Siete de la mañana de un día cualquiera de noviembre. En el horno Sant Josep, uno de los más antiguos de Ontinyent, se ponen manos a la obra para arreglar y preparar una de las comidas más tradicionales de la ciudad, la coca de Fira, pero vamos por pasos.
Mucho hemos hablado cada año de lo importante que es la coca de Fira, de la tradición y de las reuniones que alrededor de este autóctono manjar se dan anualmente, pero pocas veces nos hemos parado a pensar en los o las protagonistas que hacen posible esas reuniones en muchos casos, los trabajadores de los hornos.
Retomando el párrafo inicial, desde el horno Sant Josep nos comentan cómo es para ellas esa época en la que se empieza a vender la coca de Fira, que este año, debido al lluvioso mes de septiembre que ha llevado consigo una gran cantidad de setas, ha sido antes que nunca, una época de mucho trabajo en el que el mejor momento del día es “cuando ya hemos acabado de hacerlas todas”, bromean. “El panadero pasta las cocas y la deja medio cocidas en un armario y cuando llegamos nosotras nos ponemos a preparar el arreglo y a limpiar las setas y las alcachofas” explica Verónica Sáiz, hornera del ‘Sant Josep’. Una vez preparan el arreglo, empiezan a salar los distintos alimentos que lo requieran y meten todo al horno, pero sólo hasta que esté a medio cocer, ya que en ese momento lo sacan del horno para ponerlo sobre la coca ya preparada, después “sólo tenemos que esperar que venga el cliente, lo ponemos unos 10 minutos al horno y queda delicioso”, comenta Sáiz.
En el horno Sant Josep empiezan la preparación de la coca de Fira unas 3 horas y media o 4 antes de cuando se tenga que entregar. Es decir, si la coca es para el almuerzo empiezan a prepararlo sobre las 7 de la mañana, si es para comer lo hacen cerca de las 10, y si como les pasó este jueves tienen tanto para almuerzos como para comidas, es un día intenso de prepararlas, un día que acaba sabiendo seguro que “no nos apetece comer coca de Fira”, explican entre risas.
La vuelta de la Fira provoca una oleada de pedidos de coca
El 2020 lo cambió todo. La crisis de la covid-19 llegó a nuestras vidas para cambiarlas por completo, y entre las cosas que nos quitó fue una Fira de Ontinyent que ya está en marcha ahora mismo y que ha sido bautizada como ‘La Fira de la ilusión’. Una ilusión que evidentemente también ha afectado a la gran protagonista de nuestro reportaje, la coca.
Según nos comentan desde el horno Sant Josep, este año han sido especialmente elevados los pedidos de coca de Fira, pero no a comparación de un 2020 en el que evidentemente bajó el consumo, aunque no tanto como se podía prever, sino comprado ya con los últimos años antes de la crisis.
Si bien es cierto que en 2020 hubo un bajón, según explican desde el horno no fue tanto, ya que la gente realizaba pedidos de coca de Fira de todas formas para llevarse a sus casas y comérsela con la familia, por lo que “no notamos tanto ese bajón con respecto a 2019”, aunque lo que sí que han notado ahora es “un gran subidón en los pedidos”, lo que sumado a que “este año hemos empezado antes a preparar coca de Fira”, ha llevado a pensar que 2021 está siendo uno de los años en los que más se está vendiendo.
Las explicaciones son fáciles, la primera de ellas es porque tras un año de ausencia de la Fira, se cortó la monotonía de la tradición, es decir, mucha gente que cada sábado de Fira comía coca y podía estar aburriendo ya esa rutina, el pasado año no lo hizo, por lo que este 2021 han vuelto a necesitar ese manjar ontinyentí. El segundo de los motivos es claro y tiene relación con lo anteriormente citado, desde el Mig Any 2020 (a finales del mes de febrero) no ha habido en Ontinyent una gran celebración, por lo que para esta Fira han vuelto aquellas juntadas, tanto de comparsas como de peñas, amigos, familiares, etc., por lo que el aumento de la venta de coca de Fira ha ido directamente proporcional con el de las ganas de juntarse tras más de 20 meses en algunos casos.
La Fira 2021 será recordada siempre como la que devolvió la sonrisa y la ilusión a Ontinyent tras meses grises en los que nada se podía hacer, así que, qué mejor que recordarla siempre con una apetitosa coca de Fira acompañándola.