Estamos estrenando el mes de marzo y ya tenemos asegurada los ontinyentins la que es y será, como poco, noticia del año. ¡Qué digo, la mejor de lo que llevamos de este siglo sobre el que ciernen tan pésimos presagios trumpistas y amenazas putinescas! El anuncio de que el campus universitario de nuestra ciudad acogerá los estudios de una Facultad de Veterinaria, lo es. Magnífica noticia de la que, con razón sobrada, podemos y debemos sentirnos satisfechos y orgullosos los ontinyentins. Al menos, todos los que queremos lo mejor para nuestro pueblo. Y sea malnacido todo aquel o aquella que eso mismo no desee.
Quienes tuvimos que ir a Alcoy, Xàtiva, e incluso Albaida, para hacer los exámenes de reválida de cuarto y sexto de nuestro bachillerato, ni en el más optimista de nuestros más chovinistas sueños pudimos imaginar que Ontinyent pudiera llegar a ser sede de un campus universitario en el que se impartirían los estudios de Magisterio infantil; ADE; Ciencias de la Actividad Física y del Deporte; Enfermería y el máster de Psicología clínica. 
 
ONTINYENT, CAPITAL DE VETERINARIA
Ahora, para que el sueño sea una feliz realidad --guau, guau, hay que decir en señal de canina satisfacción -- se han firmado los acuerdos y protocolos entre quienes lo han hecho posible: el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón; alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez; rectora de la Universidad de Valencia, Mavi Mestre; vicepresidenta de la Diputación Valencia, Natalia Enguix; y director general de Caixa Ontinyent, Vicente Penadés que son, sin duda alguna, todo un repóker de ases al que le cabe el honor de haber hecho posible que nuestra ciudad sea el primer municipio de la Comunidad Valenciana que contará con facultad de Veterinaria de una universidad pública. 
La Facultad de Veterinaria supondrá, asimismo, contar con un hospital de animales, que debe traducirse en creación de lugares de trabajo para humanos con especialización, y en plazas de sanación para animales domésticos –de los que el censo local ya tiene contabilizados más de diez mil perros – y de la fauna autóctona. De modo que si en mala hora a un desalmado le da por malherir a un zorro de un flechazo o un perdigonzado en el hospital puedan curarle las heridas.

MAZÓN NO ES EL ÚNICO RESPONSABLE
En la manifestación del pasado sábado en Valencia --la quinta contra el presidente del Consell – figuraba un cartel en el que, a diferencia de aquellos otros en las que se le adjudicada a Carlos Mazón la exclusiva de todas las culpas, se podía leer: “Nuestros familiares han muerto por vuestra incompetencia. Asesinos”. El plural amplia las responsabilidades al decir de familiares de las víctimas que eran las que portaban la pancarta. 
Sin la menor pretensión de exculpación de Carlos Mazón, en modo alguno se puede ni se le deben endilgar todas las culpas de la terrible tragedia del 29-O, tal como vienen haciendo las hordas gubernamentales y mediáticas que maneja Pedro Sánchez. Porque si a lo largo de la mañana del fatídico día, los mismos mastines que ahora tratan de destrozarlo a dentelladas, hubiesen decidido actuar ante la inoperancia de la que acusan al Consell y su presidente, bien podían haber lanzado  mensajes, y SOS a las autoridades estatales dándoles cuenta de su preocupación. Más de doce horas transcurrieron desde el primer toque de atención (AEMET, Universidad…) hasta el tardío envío de la alarma a los teléfonos móviles. A todos aquellos que se encogieron de hombros también les corresponde, y no poca, una parte alícuota de culpa, que terminará por saberse y adjudicarse.

¿Y LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA?
Derecho inalienable de un régimen democrático y constitucional, recogido en nuestro ordenamiento jurídico y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos,  señala “que toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad”. Debería ser innecesario recordarlo, pero a la vista de la muy interesada amnesia de quienes han decidido ignorarlo, conviene repetirlo. Que la acusación de “asesino” aparezca en algunas pancartas de grupos radicales y de ultra izquierda forma parte de su naturaleza extraparlamentaria, la misma que reclama una justicia popular. Que la acusación provenga de miembros de las Cortes Valencianas en el mismo  hemiciclo, demuestra su carroñerismo, lo que conlleva un implícito desprecio a la actuación de la jueza de Catarroja