Dadas las circunstancias que estamos viviendo estos días en las ciudades más significativas de nuestro país, en las que los vándalos han tomado cada tarde como “diversión” el agruparse como un ejército urbano, enfrentándose a las fuerzas del orden, me acuerdo ahora de la frase que dicen que pronunció Manuel Fraga Iribarne siendo ministro de la Gobernación con el Gobierno de Arias. Se habla de la frase como una leyenda urbana porque nunca la pronunció, pero para el carácter fuerte que tenía, encajaba muy bien. Formó parte, dicen, de una campaña de desprestigio en los medios de la época y en la que la revista Triunfo fue una de las más destacadas publicaciones que con un acento de izquierdas participó en ello.
Se estaba cociendo la llegada “oficial” del partido comunista o el regreso y la calle tenía un pulso de agitación; la libertad de la existencia de los partidos políticos era cuestión de poco tiempo y los ánimos estaban caldeados. Los manifestantes eran de otra pasta y defendían un amanecer de libertades hasta ese momento solo en entrevistas.
Viene esto a cuenta de la estrategia del Govern de la Generalitat que da un paso adelante y otro atrás, en esto de apoyar decididamente a los Mossos en sus actuaciones en la calle intentando contener y disolver a esos aguerridos muchachos- los llamo así porque entre los más talludos hay jóvenes que rozan los 17 años.
Estos grupos orquestados por las redes sociales se emplean a fondo para generar un estado de violencia callejera que parece no tener fin en apoyo, dicen, de la libertad de expresión y de un tal Rivadulla, alias Pablo Hasél, que encadena una serie de delitos que hacen dudar seriamente de su carga poética.
Hay un estado de ira contenida en el seno de las fuerzas del orden; tan es así que los sindicatos policiales se han reunido con el correspondiente conseller y su cúpula para poner negro sobre blanco el estado de irritación que empieza a darse en el conjunto de los Mossos y, como político, el conseller se ha solidarizado con sus fuerzas del orden, aunque sospecho que aquí hay un doble juego amparado por el Gobierno Central, Veamos.
De una parte la formación podemita agita a las organizaciones kaleborrokas lanzando mensajes acerca de la libertad de expresión conculcada, según ellos, con la detención del tal Pablo- que ha conseguido, por cierto, una cuota de pantalla que ni soñaba- y utilizando esta cuestión como punta de lanza para poner en duda el estado democrático y su debilidad y por otra parte el socio mayoritario de Podemos, o sea el PSOE, manifiesta, débilmente, que eso no es cierto y que aquí no consentimos la violencia y luchamos contra ella y es cierto por lo que vemos cada noche …pero se ve que luchamos a medio gas.
En este caso la calle es el lugar donde dicen “los demócratas” que está el verdadero Parlamento y no hay más que repasar las hemerotecas para poder encontrar las declaraciones de sus líderes que dicen estar dispuestos a todo para hacerse oír y parece que lo están haciendo.
Podría ocurrir que estuviésemos asistiendo a un deliberado movimiento lento por parte del Partido Socialista dejando que su socio – Podemos- se vaya desgastando a base de intervenciones, que adelantan como si fueran fruto de su gestión, y que en ocasiones no llegan a buen puerto.
Todo es posible con este Gobierno de sopa de letras donde cada uno trata de marcar su territorio propio y tras todo esto otros asuntos de capital importancia siguen siendo tratados como mercancía menor.
¿Estamos ante un estado de derecho venido a menos y donde la autoridad está debilitada?