Se me hace muy difícil, casi diría que me resulta imposible, tratar de escribir sobre cualquier asunto que no sea del alcance en pérdidas humanas y destrucción de bienes, servicios e infraestructura, culpa de un diluvio de proporciones apocalípticas. Esa terrible tragedia, que a diario se sobrealimenta con nuevos datos y revelaciones, requiere de la atención prioritaria de todos cuantos nos sentimos concernidos por la desgracia. Unos, como actores. Los que han sufrido en primera persona las consecuencias de los desbordamientos e inundaciones, con todo lo que ha supuesto de muerte y destrucción.  Y que para su desesperación y desánimo siguen sufriendo tantas carencias, que por más que la ayuda solidaria haya sido mucha, la devastación de sus viviendas, bienes, infraestructuras, comercios, espacios deportivos es superior y van a necesitarse  meses y años para volver al estado en que se hallaban el malhadado 29 de octubre.

Otros, como espectadores, que al ver las imágenes desearíamos que todo fuese una superproducción cinematográfica. Pero sabemos que no. Que por mucha sea la perplejidad que nos produce el alcance de tanta destrucción, daños y muerte, mayor debía ser la reacción y de ahí la eclosión de una solidaridad como nunca se había conocido hasta ahora. Ayudas en forma de donación de agua y alimentos. Arrimando el hombre, pala en mano, tratando de retirar toneladas y toneladas de fango. Y tantos trabajos y esfuerzos como han hecho.

TREGUA MOMENTÁNEA. Durante los días inmediatos a las devastadoras y simultáneas riadas producidas por los desbordamientos del río Magro y el barranco del Poyo,  los actores políticos, gobierno y oposición, contuvieron los que parecen son deseos innatos de lanzarse al cuello del otro. Una contención que resultó ser momentánea porque bien pronto, unos y otros, atacando o defendiendo, ofendiendo o perorando, iban a tratar de sacar el mayor rédito político, incluso con desprecio manifiesto de que toda actuación, y hasta palabra de más, que no tuviese como propósito principal tratar de aminorar y remediar el alcance de tanta desgracia, no dejaba de ser una despreciable canallada.
Han pasado poco más de tres semanas de la DANA y ya no hay armisticio que les frene. Se han lanzado a degüello cuando todavía son miles y miles de paisanos los que a diario tratan de salir adelante a brazo partido. Se busca el modo y manera de que Mazón baje la cabeza para sajársela de un tajo. Sacarle de la presidencia de la Generalitat se ha convertido en objetivo prioritario. También para el Partido Socialista, que no lo hizo en los primeros momentos, en lo que parecía puro tacticismo interesado, porque cada minuto de informativo que se hable de Mazón no lo ocupa de la mujer del presidente Sánchez. Esa era considerada una razón para no hostigarle. Incluso la secretaria general del PSPV-PSOE, Diana Morant, anunció su apoyo a los presupuestos de la Generalitat para el 2025. Ofrecimiento que no consta haya sido retirado pero que ante la ofensiva contra Mazón mal se compadece.

MOCIÓN DE CENSURA. Caso aparte es la propuesta lanzada por el síndico de Compromís, Joan Baldoví, de presentar una moción de censura. Dado que para poder tramitarla es necesaria la firma de veinte parlamentarios y Compromís sólo tiene quince en las Cortes Valencianas, más bien parecía fum de canyot. El ofrecimiento hecho a los socialistas para engatusarles con el señuelo de que suyo sería el candidato, no tuvo éxito alguno y Baldoví tuvo que plegar velas sin haber obtenido más rédito que un par de titulares en prensa y unas declaraciones radiofónicas. El Partido Socialista, con Pedro Sánchez al frente de su multitudinario equipo de asesores, ha concluido que mantener a Mazón en su puesto puede resultarles ventajoso para sus intereses electorales. El desgaste del presidente de la Generalitat también lo será para Alberto Núñez Feijóo.

UN GENERAL AL MANDO. La crisis del Consell la ha ido parcheando Mazón por entregas. Primero fue el nombramiento de la vicepresidenta Susana Camarero como nueva portavoz de su gobierno. Le siguió el de Marián Cano como consellera de Innovación, Industria y Turismo.  La sorpresa mayúscula fue conocer el nombre de quien será responsable de poner en marcha la maquinaria que aborde la reconstrucción de los bienes y servicios arrasados por la furia del agua. Nombrar vicepresidente para esa ingente tarea a un militar de alta graduación ha sido una sorpresa con no poca carga de efecto. El teniente general Francisco José Gan Pampols cuenta con una brillante hoja de servicios, también en desafíos como el que tendrá que afrontar en Valencia, son el mejor aval para que su desempeño sea acertado del todo. 
Dos nuevos nombres para un Consell sólo renovado en parte, son los de Juan Carlos Valderrama, que estará al frente de la Consellería de Emergencias e Interior, en sustitución de la cesada Salomé Pradas, de la que se supo que no sabía cómo se enviaba un mensaje de alarma a través de los teléfonos móviles. Nuria Martínez Sanchis es la nueva  consellera de Justicia. 

EL CASO TERESA RIBERA. Como tanta otras frases con paternidad intercambiable o plagio manifiesto, es la que unos atribuyen a Winston Churchill y otros a Manuel Fraga Iribarne, cuando es posible que no sea ni de uno ni otro sino del escritor británico Charles Dudley, y que es esta: “La política hace extraños compañeros de cama”. Viene a cuento por los compadreos que se dan en todas partes. Y en el seno de la Comisión Europea, también. El nombre de Teresa Ribera como vicepresidenta de Europa, pese a ser vetado por el PP español, va a superar todas las trabas, porque los socialistas europeos han aceptado a dos comisarios propuestos por partidos de la ultraderecha italiana y húngara. Pedro Sánchez, con tal de conseguir el nombramiento como comisaria de Teresa Ribera ha vuelto a cambiar de opinión, aunque ello le suponga tener que envainarse una tras otra, todas sus declaraciones en contra de los peligros de la fachoesfera. De Sánchez puede esperarse todo, incluso que critique al Rey Felipe VI a voz en grito, por haber permanecido en  Paiporta de donde él salió por patas cuando un palo de escoba, lanzado por un irascible vecino golpeó a uno de sus guardaespaldas.