Agradecería que quien sepa qué razones se ocultan tras la petición de reenvío de mensajes a través de las redes sociales, me lo explicase. Y, supongo que al igual que a mí, el asunto interesa a muchos lectores. El correo electrónico primero, los SMS después, y ahora los Whatsapps, han servido para el envío de múltiples mensajes no pocos de ellos más falsos que un euro de cartón..
La pasada semana recibo un whatsapp que me da cuenta de la posibilidad de adoptar un cachorro de pastor alemán, que corre el peligro de ser sacrificado por no poder atenderle. En el mensaje aparece un número de teléfono con el que comunicarse si se está interesado. Resulta sugerente la invitación que seguro tocará la fibra sensible de todo aquel amante de los animales. Al cabo de un rato, otro mensaje alerta de que la oferta de los cachorros es falsa. “Fake”, según la nueva terminología al uso. Se hace saber que el José María, cuyo teléfono aparece como informante, cuelga a todo aquel que le llama. Salvo que se trate de hacerle la puñeta a José María por medio de una especie de escrache telefónico, no alcanzo a saber las razones de tan estúpido mensaje.
Semanas atrás un urgente mensaje nos sorprendía. Se nos pedía difundir la necesidad de conseguir sangre del grupo AB para un niño enfermo de leucemia, ingresado en el hospital La Fe. Para dar mayor sensación de verosimilitud se incluía el nombre de la madre (María Ángeles) y un número de un teléfono fijo, el 963802408. Siendo como soy –como me han hecho ser— reacio a reenviar este tipo de ruegos, por la sospecha de que se trate de una gansada hice algo tan sencillo como marcar el número de referencia. “El número marcado no existe…” Pocos días después de estar circulando el mensaje, era el propio hospital La Fe quien advertía de su falsedad. Ni había niño, ni el grupo sanguíneo AB era tan raro, ni era aquel el método que el hospital usaba en caso de necesidad de donantes. Qui prodest? ¿A quién beneficia este tipo de envíos?
Esa es la cuestión. Ya me dirán si no es grandísima gilipollez, gansada o memez el tratar de organizar una cadena de reenvíos a base de una pretendida curiosidad, la que se aseguraba se daba en este año 2017: Que el 1 de enero caía en domingo, como así fue; que el 2 de febrero caía en domingo, lo mismo que el 3 de marzo… así hasta el 12 de diciembre. Pues bien. En ninguno otro mes se dio la pretendida coincidencia. Para comprobar la falsedad de semejante chorrada bastaba con echar un vistazo a un calendario. Pues bien, recibí repetido el mensaje por parte de gente que considero seria, pero que decidió el rebotarlo sin la más mínima comprobación.
Son cientos los casos que se repiten con el propósito de hacerte caer en la trampa de un perentorio reenvío. Al igual que lo anotado sobre los cachorros y la leucemia, otros te incitan con mensajes de amor y solidaridad; no faltan promesas de ganar una fortuna si lo reenvías a doce colegas; ni quienes te advierten del riesgo de quedar impotente si no haces partícipe a una docena de amigos de aquel otro escrito; o que el próximo sábado whatsapp dejará de ser gratuito si no reenvías el mensaje.
Por favor, si algún experto me pudiera explicar el objeto o beneficio que alguien puede obtener de este tipo de jugarretas, con mucho gusto se lo reenviaría a un buen número de amigos.