Me gustaría pensar que la frase Mark Twain muy conocida, y muchas más veces repetida, aquella que dice “hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas” es en realidad una mentira cuando se dan a conocer las cifras de la pobreza en España. De otro modo no se entiende que en un país como el nuestro en que tenemos unos gobernantes que se jactan de que nuestra economía, y eso dicen inflando pecho, “no es que vaya como una moto sino que va como un cohete”, se hayan publicado unos datos sobrecogedores, como los que señalan que son doce millones y medio los españoles que están es riesgo de pobreza y que el promedio de sus ingresos es inferior a los mil euros mensuales.
Si se hace un rápido repaso de disparatados precios si se pretende adquirir o alquilar una vivienda por modesta que sea. O del constante incremento de la cesta de la compra, no hay razones para el optimismo por mucho que el sanchismo rampante trate de hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos. La propaganda gubernamental podrá decir lo que quiera con tal de que tratar de que prevalezca en la opinión pública su visión edénica del momento, dicen que magnífico, que aseguran estamos viviendo. Pero, para mal, será otra vez realidad la estadística y el pollo. Si uno se lo come entero, por mucho que lo diga el porcentaje, dos se han quedado sin comerlo. Sube imparable el IPC. La vicepresidenta Yolanda Díaz propone trabajar menos, 37,5 horas a la semana como panacea para una vida mejor. La Seguridad Social rumia un nuevo incremento de las cuotas a los autónomos, suficiente para terminar de asfixiarlos. Al mismo tiempo, los apesebrados voceros del régimen, con el CIS de Tezanos como mamporrero mayor, siguen lanzado flores y loas a su caudillo. Otra de gambas.