Querida y recordada Chelo: Por el pleno conocimiento que se adquiere cuando se alcanza la eternidad, ya sabes del triple éxito conseguido por tu hijo Jorge (y su leal equipo de concejales y colaboradores) en menos de cuarenta y ocho horas de diferencia: La ratificación en las urnas, una vez más,  de la mayoría absoluta de su partido para seguir al frente del Ayuntamiento de Ontinyent; su absolución judicial, que le libera del maldito caso en que se vio envuelto hace cinco años por culpa de la tiñosa deslealtad de aquellos envidiosos dirigentes de su partido que, con total impudicia, urdieron una canallesca conspiración para cortarle las alas; y, además, que el partido Ens Uneix tenga en su mano –¡ah, qué oportuna la justicia poética!— el poder decidir la presidencia de la Diputación, la misma de la que tu hijo fue apeado por aquellos que ahora, a buen seguro, tratarán  de que lo olvide  haciéndose perdonar la brutal y despiadada maquinación tramaron en su contra.
El grandísimo respaldo social, humano y político que los ontinyentins le ofrecimos hace cuatro años a tu querido hijo, confirmándole en la alcaldía con diecisiete concejales, te alivió sólo en parte  el desgarrador dolor que como madre habías sufrido cuando supiste de su detención –esposado criminalmente y metido en un maloliente calabozo junto con otros colaboradores—   escarnecido periodísticamente por unos medios apesebrados por el poder y, mucho peor que todo eso, verle abandonado y traicionado por quienes habiéndose declarado babosamente compañeros y amigos demostraron ser en realidad, y también babosamente, unos despreciables judas, que presurosos corrieron tratando de hacerse con su vara de mando. Una alcaldía que Jorge se negó a vender desoyendo las espurias ofertas/monedas que la dirección socialista –Ximo Puig y José Muñoz, como principales responsables—le ofrecían con total impudicia.
Aquella peliculera operación para detenerle, primer paso para frenar en seco su prometedora carrera política, se llevó a cabo con la puesta en marcha de una increíble e insólita parafernalia policial, instruida ad hoc política y judicialmente,  para que el impacto mediático que se pretendía conseguir llevase incluida  una inmediata e impresionante  condena de telediario.
Tan tramposa y desproporcionada maniobra en contra de tu hijo, negándole ipso facto la presunción de inocencia, no aparece como nueva en la historia del Partido Socialista, que no es el único ni el peor en cuanto a defenestraciones se refiere. Existe memoria histórica que da cuenta de otras estratagemas, como la sufrida por el primer alcalde democrático de la ciudad de Valencia tras el periodo franquista, Fernando Martínez Castellano, al que los dirigentes del Partido Socialista obligaron a dimitir a los pocos meses de haber sido elegido.
La orfandad de Jorge tras la muerte de su padre, tu querido Miguel, se vio aumentada exasperadamente cuando tú, primero abrumada por la viudedad, después por la ruin operación en su contra, te dejaste llevar por el peor desánimo. En la tarde del pasado martes, cuando Jorge llegó a la sede de Ens Uneix para ofrecer una rueda de prensa tras verse absuelto, los cariñosos aplausos de los congregados para felicitarle se vieron acompañados de las lágrimas que brotaban, hijas de la emoción. 
Unas lágrimas que Jorge no pudo evitar, convirtiéndose en contagiosas en muchos de los presentes,  cuando recordó tu dolor y el suyo por el daño recibido, tan injustamente infligido por quienes diseñaron el modo y manera de apartarlo de las responsabilidades políticas, a las que ya llevaba años dedicado y se había entregado con la pasión que ya demostró cuando decidió dejar sus estudios de Medicina para trasvasarse a la carrera de Ciencias Políticas.
Querida Chelo, querido Miguel: Alegraos y descansad en paz. La inocencia de vuestro hijo y otros trece implicados en el caso Alquería ha quedado demostrada. No sólo en las urnas y el corazón de tantos ontinyentins, sino también en el papel timbrado de una sentencia absolutoria.