La Flecha y la Zorra son una constelación que se ubica entre la del Cisne y el Águila. En alguna iconografía aparece representada devorando un cisne. Toda una alegoría, como vamos a ver. No pocos han sido los medios informativos que estas últimas semanas se han hecho eco de la noticia del zorro y de la flecha, que previamente había publicado LOCLAR, y desde el que se me ha insistido y animado para que vuelva a publicar en sus páginas mis comentarios. Espero no defraudar y trataré que estas segundas partes sean, como poco, tan buenas como las anteriores.
La historia del zorro empezó a darse a conocer, como suele ocurrir en nuestros tiempos, en las redes sociales, en las que un militante activo comentó una fotografía en la que aparecía esta especie cánida, conocida como vulpes. No tardaron distintas asociaciones animalistas en entrar al trapo y multiplicar la polémica, en especial Animalistes Vall d'Albaida.
Ignoraba que las zorras, en el exacto sentido de su condición de animal cuadrúpedo, levantasen tanta pasión como algunas zorras que se exhiben en programas de bragas y braguetas, cuando lo cierto es que una familia ontinyentina afectada había denunciado la existencia del raposo ante Medio Ambiente, el Seprona, Policía Local, Centro de Protección Animal del Saler y Protectora de la Vall d'Albaida. No sólo denunciaban el hecho de que merodease por las urbanizaciones, sino su desgraciado aspecto estado sanitario, porque evidenciaba palmarios síntomas de estar contagiada de la sarna. Nunca obtuvieron respuesta alguna y la zorra continuó paseándose mientras las autoridades miraban hacia el Pla de la Balarma.
No diré yo que la zorra o zorro no me merezca el máximo respeto. Tiene el mismo rango de consideración que el resto de las piezas cinegéticas que son comunes en nuestras tierras: perdices, conejos, liebres,… y zorros. No sé yo mucho de caza y mucho menos de armas. Siempre he sido una persona pacífica y pacifista, tal como darán testimonio todos los que me conocen, pero tengo entendido que entre las armas permitidas en la caza está el arco y las flechas.
Si el animal que, sin lugar a duda, está emponzoñado por la Sarcoptes scabiei es un ser que sufre con un dolor insoportable hasta que le llega la hora de la muerte, puede entenderse que darle caza como un acto de compasión que ponga fin a su sufrimiento. Es, además, un vector de contagio terrible. No voy a entrar, porque no tengo los conocimientos suficientes, en el debate de si este tipo de sarna contagia también al humano o no, pero parece que sí y, en todo caso, extiende la enfermedad exponencialmente en la fauna, doméstica y salvaje, afectando a perros, cabras, ovejas, cerdos, ciervos, corzos…
Esta semana han dado aviso de que ha sido divisado de nuevo el zorro. Cabe suponer que no será el mismo protagonista sarnoso, aunque merodea por las proximidades de donde fue visto por última vez. A la vista del reguero de sangre y mortandad producida en corrales de la zona, bien debería hablarse de la venganza del zorro. O de su regreso. Ya no hay gallinero qué esté a salvo en la zona que merodea. En una caseta, son trece las gallinas atacadas que han aparecido muertas; en otra, cinco gansos; dos pavos entran también en la relación de animales que han sucumbido en las fauces de tan fiero depredador. Y no termina ahí la relación de corrales que han recibido su feroz visita. Otros dos pavos y todas las ocas de otra caseta también han muerto.
Pero ahora, por una extraña mezcolanza de buenismo y estupidez, de quien hay compadecerse es de la zorra porque está sarnosa y, por eso hay que protegerla, y para tratar de salvarla que vengan a Ontinyent sepronas y veterinarios y expertos en fauna animal, porque hay que protegerla cueste lo que cueste. ¿Y qué hacemos con las víctimas de las nocturnas cacerías que ella u otro congénere ha decidido llevar a cabo? Pues nada, que hay que protegerla a ella en lugar de sus víctimas. Pobre zorro, dicen algunos animalistas…!!!