Sí, Ontinyent existe, pero no nos hagamos ilusiones de poder llegar a unas elecciones generales presentando, como ha hecho Teruel, un candidato al Congreso de los Diputados, por la sencilla razón de que no sumamos suficiente número de ciudadanos empadronados en nuestra ciudad como para conseguir, al menos, un escaño, que ese sería el objetivo. Por grande que sea nuestro amor a la ciudad que nos vio nacer, no tenemos el peso demográfico suficiente, pero sí tenemos el peso moral que nos asiste para reclamar mayores atenciones a las autoridades provinciales, autonómicas, nacionales y hasta europeas.
Bien visto, no puede decirse que los últimos meses no hayan sido buenos en lo que a consecución de ayudas y servicios. Ahí está el acuerdo logrado por el alcalde, Jorge Rodríguez, con la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, para hacer posible la adquisición de un inmueble perfectamente capaz para que en el se ubique el que será palacio de Justicia de Ontinyent, tal como lo son las instalaciones de la empresa de diseño textil Eduardo Bernabeu SA. También son importantes las ayudas conseguidas para derribar el tramo final de la Canterería cuyas casas han sufrido en menos de cuatro meses dos desbordados sustos. Estos dos logros, junto con el inicio de las obras del nuevo hospital, bastarían para desmontar la tesis de quienes auguraron – alguno incluso parece que lo desearon exhibiendo colmillo al sonreír— el colapso de ayudas y subvenciones con destino a Ontinyent como una manera más de castigar la decisión de Jorge Rodríguez de concurrir a las elecciones municipales del pasado año con unas siglas propias.
Los logros conseguidos, no obstante, siguen siendo insuficientes para las necesidades de una población que sufre déficits tan importantes como históricos. La obsoleta línea del ferrocarril Alcoi-Ontinyent-Xàtiva-Valencia exige que se cumplan las reiteradas promesas de acometer la modernización de un trayecto que, por viejo y caduco, sigue siendo una reliquia del pasado, dado que lo único que nos distingue de los inicios del ferrocarril ha sido la sustitución de las máquinas de vapor. Y poco más.
Reconozcamos que no tenemos mucho derecho a la protesta en reclamación de un tren ágil, que esté a la altura de los tiempos. Sí, porque todas las protestas no han pasado de firmar algunos papeles, denunciar las carencias en las redes sociales y los medios de comunicación –que nos hemos volcado—y pocas reivindicaciones mas, ninguna de ellas contundente y sonada, que son las que consiguen eco.
Es por ahí, por la vía del tren, donde sí veo que puede tener futuro un gran acuerdo político, que surja promovido por jóvenes dirigentes sociales de las comarcas centrales, y sea capaz de presentar en unas futuras elecciones generales un candidato que llegue al Congreso. Con el único objetivo de prestar su voto al candidato a presidente que se avenga a manifestar públicamente su compromiso de modernizar la caduca por decimonónica línea férrea, esa misma que apenas sí ha conocido mejoras desde que fuese inaugurada en los albores del siglo XX.
No sería ese proyecto de la vía férrea el que diese la necesaria mayor y mejor visibilidad que merece nuestro Ontinyent, pero gustosamente nos deberíamos sumar para así tratar de conseguir una importante mejora de nuestras comunicaciones por ferrocarril con el cap i casal y, al mismo tiempo, que nos permitiese enlazar las tres ciudades que son capitales de l’Alcoià, la Vall d’Albaida y la Costera.
Un servicio que en el caso de ser mejorado y dotada de la agilidad necesaria contribuiría a reducir las emisiones de CO2, que es un objetivo de lo más recomendable. Además, vamos haciéndonos a la idea de que ir a Valencia en coche va a convertirse en un imposible. El tándem formado por Ribó y Grezzi al frente del Ayuntamiento de Valencia, está del todo decidido a ponérselo cada vez más difícil al automovilista, de modo que habrá que ir en tren a la capital…. o hacer de Ontinyent la capital de una nueva provincia, la de las comarcas centrales. De momento, que vaya calando lo de Ontinyent existe.