“En materia de Educación es necesario lograr un gran pacto de Estado. La finalidad de este pacto sería garantizar la estabilidad de las políticas educativas, que tengan la máxima duración y que no cambien en cada periodo legislativo. Si además acertamos en el contenido, alcanzaremos mejores resultados en la formación de todos los colectivos. El esfuerzo, la excelencia y el rigor deben situarse en la base de todo el proceso educativo.
Desde nuestro punto de vista, necesitamos promocionar, en función de su eficacia, una mayor participación de la enseñanza privada, concertada o no, incluida la universitaria. Asimismo, consideramos conveniente ampliar la gestión privada de los servicios complementarios en los centros educativos públicos, si son más competitivos.
Al igual que sucede en países de referencia, debemos establecer una relación más fluida entre la educación y la empresa y crear mecanismos de permeabilidad entre el sistema educativo y el mercado laboral, principalmente en los niveles de formación profesional y universitaria.
En materia de formación profesional para el empleo, es preciso incrementar el protagonismo de las empresas, entre otras razones, porque son las que financian, en gran parte, el sistema mediante la cotización de la cuota de formación profesional”. 
El extenso entrecomillado que precede a estas líneas forma parte del discurso pronunciado el pasado lunes por el presidente de la Confederación Empresarial Valenciana, Salvador Navarro, en el Fórum Europa. Tribuna Mediterráneo. Fue la intervención del señor Navarro de lo más lúcido que he escuchado estos últimos años en boca de un representante empresarial. No hubo estridencia alguna en sus palabras. Podría decirse que fue una disertación en la que no hubo una palabra de más, ni se echó en falta ningún apunte de cuantos asuntos ocupan y preocupan a nuestros empresarios. Podría decirse que no fue un alegato de los que mojan ni salpican pero sí de los que empapan. Por todo ello me permito recomendar la completa lectura de su discurso a todo aquel que esté interesado en conocer unas reflexiones que, insisto, no tienen desperdicio. Lo encontrarán si entran en la página de la Confederación Empresarial Valenciana: www.cev.es.
Siendo del mayor interés el conjunto de sus reflexiones, cuanto dice acerca de la necesidad de “establecer una relación más fluida entre la Educación y la Empresa” venía a coincidir con la parecida reclamación a la hecha en nuestra ciudad unos días antes por el presidente de Ateval, León Grau, en su intervención de clausura de la jornada sobre “Europa y la reindustrialización del textil valenciano”. Reclamaba el señor Grau una mayor implicación por parte de nuestras universidades, de modo que la formación que en ellas se imparte tenga en cuenta las necesidades reales de nuestras empresas, de modo que los planes de estudio sean de lo más válidos para hacer posible la recuperación y mejora de un sector clave en la economía valenciana como lo es el textil.
El caso es que Ontinyent, por medio de su ayuntamiento y la generosa aportación de Caixa Ontinyent, ha hecho un gran esfuerzo, secundado por la Universitat de València, para hacer que nuestra ciudad tenga el rango de universitaria. No nos basta, a los efectos oportunos, con el alto honor que ello supone. Ni los títulos que puedan alcanzar los estudiantes que aquí vienen. Se hace necesario asegurar, sobre todo en aquellas materias que más directamente pueden ayudar a hacer posible la reindustrialización y modernización del textil valenciano, la mayor cooperación entre universidad y empresas. Una simbiosis que ponga fin al divorcio entre las enseñanzas que se imparten en las aulas y las que son necesarias y convenientes para hacer que mejoren nuestras empresas, tanto en innovación, competitividad, diseño, comercialización, exportación.
Es menester que no caigan en saco roto ambas reclamaciones empresariales, escuchadas las dos con manifiesta atención e interés por el presidente del Consell, Ximo Puig, en Ontinyent y Valencia.