de la contradicción que supone que los nuevos héroes de la clase obrera como Errejón, Iglesias o sus señora, disfruten de lujos que a la mayoría de los esforzados trabajadores les están vedados, verbi gratia un iPhone de mil euros, la pasada semana en el parlamento el diputado de Más País (y menos España) se descolgó con esta declaración: «Cuando yo miro un iPhone veo la perfecta demostración de que la única posibilidad de tener un desarrollo industrial es con un rol central de un Estado emprendedor» y para coronar su intervención y justificar lo del estado emprededor citó como argumento de autoridad (magister dixit) a Mariana Mazzucato de la Universidad de Londres. Se nota que a nuestros working class hero lo del inglés les va, como ha demostrado el concejal de Compromís, Carlos “Monchito” Galiana.
Más allá de que recurrir al magister dixit resulte medieval, el ex-becario Errejón (cobraba de la Universidad de Málaga 1.800 euros al mes por un trabajo que no hacía hasta que la prensa canallesca lo descubrió) podría seguir el consejo del camarada Vladimir Illich Ulianov, Lenin: los hechos son tozudos. Y los hechos una y otra vez demuestran que lo del estado emprendedor es una filfa. Como muestra un botón.
Comenzaba la década de los 70, EEUU había conseguido llegar a la luna. Cautivo y desarmado el ejército rojo que perdió la carrera espacial a pesar de que en un principio parecían llevar ventaja con el Sputnik y Gagarin, a Brezhnev se le metió entre sus pobladas cejas que para el XXIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética que se iba a celebrar en 1971, la UR$S iba a demostrar al mundo que estaba por delante de occidente en las nuevas tecnologías presentando una calculadora electrónica de bolsillo, lo que se conoció como el proyecto Elektronica 24-71. Aleksandr Shoking, jefe del Minsiterio de Industria se comprometió a que Brezhnev tendría en su mesa para el congreso la primera calculadora soviética. Y así fue: la primera y la única, porque ante la ineficacia del estado emprendedor los ingenieros soviéticos desmontaron una calculadora japonesa fabricada con chips norteamericanos y sus entrañas se colocaron en una carcasa de fabricación soviética.
Una década después Ronald Reagan anunció su Iniciativa de Defensa Estratégica, lo que en occidente se intentó ridiculizar llamándola la Guerra de las Galaxias. Aquí los chicos de la Trinca grabaron Flash Reagan en su album És que m’han dit què... y luego hicieron una versión en castellano para su LP Sinánimus molestandi. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de tan insignes intelectuales por ridiculizarla, la famosa iniciativa de Reagan fue un éxito, ya que obligó al régimen soviético a planearse una reforma de su sistema. En el XXVII Congreso del Partido Comunista, ante la ineficacia del estado emprendedor para contrarrestar la amenaza americana, el nuevo secretario general Gorbachov anunció la puesta en marcha de la Glasnost y la Perestroika. El resultado fue el colapso de la URSS, la derrota del comunismo en todos los países satélites de Europa y la caída del muro de Berlín. Estos son los hechos. 
Si aceptamos la definición tomista de verdad adaequatio rei ad intellectum habremos de concluir que el ex-becario Errejón cuando habla de las bondades del estado emprendedor dice la verdad, como dice la verdad el niño que a media noche despierta a sus padres diciendo que hay un fantasma en su habitación. Ahora bien, salvo que la LOGSE y las televisiones hayan cretinizado ya a toda la sociedad, los demás deberíamos saber que los fantasmas no existen.