Amnistía. Busco en el diccionario de la Real Academia Española su definición y la que me ofrece no puede ser más escueta: “Perdón de cierto tipo de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”. Los académicos que redactaron esa definición nunca pudieron imaginar que esa palabra se iba a convertir en este ardiente verano –tanto por las elevadas temperaturas como por las fricciones políticas— en la más repetida, comentada y controvertida.
Apenas concluido el recuento de las elecciones generales del 23 de julio su resultado ofrecía datos del todo engañosos. Quien había ganado las elecciones, el Partido Popular encabezado por Alberto Núñez Feijóo, no contaba con votos suficientes para garantizarse el acceso a la presidencia del gobierno. Quien las había perdido, el Partido Socialista de Pedro Sánchez, conociendo la capacidad de supervivencia que tiene ampliamente acreditada, ponía en marcha esa misma noche una operación que le diese la oportunidad de seguir como inquilino de La Moncloa.
Dicho que Sánchez tiene una innata capacidad de supervivencia, añado que aún es mayor la que tiene largamente acreditada como mentiroso. Y como buen falsario que es niega que lo sea volviendo a mentir con su negativa. Recurro de nuevo al docto diccionario. Mentira: “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente”. Cualquier ciudadano español que siga aunque sea muy superficialmente el acontecer político, reparará en que el presidente en funciones del gobierno, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, tiene una innata facilidad para hacer decir lo contrario de lo que dijo y aseguró con tal de poder seguir siendo presidente.
Así, la amnistía que defendía como imposible conceder porque la Constitución Española lo prohíbe de modo taxativo, encuentra en Sánchez vericuetos, excusas, razones y, sobre todo, su necesidad, para que concederla a quienes por una conjunción político-astral se ponen la camiseta de conseguidores sobre su indumentaria de delincuentes. Ese es el caso del fugado Carles Puigdemont, que de prófugo de la justicia se convierte por unos demoníacos resultados electorales en el sujeto que puede hacer que Pedro Sánchez siga siendo presidente del gobierno.
Y Puigdemont, calculadora en mano, expele desde Waterloo suficientes feromonas para que el macho Sánchez no se pueda resistir a sus encantos. Eso sí, no habrá cópula si el pretendiente a repetir como presidente no es capaz de aportar la dote que exija el fugitivo. Éste, sabedor como es de que las ansias de Sánchez son infinitas, pone en el platillo de la balanza sus siete votos y exige que para igualar el peso se haga realidad una amnistía que hasta ese momento se había dicho por ministros y dirigentes socialistas que era del todo imposible.
¿Amnistía? Y a la pregunta respondían que no era posible, que de ninguna manera. Un diario digital, Theobjective.com ha conseguido en sólo un minuto y cuarenta y siete segundos poner en evidencia a Pedro Sánchez y a todos los sanchistas que sin rechistar dijeron en su día que no era posible hablar de amnistía. Esto que dijeron hasta fechas bien recientes, es lo que no les gusta ver reproducido. Conviene recordarlo.
Grande Marlasca, ex magistrado y actual ministro de Interior: “Ya sabéis que la amnistía no está reconocida en nuestro ordenamiento jurídico”.
Adriana Lastra, ex portavoz del PSOE: “Les hemos dicho siempre a todos ustedes que no cabe la amnistía en nuestra Constitución”.
José Luis Ábalos, diputado por Valencia y ex ministro: “Siempre hemos manifestado nuestra posición en contra a la figura de la amnistía”.
Juan Carlos Campo, ex ministro de Justicia: “Y esas son las bases en que está asentado el gobierno. La amnistía no cabe. El referéndum de autodeterminación no cabe”.
Salvador Illa, ex ministro de Sanidad y líder del PSC: “Ni amnistía ni nada de eso. Lo repito para que quede claro. Ni amnistía ni nada de eso”.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones: “Pero el independentismo pide la amnistía. Pide un referéndum de autodeterminación. Y no han tenido amnistía y no hay referéndum de autodeterminación ni lo habrá”.
Miquel Iceta: Ministro de Cultura y Deportes: “La amnistía es un procedimiento absolutamente extraordinario que se produce cuando hay un cambio de régimen y absolutamente borra los procedimientos penales. No es el caso”.
Patxi López, portavoz del PSOE y ex lehendakari: “El diálogo como método y la Constitución como norma”.
Carmen Calvo, ex ministra y portavoz socialista: “Cuando usted habla de plantearnos la amnistía la única respuesta posible es que eso no es planteable en un estado constitucional democrático porque sería literalmente suprimir uno de los tres poderes del estado que es el judicial”.
Isabel Rodríguez, ministra y portavoz del Gobierno de Pedro Sánchez: “No vamos a hacer descansar la gobernabilidad de nuestro país con aquellos que quieren romper España. No vamos a hablar con aquellos que lo que quieren es partir este país”.
¡Qué huecas y hueras suenan ahora tan rimbombantes declaraciones! En el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo se ha hablado mucho de la amnistía. Y aquel perdón que los dirigentes socialistas negaron que fuera posible conceder es el mismo que permitirá a Sánchez ser presidente. Eso sí, con permiso de Puigdemont. Y siempre y cuando no le dé por ampliar su lista de disparatadas exigencias y contrapartidas.