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Genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio, genocidio. ¿Tiene suficiente Pedro Sánchez y su gobierno y con esa repetición se ha conseguido detener un día, una hora, un minuto los bombardeos sobre Gaza y sus habitantes? La Real Academia Española de la Lengua define genocidio como “exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Por lo tanto, la cruel, brutal, despiadada, inhumana, salvaje pretensión del gobierno de Netanyahu de expulsar a los palestinos gazatíes, no es un genocidio en sentido estricto porque no va en contra un grupo humano sino contra quienes viven en el territorio de Gaza a  los quiere expulsar usando el más pesado y devastador armamento. ¿Han conseguido Sánchez, su gobierno, y todos cuantos se sintieron alentados y concernidos a manifestarse pacíficamente, en opinión del delegado del gobierno en las calles de Madrid, detener durante un solo minuto las acciones de destrucción masiva? A la vista está que nada de eso se ha logrado. El pacifismo de los revoltosos ha supuesto que sólo veintidós policías resultasen heridos, que la Vuelta Ciclista a España tuviese un penoso final, y la imagen de nuestro país quedase por los suelos. Nada de eso importa. Y ahora me dicen que aquí, en nuestro Ontinyent, ya hay profesores que ya han anunciado al alumnado su propósito de ir a la huelga a principios de octubre por el genocidio que sufren los palestinos de Gaza.