«Las familias monoparentales son, sobre todo, monomarentales y necesitan el abrigo del Estado» sentenció el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Castejón, al presentar la semana pasada las principales medidas del programa de su partido ante las elecciones generales de final de mes. Sin duda al “doctor” Sánchez el término monoparental se le antojaba machista, quizás porque en los laberintos de su subconsciente la palabra le sonaba a padre, de modo que, ni corto, ni perezoso, se inventó el palabro monomarental, que le sonaba mucho más femenino. Es lo que tiene la actual tendencia de captar el voto feminista, que no femenino, inventando palabros cual miembra, portavoza, edila o sororidad. Curiosa palabra esta última, que pretende sustituir a fraternidad (liberté, égalité, fraternité) por una versión feminista, desconociendo que el término sororidad, que no se ha tomado del latín, sino del inglés, se refiere a las asociaciones de estudiantes universitarias. Concretamente el Merrian-Webster dictionary la define: «a women’s student organization formed chiefly for social purposes and having a name consisting of Greek letters». La coletilla “con un nombre formado por letras griegas” deja bien a las claras cuáles son los “social purposes” de las sororidades para cualquiera que haya visto la paradigmática película Animal house con un desatado John Bellushi en la que el director John Landis estableció el canon de este subgénero de comedias universitarias.
Pero volviendo a nuestro doctor in verbis inveniendis (en inventar palabras) monoparental, no viene de pater, padre, sino del participio de presente del verbo pario, peperi, partum, parir. Convendrán los lectores que nada más femenino que el acto de dar a luz. No obstante en latín el plural parentes se aplicaba a ambos progenitores, sin distinción de sexo, como señalan Ernout y Meillet en su monumental Dictionnaire étymologique de la langue latine. El inglés sigue utilizando el término parents en ese sentido, lamentablemente el castellano aunque de parens, ha derivado parentela, parentesco y pariente, utiliza el genérico “padres” para referirse a ambos progenitores. En este caso sí que entendería que el doctor Sánchez considerara la expresión machista; pero jamás puede considerarse monoparental como un término que implique cualquier supremacía de lo masculino sobre lo femenino.
Al comienzo de Cien años de soledad García Márquez escribió «el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo». Me temo que el mundo empieza a ser muy viejo y que los nombres ya no sirven para señalar la realidad, sino para manipularla. Bien lo sabía Gorgias, el sofista, que hace ya 2500 años nos advertía con cinismo que la palabra es un poderoso tirano.
Quizás monomarental acabe imponiéndose, no lo sé, pero de momento lo único que me atrevo a vaticinar es que en esta sociedad de la información tendemos a formar demasiados individuos mononeuronales.