Artesanos de la viña con un legado histórico. Así puede definirse Casa Los Frailes (Cals Frares), perteneciente a la familia Velázquez sin interrupción desde hace 13 generaciones, lo que se traduce en 240 años.
Casa Los Frailes toma su nombre de los Frailes Jesuitas que vivieron en ella en el XVIII. Son 162 hectáreas donde finca y bodega quedan enclavados entre sus propios viñedos bajo unas condiciones privilegiadas: suelos extremadamente calizos, en riguroso secano, un clima mediterráneo continentalizado a 650 metros de altitud y unas viñas de media de 40 años de antigüedad.
En Casa Los Frailes opinan que “los vinos deben expresar un suelo, un clima, una historia y una huella”, destacan. “Somos conscientes de tener unas condiciones privilegiadas y, por ello, nos sentimos responsables en la búsqueda de vinos auténticos y honestos”. Esto significa que los vinos están 100% elaborados y embotellados en Casa Los Frailes, 100% ecológicos certificados y 100% biodinámicos certificados DEMETER. La variedad reina de sus vinos es la Monastrell, la uva autóctona de su región, de la que tienen viñedos de más de 85 años de antigüedad.
Para dar a conocer y compartir su pasión por el mundo vitivinícola, desde Casa Los Frailes ofrecen catas de vino a todo tipo de público que le interese el mundo del vino y que busque bodegas artesanales con mucho que contar. Una experiencia única y diferente donde se aprende qué son vinos artesanos; ecológicos y biodinámicos. Casa Los Frailes cuenta con certificados en vinos ecológicos desde el año 2000 han sido una de las bodegas pioneras en toda España. “Después de más de 15 años practicando agricultura ecológica aprendimos que la tierra no sólo hay que respetarla y conservarla sino que es necesario vivificarla, regenerarla y desarrollarla”, señalan. Por ello, decidieron apostar por la agricultura biodinámica ya que “nos permite profundizar en la originalidad de nuestro clima y de nuestro suelo. Este compromiso con la naturaleza nos permite conseguir vinos únicos y singulares”, añaden.
Las catas incluyen un paseo por las viñas colindantes a la finca y la bodega, así como a la bodega antigua donde hacían vinos los jesuitas, con sus depósitos de mortero del siglo XVIII y las ánforas enterradas. Una mezcla ideal de cultura y vino.