Nos han abierto un poco la rendija del confinamiento, después de dos meses de forzado encierro, y unos más otros menos, nos hemos apresurado a retomar algunos de los usos, costumbres y  devociones de antaño. Como la del esmorsaret, que es a un mismo tiempo reunión, tertulia, reparador bocata con su añadido de aliñados, café y xorraeta. Como el encuentro con amigos con los que compartir dichos y hechos, charlar para arreglar España, que buena falta que le hace un apaño, con los que intercambiar fotos del hijo o la nieta nacidos justo en este periodo de obligada reclusión. Como el salir a caminar por la ruta del colesterol para mantenerse en forma o pasear por los caminos del diseminado viendo crecida la hierba y ahora mismo la espectacular floración de los olivos. Y así, tantas y tantas actividades de las que hemos estado ausentes y añorantes. Cosas que hacíamos con verdadero interés o no tanto, incluso con relativa displicencia, pero que desde el momento que nos fueron vetadas las echamos en falta y ahora agradecemos el haberlas recuperado al menos en parte.
El problema es que tras el complicado y hasta contradictorio pase de fase y  poder hacer parte de lo que teníamos vetado, hay quienes creen que el peligro, y peligro de muerte que ocasiona  el maldito coronavirus, ha pasado y ya podemos hablarnos sin mascarilla de por medio y a tan escasas distancia como si lo siguiente fuese un morreo. Y no. El virus sigue estando ahí con su mortífera capacidad de seguir haciendo tanto daño como hasta ahora en que ya se ha llevado por delante a más de treinta mil españoles, puede que bastantes mas que no aparecen reflejados en las sospechosas por mendaces estadísticas oficiales, que parece que están hechas por José Félix Tezanos. 

OCULTACIÓN DE LA MUERTE
Es posible que buena parte de la inconsciencia e irresponsabilidad de aquellos ciudadanos que han decidido obviar o incumplir las disposiciones y  normas de comportamiento sea consecuencia de la ocultación de la muerte provocada por el coronavirus. Nada de luto oficial por parte del Gobierno. Nada de mostrar las morgues que a toda prisa se tuvieron que habilitar en espacios que antes fueron de recreo, como el Palacio de Hielo de Madrid, y que llegó a albergar al mismo tiempo ochocientos féretros de otros tantos muertos. Nada de mostrar como es una ventilación asistida en una UCI, con traqueotomía incluida y sedación total del paciente que si consiguen salvarlo –gracias al trabajo intenso y abnegado de unos profesionales mal pagados y peor equipados—saldrá hecho un guiñapo. Nada de eso se ha querido mostrar. Mucho aplauso en los primeros días como si a base de dar palmas ahuyentásemos el virus. Lo siento, queridos idiotas, el virus sigue ahí amenazante y letal. 
El Gobierno de Sanchiglesias parece que al fin ha quedado enterado, gracias a la labor investigadora del equipo clandestino de expertos, de que es del todo conveniente usar las mascarillas en todo espacio cerrado y no sólo en a la hora de subir a un transporte público. Ahora toca mascarilla. Ahora ya todo el mundo la tiene regalada o adquirida. O, al menos, eso dice la propaganda oficial, pero siendo tantas las mentiras del sanchismo puede que todavía haya quienes no la tengan. No será el caso de Ontinyent, en donde han sido repartidas gratis para todos los aquí empadronados. Dado que el peligro no ha pasado, que sigue estando ahí, agazapado y letal, póntela (la mascarilla), pónsela.

JARABE DEMOCRÁTICO
Al ahora vicepresidente segundo del Gobierno  y vecino de una elitista y burguesa urbanización de Galapagar, Pablo Iglesias Turrión,  le han hecho un escrache frente a su chalet. No tendrá queja de la protección dispensada por la Guardia Civil. Hasta cinco coches patrulla aparecían aparcados frente su parcela con el fin de garantizarle su tranquilidad y descanso. A Iglesias le han recordado lo que dijo para justificar los escraches por él protagonizados contra dirigentes del PP, sí, aquello de que esa tipo de protesta era “jarabe democrático que aplican los de abajo a los de arriba”. 
Dos tazas de jarabe le han endilgado. Y él, siempre comedido, muy en su ahora papel institucional, ha vuelto a hacer realidad aquello que le caracteriza ante las cámaras y no detrás de ellas: “Ni una mala palabra ni una buena acción”. Así, ha hecho como que aceptaba ser el destinatario del descontento de quienes los suyos se han apresurado de tildar de pijos o cayetanos, pero advirtiendo que lo mismo podría ocurrir que estas protestas tuviesen como destinatarios la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso o a dirigentes de Vox, entre ellos su presidente Santiago Abascal. O sea, que el aparentemente moderado Iglesias, con la piel de cordero encima de su chepa, ya ha dicho y señalado a los que hay que escrachear en los próximos días.
Dado que siempre me ha parecido la del escrache una práctica tan estúpida como ruin, porque además del dirigente insultado y molestado, también pueden sufrir los gritos el resto de la familia, me reitero en mi oposición a tan estruendosa gamberrada. En el caso del vicepresidente ninguna culpa tienen los tres hijos de la pareja Pablo Iglesias-Irene Montero, de tener los padres que tienen. Bastante es su desgracia como para tener que sufrir la indignación de quienes están hartos de la manipulación y mentiras de un gobierno torpe y borde. 

LAS MENTIRAS DE TEZANOS
Por el elevado que sea el nivel de estupidez de quienes no respetan las distancias, ni se ponen mascarillas, ahora que además de recomendables ya son obligatorias, no llegará al de idiotez manifiesta alcanzado por el presidente del CISJosé Félix Tezanos. Su último barómetro es un compendio de entreguismo al sanchismo y manipulación partidista. Añádase el descaro, muy probablemente fraudulento, de Tezanos que ha hecho que una empresa de su propiedad, Intercampo SA, sea contratada por el CIS para efectuar encuestas por el covid-19. Dado que estamos en periodo de alarma, la contratación se hizo a dedo, sin concurso público, y por valor de 75.000 euros.
Tezanos ha conseguido poner al CIS al nivel pestilente de una ciénaga. Y peor que eso ha sido su insistencia de considerar imbéciles al conjunto de los españoles al pretender contrabandear con sus datos manipulados. Tan manipulados que a partir de ahora tenemos que reformar el dicho de “mentiras, grandes mentiras y estadísticas” por el de “mentiras, grandes mentiras y las trolas y embustes de Tezanos y su CIS”.
Las manifestaciones contra el Gobierno de Sánchez, que arrancaron en el barrio pijo de Salamanca y ya se han extendido por numerosas ciudades, son espontánea demostración del descontento con el desgobierno. Por mucho que el manipulador Tezanos pretenda modificar la realidad social de España, sus ciudadanos no están por darle la razón. De ahí sus protestas cacerola en mano, que irán a más porque el problema no es de los pijos que no pueden ir a jugar al golf, tal como dijese Rufián, sino del españolito de a pie que ha dicho basta.