El nuevo equipo de gobierno de la Diputación de Valencia tiene claro que el respeto por las tradiciones y las raíces de cada municipio será uno de los ejes de la gestión cultural de la institución de cara a los próximos años. Así lo expresó el presidente, Vicent Mompó, quien avanzó este viernes “el apoyo incondicional a la fiesta de los Moros y Cristianos” durante su visita a Ontinyent, donde asistió a la Entrada de los ejércitos cristiano y moro, el acto central de las fiestas grandes de la capital de la Vall d’Albaida.
El presidente Mompó estuvo acompañado por el alcalde de Ontinyent y ex presidente provincial, Jorge Rodríguez, y por la vicepresidenta primera de la Diputación y primera teniente de alcalde en la capital de la Vall, Natalia Enguix, quien coincidió con Mompó en la importancia de ayudar a los municipios a difundir sus tradiciones y su cultura e insistió en una idea que ya deslizó en algunas de sus visitas comarcales: “la fiesta de los Moros y Cristianos es una de las grandes tradiciones que tenemos las valencianas y valencianos, una manifestación cultural con gran repercusión a nivel económico y turístico, y a la que debemos equiparar con las Fallas, tanto en promoción como en recursos”.
En un acto que congregó un año más a miles de personas llegadas de destinos de dentro y fuera de la provincia, el presidente de la Diputación manifestó que la prioridad de su ejecutivo es “acercarnos a los pueblos, estar lo más cerca posible de los alcaldes y alcaldesas para que tengan claro que estamos ahí para tratar de ayudarles en sus necesidades, tanto en infraestructuras y servicios básicos como en la defensa y la promoción de tradiciones como esta fiesta de Moros y Cristianos que une a tantas personas y vertebra el territorio”.
Entrada multitudinaria
El acto central de las fiestas de Ontinyent, que contó con la asistencia de otras autoridades como la delegada del Gobierno en la Comunitat, Pilar Bernabé, el vicepresidente del Consell, Vicente Barrera; destacados responsables del mundo empresarial, caso del presidente de la Confederació Empresarial de la Comunitat y vicepresidente de la CEOE, Salvador Navarro, y una amplia representación de diputadas y diputados provinciales, reunió a miles de personas que disfrutaron de un maravilloso espectáculo de historia y fantasía con ballets, carrozas, músicos y las decenas de comparsas que dan vida a la fiesta grande de la capital de la Vall.
Una Entrada multitudinaria en la que desfilaron alrededor de 15.000 personas, entre festeras y festeros de las 24 comparsas, bandas y músicos de 89 agrupaciones, ballets, extras y equipos de asistencia a las carrozas y espectáculos. El alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, destacaba la “espectacular recreación que ha devuelto a la vida a personajes históricos de tiempos de Al-Andalús como el caudillo andalusí Omar Ben Hafsún, el explorador musulmán Ibn Battuta o el legendario guerrero cristiano Rodrigo Díaz de Vivar”. “Una vez más, Ontinyent y sus gentes han demostrado su capacidad para unirse y hacer cosas grandes juntos, en este caso dar vida a una fiesta que es referente en la celebración de los Moros y Cristianos”, remató el alcalde.
El ejército cristiano fue el primero en desfilar, con Miguel Gandia como capitán en representación de la comparsa Cides, que en esta ocasión tomó como punto de partida de su escenificación la muerte de Díaz de Vivar. A continuación llegó el turno del bando moro, con Vicent Martí al frente, comandando la comparsa Mossàrabs, la más numerosa de la localidad y que en la Entrada de este año ha movilizado a 1.300 personas.
El contrabando
Tras una larga noche donde el público volvió a vibrar con el magnífico espectáculo de la Entrada, Ontinyent ha amanecido, como ya es tradición, con el Contrabando, otro de los momentos significativos de las fiestas en honor al Cristo de la Agonía, declaradas de Interés Turístico Nacional. La vicepresidenta primera de la Diputación, Natalia Enguix, y el alcalde Jorge Rodríguez no han querido perderse un acto que ha contado con la presencia del presidente de las fiestas, Vicent Pla.
Dos comparsas cristianas, marineros y contrabandistas, escenifican su litigio. Unos intentan introducir el contrabando en las alforjas de sus carros, con los que acceden a la ciudad, mientras los otros tratan de impedírselo. Tras hacer sonar sus trabucos y arcabuces e intercambiar bravuconadas, la mercancía es repartida entre el público asistente y los marineros terminan haciéndose con el castillo que se alza en la plaza Mayor de Ontinyent.