Lo que empezó como una reunión espontánea de aficionados en el CEAM (Centro Especializado de Atención a Mayores), acabó siendo lo que hoy se conoce como la Rondalla ‘El Raconet’, una agrupación músico-vocal formada por cerca de 25 jubilados que comparten una pasión: la música. 
Desde los 62 hasta los 85 años, tocan con ilusión el laúd, la guitarra, la bandurria, el acordeón, el violín, el chelo... Músicos para todos los gustos, muchos de ellos autodidactas, que dan vida a boleros, vals, pasodobles o rancheras.  
En un año tan difícil de pandemia, en el que han estado unos 13 meses parados, el ontinyentí Gaspar Conejero Martínez, miembro de El Raconet, ha querido aprovechar para mirar atrás y recopilar estos 10 años en un libro: ‘Historia de El Raconet’. 

Una obra que “queda en casa”, en la comparte desde los inicios de la agrupación, hasta su actividad, sus momentos buenos y los no tan buenos, y relata el origen de ‘El Raconet’, un nombre que nació de aquellos primeros años en el CEAM, cuando “decíamos: el lunes nos vemos en ‘el Raconet’”, refiriéndose al rinconcito donde ensayaban. 
Bajo la actual dirección del compañero Carlos Cañete, ya tienen a sus espaldas más de 20 conciertos. Sus ensayos se dividen, cada 15 días, entre la Casa de Cultura de San Rafael y la residencia San Francisco de Ontinyent. “Es un ensayo con público”, comenta, “los usuarios se levantan, bailan y se alegran”, añade. De vez en cuando también acuden a otros centros como AFAO o La Saleta. Quizás, estas actuaciones sean las más especiales para ellos. 
El primer concierto, digamos oficial, de ‘El Raconet’ fue en el Centro Cultural Caixa Ontinyent, lo que se convertiría en una cita anual. “Ahí es donde nos dimos cuenta de que podíamos hacer más cosas”, explica Gaspar. También han tocado en misas en Santa Ana, en San Carlos o San Rafael; y en el auditorio de Aielo de Malferit y de Agullent; así como en festivales benéficos como Parkinson Ontinyent, en el teatro Echegaray, o conciertos para Cruz Roja, las Camareras de la Purísima o la Asociación andaluza. Actuaciones donde, para ellos es reconfortante que la gente lo pase bien, pero reconocen que “nosotros disfrutamos más que ellos”, añade Gaspar Conejero. 
Todo esto ha dado lugar a una buena amistad y buen ambiente, gracias al cual han compartido también cenas ‘baix braç’ y amenas tertulias. “El Raconet ha sido a lo largo de estos diez años un lugar de armonía, de encuentro, de ilusión y, por qué no, de terapia positiva”, explica Gaspar en su libro. “El Raconet nos da vida”, concluye.