Lo que menos podía imaginar un grupo de ontinyentins, que a comienzo de esta semana salieron de viaje hacia La Rioja, es que el martes iban a tener la oportunidad de ver de cerca a la reina doña Leticia. Y no la desaprovecharon, a pesar de que la temperatura al exterior del monasterio de Yuso no invitaba a permanecer mucho tiempo al aire libre. Parece ser que valió la pena la espera. Cuando llegó la reina no dudó en romper el protocolo, de suyo siempre estricto y con tiempos cronometrados, y se acercó a saludar a los jubilados viajeros, muchos de ellos paisanos de Ontinyent, entre ellos familiares, amigos y conocidos. Había viajeros de municipios afectados por la dana, que fueron los primeros a los que saludó doña Leticia. Conversó con ellos interesándose por su situación y ánimos. Siguió estrechando cuantas manos se le tendían a su paso sin mostrar prisa por terminar pronto y eso que era acusado el frío reinante. Y fue la propia Reina la que quiso hacerse una foto y posó para un selfi (otra de las palabras ya oficializadas por la Real Academia de la Lengua la pasada semana) y hubo quien a pesar de su poca habilidad para este tipo de posados –cosas de la edad madura-- consiguió la imagen que ya LOCLAR ofreció en su web.
EL OFICIO DE SER REYES
En los dos últimos meses los españoles, y muy particularmente los valencianos, hemos tenido ocasión de conocer a unos nuevos Reyes de España. Aquella doña Leticia que mantenía la compostura y soportaba el griterío – dirigido contra Carlos Mazón y Pedro Sánchez – aguantó el tipo en la visita que junto con don Felipe hacían a Paiporta, para conocer in situ los devastadores daños ocasionados por los aguaceros y cauces desbordados. Ni siquiera cuando una pelota de fango que impactó en su cara le hizo perder la compostura. Ni la suya ni la del Rey Felipe VI, a diferencia de la cobardona huida del presidente del Gobierno. El palo de una escoba, que impactó sin daño alguno en la espalda de un escolta fue excusa y pretexto para que Pedro Sánchez saliese a toda prisa con la dignidad entre piernas, mientras que los Monarcas, y también Carlos Mazón, mantuvieron la visita.
También vimos a unos Reyes, en el funeral por las víctimas presidido por el arzobispo de Valencia Enrique Benavent, que se tomaron su tiempo en saludar a familiares de las víctimas, darles el pésame, escucharlos, abrazarles y dejarse abrazar, un gesto hasta ahora inédito en la nuestra y en cualquier otra monarquía europea.
CAMBIO DE PERFIL
La imagen de los Reyes de España ha cambiado en las últimas semanas. Mucho y para bien, a pesar de las insidias y ninguneos de algunos grupos políticos –o tal vez por eso mismo -- que forman parte del gobierno de Pedro Sánchez, y de determinados medios dedicados a la difamación y el bulo más barriobajero. Tentado he estado de dar la dirección de la web más obscena contra los Reyes, pero he superado el impulso para no hacer la más mínima propaganda a esos cretinos.
La anécdota vivida por nuestros paisanos en La Rioja con doña Leticia podrá ser considerada menor respecto a los otros asuntos que he apuntado en las líneas precedentes. Sí, pero no deja de ser también categoría y ejemplo. La monarquía española, a pesar de los penosos deslices de don Juan Carlos, cuyo papel en la transición fue fundamental, no puede quedar opacado por sus errores e infidelidades para con una gran reina como la emérita doña Sofía, está demostrando en don Felipe y doña Leticia la verdadera razón de ser de nuestra monarquía constitucional, como punto de equilibrio político, y hasta emocional, al frente de la jefatura del Estado.
UN FACTOR DE EQUILIBRIO
Estoy convencido de que el mensaje del Rey Felipe VI en las horas previas a la ya próxima Nochebuena, será ocasión de comprobar una vez más el papel fundamental, pleno de sentido y estabilidad, que tiene su figura e institución en esta España nuestra tan dada al denuesto, la bronca y la devaluación de la imagen de los partidos políticos. En buena medida por la irrupción y acceso al poder de unos dirigentes cada vez más bronquistas y carroñeros, que no se han curtido en la dirección de una empresa, ni en la negociación de un convenio colectivo, ni en la oposición a una abogacía del Estado, sino que han hecho carrera desde las juventudes de los partidos y, abriéndose paso a codazos, hasta ocupar las cúpulas de los partidos, cueste lo que cueste.
UNA PRECIOSA FELICITACIÓN
Por las redes ya circula una felicitación navideña que además de precisa me ha parecido de lo más preciosa por su mensaje de solidaridad, compromiso y esperanza que como celofán envuelve sus deseos. La envía la Universidad Católica de Valencia y termina con este mensaje, impreso junto la imagen de una Sagrada Familia formado por figuras moldeadas con el fango devastador de las riadas del 29 de octubre: “Este año más que nunca, celebremos que en el barro no estamos solos”. Si no les llega entre las decenas de mensajes que a diario pueden colarse en nuestros teléfonos móviles –cada vez menos usados para hablar, pese a que ese debería seguir siendo su principal razón de ser -- les invito a que la busquen en Youtube. Estoy convencido de que me lo agradecerán.