El ontinyentí Carlos Matarredona ha ganado el segundo premio del concurso convocado por el Museo del Chocolate de Barcelona por su pieza “Deshielo de libertad”. El reboster explica su trayectoria y también las intensas horas para preparar la obra.

- ¿Empezó haciendo cocina o ya directamente con los postres?
- Empecé con la cocina, estudiando en el centro de turismo de Alquería del Duc, de Gandia; y después de trabajar como cocinero en el restaurante la Escalerilla, de Cocentaina; La Cuina, de Ontinyent; entré a trabajar a Paixixi espai gastronòmic, donde empecé a encargarme de la partida de postres.
- ¿Cuándo decide dedicarse al mundo de la repostería?
- Decidí dedicarme en el mundo de la repostería al ver que profesionalmente me llamaba más la atención y me llenaba más. Siempre me había llamado mucho la atención el mundo del dulce y el chocolate.
- ¿Cómo se especializa en la repostería?
- Después de trabajar como cocinero, hice prácticas en la pastelería Bubón, para adentrarme a fondo en el mundo de la repostería. Después decidí formarme en el gremio de panadería de Barcelona y posteriormente, en el gremio de pastelería de València; donde fui seleccionado para completar mi formación haciendo un stage en la Chocolate Academy de Barcelona (una de las escuelas con más prestigio de pastelería a nivel mundial). Durante mi experiencia en la Chocolate Academy, tuve la oportunidad de conocer a grandes profesionales que me impulsaron a trabajar en grandes lugares como la pastelería francesa Maitre Choux en Londres, el restaurante Abac en Barcelona y actualmente, en la Hofmann en Barcelona.
- Se encuentra actualmente a Hofmann, ¿cómo accedió? ¿Se encuentra en la escuela o en la pastelería?
- Después de dejar el restaurante Abac, me surgió la oportunidad de entrar a trabajar a la Hofmann intermediando el nuevo director de la pastelería, Miquel Guarro, con quien ya había trabajado anteriormente en la Chocolate Academy, y con quien había una gran afinidad profesional.
Trabajo en la parte de pastelería, pero en el obrador de producción que está dentro de la escuela; donde también preparamos junto con el director y otros pasteleros, cursos de vez en cuando.
- ¿Fue dura dejar atrás Ontinyent para perseguir su carrera profesional? ¿Fue una buena decisión?
- Fue duro a nivel personal, por dejar atrás la familia y los amigos, sobre todo en los momentos duros que este oficio tiene, puesto que es muy sacrificado y por no poder estar con los míos en ciertos momentos tanto buenos como complicados. Pero fue una buena decisión, puesto que encontré lo que buscaba, que era trabajar en lugares de primer nivel, aprender de los mejores y ver hasta dónde soy capaz de llegar profesionalmente.

- ¿Qué le hizo apuntarse a la XX edición del concurso del Museo del Chocolate de Barcelona?
- Hacía tiempo que me rondaba la cabeza presentarme a algún concurso y experimentar la parte más artística y romántica del oficio, como son las piezas artísticas de chocolate. Surgió la oportunidad y en saber el tema, vi que podía hacer algo interesante y, tanto el director de pastelería como la empresa, me dieron el apoyo para llevarlo adelante.
- ¿Se esperaba ese segundo lugar? ¿Cómo valora esta experiencia?
- No esperaba nada en concreto, pero desde el principio la intención era hacer algo suficientemente diferente, original y bueno como para poder ganar.
La experiencia ha sido positiva. Han sido dos meses de trabajo en total para prepararlo, trabajando entre 12 y 15 horas diarias entre trabajo y preparación; ha sido intenso pero me ha hecho aprender mucho sobre una parte del oficio en la que no estaba tan metido. La parte más agridulce posiblemente es la valoración del jurado, puesto que el arte es subjetivo y nunca llueve a gusto de todos.
Los concursos siempre me han llamado mucho la atención, pero suponen un alto sacrificio personal y económico.
- Para los que no estamos puestos, ¿cómo consigue hacer una figura tan espectacular solo con chocolate?
- Partimos de una idea que posteriormente se dibuja y se piensan las medidas de esta. Después se lleva a cabo, utilizando diferentes técnicas: patrones planos, moldes de cartón, moldes de silicona, plásticos, esculpiendo; y trabajado el chocolate de varias texturas: barro, plástico, etc. Y finalmente, pintando con pinturas hechas con manteca de cacao, chocolate y colorantes alimentarios, con aerógrafo, pincel, y otras técnicas.
- ¿Cuál es el próximo paso para su carrera profesional?
- Realmente, no tengo ningún paso marcado próximamente. Estoy en un muy buen lugar, donde trabajo de la forma que me gusta y me van dando oportunidades, puesto que la empresa está en crecimiento. La idea es continuar trabajando aquí, e ir valorando y aprovechando las oportunidades que van surgiendo. Todavía hay algunos retos que me llaman la atención... pero ya vendrán.
- ¿Cómo ha vivido todo el que ha pasado con la crisis del Covid-19? ¿Ha afectado mucho al sector?
- Al principio, fue muy duro y desconcertante; pero después al incorporarnos al trabajo, las ventas han vuelto al lugar y por suerte a las pastelerías nos va bien, puesto que no hemos sufrido tantas restricciones como la hostelería, la cual ha sufrido unas restricciones realmente duras e injustas, en muchos casos y según mi opinión. También es cierto que ha habido un gran trabajo por parte del sector para adaptarse a la situación que hemos vivido y hemos demostrado que merecemos más visibilidad y nuestro trabajo es más importante de lo que la sociedad se piensa.