La política en España, su gobierno y las decisiones de éste, vienen gravitando, y mucho más en la actual legislatura, sobre la paradoja de que siete diputados, los de Junts, tenían y tiene agarrado a Pedro Sánchez por donde más duele a los varones. También los siete diputados de ERC aplican sus particulares y muy separatistas métodos para conseguir sus objetivos. Rebajar el veinte por ciento de la estratosférica deuda de Cataluña fue uno de ellos. Como resultaba tan parcial y descarado ese favoritismo, la ministra de Hacienda, la simpar María Jesús Montero y otros genios monclovitas, parieron la genialidad de la condonación para todas las autonomías. O casi todas, que hay algunas sin deuda que saldar. Los quince mil millones que exigían los rufianescos se incrementaron hasta los diecisiete mil millones en plan capitán moro:  “Això ho pague jo”.  Y las deudas de casi todas las demás (incluida la de la Comunidad Valenciana) la sultana Montero también decide pagarlas haciendo suya una expresión muy nuestra: “Serà per diners!”. No acaba ahí el asunto de la condonación. Hay otros catalanes, los fieles de la secta puigdemontesca, que habiendo perdido momentáneo protagonismo en esta suerte de chalaneos y en pleno ataque de celos por el éxito de Junqueras, reclaman para ellos el foco de atención. El veinte por ciento de la deuda no les parece suficiente y si Pedro Sánchez quiere seguir en La Moncloa, volando con el Falcon, y viendo aliviada la presión en sus tegumentos, tiene que condonar toda la deuda, toda, provocada por la manirrota y separatista gestión de la Generalitat catalana. 
El Partido Popular no está por la labor de permitir tan monumental enjuague. Si los catalanes consiguen librarse de su problema --y las autonomías del PP ya se verá-- la única verdad verdadera es que a los demás españoles nos tocará apoquinar tanto despilfarro. Y aquí seguiremos sufriendo las consecuencias de una infrafinanciación de lo más injusta.