Tal día como el sábado 29 de enero hace cinco siglos, al menos 400 agermanados que se resguardaban en la Iglesia Mayor de Santa María Magdalena y en la casa abadía de L'Olleria perdieron la vida asfixiados cuando, después de varias horas de asedio, el virrey Diego Hurtado de Mendoza ordenó prender fuego a las puertas del templo fortificado. Una gran masacre que aceleró el desenlace de la revuelta de Germanías.
Quinientos años más tarde, el escenario de la tragedia se convirtió el sábado en el lugar escogido para dar luz a un proyecto literario que rescata un acontecimiento histórico tan fundamental en el devenir de L'Olleria como desconocido para la mayoría de la población. Sus autores son el historiador Abel Soler y el ilustrador Josep Miguel Martínez. A partir de un enfoque divulgativo, pensado para que la historia llegue a todos los hogares y se aborde como contenido educativo en los colegios, el libro cuenta los hechos a partir de las conversaciones ficcionadas entre dos estatuas de piedra que lo presenciaron todo desde el campanario y la casa de la Vila.
"Fue la masacre más importante de la Germanía. Un auténtico crimen de guerra", resume Abel Soler. Los agermanados murieron en L’Olleria en enero de 1522 cuando volvían a su base de Xàtiva tras su retirada de Ontinyent, pero a mitad camino se produjo el inevitable enfrentamiento. Los insurrectos habían tomado un año antes como prisionero al hermano del virrey en el castillo de Xàtiva y este, al frente de un ejército de un millar de soldados, reforzado con mercenarios castellanos, tenía sed de venganza. Como los disparos de los agermanados refugiados en la iglesia estaban causando muchas bajas en sus filas, el virrey ordenó quemar el templo sagrado. A los 400 fallecidos en el interior del templo, se sumaron 200 víctimas más que huyeron y acabaron ejecutados.
Con el paso de los años, no todo lo que trajo aquella sangrienta masacre fue negativo para L'Olleria. Como recuerda Abel Soler, el virrey dejó al morir una importante suma de dinero en Toledo para reconstruir la iglesia de la localidad, que renació con su actual portada renacentista. Para la obra fueron contratados picadores de piedra de Navarra "El virrey estaba muy arrepentido de lo que había hecho y creía que iría al infierno, por eso también donó dinero a las familias de las víctimas", evoca Soler. 
A partir del desgraciado episodio, L'Olleria fue ganando población al calor de la proliferación de los hornos de vidrio. La prosperidad fue tal que el municipio obtuvo el privilegio de erigirse en "Vila Real" y pudo comprar su independencia de Xàtiva, ciudad a la que hasta entonces había pertenecido como una pedanía más.
La presentación del libro el pasado sábado abrió una programación de actividades que el consistorio de L'Olleria ha organizado durante la primera mitad del año para conmemorar la efeméride por primera vez. Habrá conferencias, exposiciones, una feria medieval renacentista, una presentación teatralizada y visitas guiadas.
Además, el alcalde de L'Olleria, Ramón Vidal, que lamenta que la Germanía no se haya conmemorado en casi ningún municipio ni institucionalmente pese a su relevancia histórica, ha afirmado que "fue una revuelta de las clases populares para acabar con la corrupción y los abusos de los caballeros y la monarquía absoluta".
Tras la masacre de L'Olleria, hubo otra batalla en Bellús. Por entonces los agermanados solo resistían en Alzira y Xàtiva. Acabaron rindiéndose al asedio.