Recordemos la frase de “hay mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”, que terminó por atribuirse al escritor Mark Twain aunque hoy otras posibles paternidades que ya no hace al caso averiguar a estas alturas del siglo. Reconvirtámosla en esta otra más al hilo de lo que estamos viendo y viviendo: “Hay sondeos electorales, interesados sondeos y los que hace el CIS de Tezanos”. Y que cada cual se quede con aquel estudio demoscópico que le parezca más fiable para sus apetencias electorales. Los tres diarios de la cadena Prensa Ibérica que se editan en la Comunidad Valenciana: Levante, Información y Mediterráneo, han dado a conocer estos pasados días y en sucesiva entregas, unos sondeos elaborados por la empresa Lápiz Estratégico Consulting. De acuerdo con los resultados ofrecidos, la izquierda botánica actualmente en la oposición estaría en condiciones de volver al poder que perdió ahora hace dos años. Según los analistas de esta empresa, los daños producidos por la dana propiciarían ese cambio si ahora se celebrasen las elecciones autonómicas, tal como se encargaron de poner de manifiesto en sus titulares. 

MANIFESTACIONES CONTRA MAZÓN 
Los resultados de la encuesta han provocado un efecto efervescente en los grupos –léase PSPV-PSOE  y Compromís – que les ha llevado a reclamar la urgencia y necesidad de un adelanto electoral. Utilizan como argumento añadido a su exigencia, las movilizaciones de protesta ciudadana que se han hecho desde el 29 de octubre contra la Generalitat y poniendo especial contundencia en insultar a Carlos Mazón y pedir su dimisión. Que han sido numerosas las manifestaciones, nadie lo pone en cuestión. Otra cosa es la cantidad –nada que objetar a la calidad – del número de participantes, porque hemos visto notables divergencias según fuese la fuente informante, ya que unos contabilizaban treinta mil manifestantes y otros los reducían a menos de la mitad. Pero no me voy a entretener en comentar estas divergencias que, por lo demás, se han dado desde los tiempo de la Transición, en donde tuvimos ocasión Salvador Barber desde Las Provincias, y yo mismo como cronista político del diario Levante, de hacer recuentos que, por lo general, solían quedarse –los nuestros, que compartíamos e intercambiábamos amistosamente-- en una tercera parte de los que decía el partido o sindicato convocante. En el caso de las demostraciones anti-Mazón, exactamente igual. O lo que es lo mismo, que el nihil novum sub sole mantiene su vigencia. Lo que ha permitido a la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, barrer a favor de la izquierda al inflar sobremanera las cifras que con rigor la transmitía el operativo de la Policía Nacional.

LA URGENCIA DE VOTAR
Mucho me reservaré de caer en el error de buscarle los pies al gato de una encuesta electoral. Que cada cual lea los sondeos según el color del cristal de sus lentes y preferencias, pero si a la izquierda le ha entrado de pronto unas irrefrenables ansias por votar, que sea coherente y reclame también las urnas para decidir qué nuevo gobierno queremos los españoles. Si hacemos caso a todas las encuestas que se han publicado en los cinco primeros meses del año, todas excepto las del CIS que maneja el socialista José Félix Tezanos, otorgan al  bloque de la derecha –léase Partido Popular y Vox – suficientes escaños como para desbancar a Pedro Sánchez de la presidencia del Gobierno. Y no será porque Alberto Núñez Feijóo no ha sido insistente en reclamar la imperiosa urgencia y necesidad de un adelanto electoral ante el creciente hedor de los casos de corrupción que cercan al Partido Socialista y al presidente del Gobierno. Si la izquierda valenciana utiliza el argumento de las encuestas, reclamando que Carlos Mazón disuelva las Cortes Valencianas y convoque elecciones, idéntico razonamiento es el de la derecha para que se vote en toda España. A eso se le llama coherencia, que no puede decirse que sea virtud, uso o costumbre que veamos llevar a la práctica por la clase política con la asiduidad que sería conveniente. Y en buena medida, además, de lo más necesaria para el propio gobierno de Sánchez, para tratar de recuperar algo de la credibilidad que ha ido perdiendo a chorros por tanto caso no sólo de corrupción, sino por la polarización que con sus modos y maneras ha provocada en la sociedad española, que no se merece el espectáculo que se le ofrece en las sesiones de control al gobierno. Y con el añadido del blanqueamiento que el Tribunal Constitucional anuncia para validar la amnistía con que Sánchez compró los votos de Puigdemont.