- ¿Qué le llevó a marcharse a Argentina?
- Llegué en julio para empezar el segundo cuatrimestre, porque aquí el curso universitario se divide de marzo a julio (primer cuatrimestre) y de julio a diciembre (segundo). Estoy estudiando el doble grado de Derecho y Criminología, en la Universidad de Valencia, que tiene un convenio con la Universidad Argentina de la Empresa, aquí en Buenos Aires. Eso me dio la oportunidad de venir aquí, dentro de un programa internacional de intercambio. La previsión es estar aquí un año entero, ya que volvería en julio de 2025.
- ¿Por qué optó por Argentina?
- Notaba que necesitaba un cambio de aires, y aquí compartimos el idioma, pero a nivel cultural y de vida es un cambio grande. Tengo un primo que vino aquí hace 7 años y me habló maravillas de la experiencia, conoció a gente increíble y viajó por muchos lugares... Todo eso me animó a venir. He venido con un compañero de la Universidad de Valencia. Nos hicimos amigos el primer
año de la facultad y a él también le atrajo la idea de cambiar de aires. Así, hemos venido los dos.
Me atraía mucho conocer el país, que es muy grande, con una diversidad de paisajes muy grandes, desde cataratas, glaciares, desiertos... una variedad que no encuentras en ninguna otra parte. Por otro lado, aquí en Argentina está muy desarrollada la psicopatología y el estudio de la Criminología a través del estudio de la mente, que es un campo que en Europa no está muy asignaturas que en Europa no se imparten.
- En este tiempo que lleva, ¿qué ha podido conocer del país?
- De momento, estamos conociendo Buenos Aires, que es una ciudad muy grande. Lo que es la capital federal casi la he visto toda. Hemos hecho muchos amigos aquí, entre ellos, una pareja de profesores, que los fines de semana nos enseñan un barrio nuevo. También hemos visitado las cataratas de Iguazú, tanto desde la parte brasileña como argentina.
- ¿Qué destacaría de la ciudad?
- Su inmensidad. Para mí, el cambio a Valencia para estudiar ya me chocó un poco, cuando estar por avenidas como Blasco Ibáñez... pero es que aquí vas por avenidas como la del 9 de Julio con sus 10 carriles para coches, autobuses... Aquí la vida es muy rápida, tanto que a veces te obliga a parar y pensar todo lo que has hecho, porque si el tiempo ya pasa rápido de normal, aquí pasa volando.
Es una ciudad muy bonita, de la que también destacaría su gente y su hospitalidad. En España somos hospitalarios y cálidos, pero aquí su hospitalidad es tremenda. Es decir, enseguida que ven que vienes de fuera, te preguntan, te dan su teléfono por si necesitas algo, te invitan a su casa... Es una hospitalidad que nunca imaginé.
- ¿Y en cuanto a la seguridad?
- Es obvio que es una ciudad grande y que también tiene sus peligros. Yo vine un poco alerta, pero realmente lo primero que me dijeron en la universidad fue: ves con cuidado, pero no con miedo. Es decir, no vayas por la noche con el móvil en la calle, no entre los barrios cuando no está el sol fuera, no vayas en el colectivo con los auriculares y despistado. Yo de momento no he tenido ninguna mala experiencia, ni ningún español o estudiante de intercambio que conozca, tampoco. Posiblemente, esa inseguridad se exagera un poco más de lo que es.
- Cuando se habla de Argentina, rápidamente se piensa en asado, futbol, etc, etc. ¿Es tópico o ya lo ha confirmado?
- Tenemos la suerte de que en la universidad hay un programa de intercambio en el que un estudiante recibe a otros estudiantes extranjeros. Hemos hecho muy buena relación con uno de ellos, que es hincha de Atlético Independiente y nos ha llevado varias veces a la cancha, nos ha llevado a hacer asados, a probar el mate... Son tópicos, pero totalmente cierto. Por ejemplo, vas a primera hora a la universidad y ves grupos en los que uno ha llevado el recipiente para el mate, otro el termo con agua caliente y otro lleva el mate.
Lo preparan y lo van pasando a todo el que quiere, incluso los profesores participan. Es decir, lo del mate, es totalmente cierto, es como un evento social. Al argentino le encanta compartir. Es una hospitalidad muy grande también entre ellos. Lo del mate es increíble: la universidad tiene puntos de agua caliente para los termos, puedes comprar la hierba allí. En los aviones puedes llevar tu bolsa de mano con el mate aparte de la mochila, que no te dicen nada. Los domingos, cuando hace buen tiempo, en el parque hay muchas parejas, familias... con su manta sobre el césped y el mate.
- ¿Qué echa de menos de Ontinyent y de España?
- La pausa y la tranquilidad. Buenos Aires me encanta, pero la vida aquí es muy rápida, y en ocasiones, se echa de menos, terminar la facultad el viernes y volver a Ontinyent en una horita, la tranquilidad de la ciudad: visitar a mi abuela, estar con mi madre, cenar con ella, ir a la plaza de la Concepción... Esos momentos de ver a los seres queridos, el poder ir al Pou Clar, subir a Sant Esteve... En definitiva, echo un poco de menos ese ambiente de pueblo, tanto por los seres queridos como del propio pueblo. Ontinyent, para mí, es familia, amistad... especialmente los fines de semana es cuando más lo echo de menos, porque es cuando rompes la rutina y volvías al pueblo.
- En Argentina las estaciones van totalmente al contrario que en Europa. Cuando llegó en julio, era pleno invierno en Buenos Aires. ¿Cómo llevó ese contraste?
- Sí, aquí era pleno invierno. Salí de Ontinyent a 42 grados, pero cuando llegamos aquí por la mañana, marcaba solo 6 grados, por lo que eran muchos grados de diferencia. Fue un choque tremendo, que costaba de creer ese giro en las estaciones. La primera semana pillé un constipado bastante fuerte, pero poco a poco te acostumbras. Realmente, los inviernos aquí no son duros, se parecen a los de Valencia: temperaturas no muy bajas y humedad. Aunque es cierto que este año ha habido dos olas de frío bastante fuerte. La semana pasada fue la llamada tormenta Santa Rosa, un pequeño ciclón que marca el final del frío y el inicio de la primavera hasta que en diciembre llegue el verano.
Por último, me gustaría a todos recomendar que viajen a Argentina, que la conozcan, que no se arrepentirán: van a conocer a mucha gente muy hospitalaria. En el poco tiempo que llevo aquí, me ha cambiado la percepción de todo y valoro mucho más mi vida allí. Somos dos países muy unidos, hay mucha gente aquí con antepasados españoles y se nota mucho esa hermandad de las dos culturas.